Estas jóvenes visibilizan la enfermedad mental en redes sociales
Imagen vía Meritxell Martz.

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Salud Mental

Estas jóvenes visibilizan la enfermedad mental en redes sociales

Una psicóloga y cuatro personas que hablan de su enfermedad mental en Instagram, Twitter y Youtube nos cuentan los pros y los contras de hacerlo.

Hace seis o siete años, a mi entonces pareja le dio un brote psicótico y fue diagnosticado de trastorno bipolar. Él se asustó mucho y yo también, en parte porque aquello era una putada, como cualquier enfermedad, y en parte por la desinformación y la estigmatización que conlleva esa en concreto. Entonces no conocíamos a nadie que hubiera sido diagnosticado con una enfermedad mental y parecía que aquello era un tema del que no se debía hablar en público. El interlocutor siempre parecía incómodo, siempre tenía preguntas que, más que consolar, parecía que juzgaban. Tuenti estaba aún agonizando, y en las redes sociales todo eran todavía sonrisas.

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Por eso a veces, cuando compruebo que en Instagram, Twitter o Facebook cada vez tienen cada vez más cabida algo más que los selfies pienso en él. En que ojalá hubiera podido ver ciertos stories, ciertos post en Facebook o ciertos vídeos de Youtube en los que alguna gente habla de su enfermedad mental sin miedo, por fin, a ser juzgada ni cuestionada. Vídeos como los de Eva, que tiene 21 años y a la que empecé a seguir en Instagram tras dar con una pieza en la que, mirando fijamente a cámara, hablaba de las cosas que nunca deberías decirle a una persona con depresión, una enfermedad que padece desde hace años.


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"En mis redes hablo de mi depresión y de los problemas a los que me enfrento en el día a día a causa de ella como hablo de los problemas a los que me enfrento por ser una chica bisexual o porque la gente sea gilipollas en Tinder. Es algo que surgió de manera natural, si hablo de otras cosas, ¿por qué no iba a hablar de ello? No considero que sea un tabú ni algo que hay que ocultar", me responde cuando le pregunto que cuándo y por qué empezó a utilizar sus redes para hablar de la depresión.

María Arce, Arcitecta en Twitter, opina igual. "Siempre he considerado que mi enfermedad mental no es algo que no pueda ser comentado abiertamente, ni en la vida real ni, por tanto, en redes. Al fin y al cabo es una enfermedad, como otra cualquiera. Nadie se avergüenza porque su páncreas o su hígado le estén dando problemas, ¿por qué iba a avergonzarme yo de un desajuste químico en mi cabeza?", se pregunta.

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Paula, conocida en las redes como Cariatydes, también le habla a sus más de 70.000 seguidores de los problemas que le genera la ansiedad y de sus estrategias para combatirla. "Empecé a visibilizarlo en Twitter allá por 2013, cuando me di cuenta de que no era la única persona que sufría ansiedad. En aquella época tenía una cuenta candado en la que me seguían pocas personas de mi círculo, y todas hablábamos por ahí sobre diversos trastornos, siendo la ansiedad el más común", cuenta Paula.

"Al principio Instagram era una red en la que solo se mostraba lo bueno, pero yo siempre he tenido una buena comunicación con mi comunidad de seguidores, así que hablar de ello fue natural. Sí que había haters que decían que hablaba de mi ansiedad por llamar la atención, pero no me ha importado nunca. Siempre he sabido que el fin era ayudar, para llamar la atención iría desnuda por la calle, no hablaría de mi salud mental. Al fin y al cabo se muestra cuando se tiene un resfriado, que es físico, pero no cuando se padece ansiedad. Y siempre me ha parecido una tontería esa diferenciación", concluye Cariatydes.

El caso de Lauren es distinto. Superó la anorexia y la bulimia hace 10 años y una década después, cuando se abrió una cuenta en Instagram que ahora cuenta con más de 55.000 seguidores, decidió dedicar la mayoría de sus post a lo que le había ocurrido y seguramente a lo que le habría gustado leer entonces. "Sentía que había mucha falta de información e ignorancia respeto a muchas enfermedades mentales, como las que yo sufrí hace diez años (anorexia, bulimia, ortorexia, ansiedad o depresión) y como siempre me ha llenado ayudar a los demás, decidí hacerlo a través de las redes. Si quieres conseguir que los demás entiendan ciertas realidades, tienes que hablar con un registro al que ellos estarán receptivos, por eso yo hablo de ello desde la positividad y el entusiasmo, intentando ser didáctica", comenta.

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Sin embargo, "no me gusta que ahora hay gente que se dedica a aconsejar como si fueran médicos solo hablando desde su propia experiencia y puede ser contraproducente", comenta Eva. Al respecto, la psicóloga y psicoterapeuta Inés Bárcenas apunta que el balance total de este fenómeno (que la gente hable de su experiencia con ciertas enfermedades) "es muy positivo para la salud mental, sobre todo para trabajar desde la prevención y para entender que las enfermedades mentales son también fenómenos sociales y colectivos". Pero tiene sus peligros.

"Siempre he sabido que el fin (de hablar de la depresión) era ayudar, para llamar la atención iría desnuda por la calle, no hablaría de mi salud mental" – Cariatydes

"Aunque efectivamente, visibilizar la enfermedad mental en redes ayude a quitar estigmas, o a la hora de integrar y aceptar la enfermedad por parte de quien la sufre, ya sea el emisor o el receptor de ese post, nunca va a ser una terapia. Las enfermedades mentales son idiosincráticas. La depresión, la ansiedad u otros trastornos son un conjunto de síntomas y pueden ser muy diferentes de unas personas a otras. Por lo tanto, aunque dos personas sean diagnosticadas de depresión, el origen de ella puede ser diferente, y por tanto el tratamiento terapéutico o llegado el caso farmacológico va a ser también diferente. Y hay que tener mucho cuidado con esto, porque la ilusión de universalidad que muchas veces traen consigo las redes puede llevar a equívocos, a pensar que si lo que a mí me ocurre le ocurre a la chica que está contando que tiene ansiedad en Instagram ya estoy curada porque ya sé ponerle nombre y qué hace ella para combatirla", comenta la psicóloga.

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Y añade que el problema, más que la visibilización de la enfermedad mental en redes, que en sí es es positiva, es que "si alguien diese narrativas sobre su cáncer o sobre su diabetes no dejaríamos de pensar que tiene una enfermedad y que lo primero que hay que hacer en caso de experimentar esos síntomas es ir al médico. Ahora bien, desgraciadamente las enfermedades mentales todavía no son concebidas como tales en muchas ocasiones, así que hay que tener muy presente que, aunque es positivo ver testimonios y experiencias de gente que está pasando por lo mismo que tú, en ningún caso hay que nutrirse únicamente de esa información. Hay que acudir a un especialista", concluye.

"La ilusión de universalidad que muchas veces traen consigo las redes puede llevar a equívocos, a pensar que si lo que a mí me ocurre le ocurre a la chica que está contando que tiene ansiedad en Instagram ya estoy curada porque ya sé ponerle nombre y qué hace ella para combatirla" – Inés Bárcenas, psicóloga

Y probablemente conscientes de este peligro, seguramente porque a ellas también les han dicho que "lo que les pasa no es para tanto, es solo que están tristes o nerviosas", que lo de no comer eran "tonterías pasajeras", Eva, María, Lauren y Paula son conscientes de ello: visibilizar la enfermedad mental no es sinónimo ni de estar curándose ni de estar tratando de curar a nadie. De hecho, una de las labores que hacen es, precisamente, animar a sus seguidores a acudir a terapia y normalizar lo que hace tiempo debería haber sido normalizado: recurrir al médico cuando uno está enfermo.

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"A mí hablar de mi depresión en redes no me ayuda a nivel terapéutico. A nivel terapéutico me ayuda ir al psicólogo. Básicamente yo lo expongo para que la gente sea consciente de las cosas por las que tenemos que pasar las personas que sufrimos una enfermedad mental, para que puedan ponerse un poco en nuestro lugar y en cierto modo también para que se entienda que no tienes por qué llevar siempre como una carga constante la enfermedad mental. Que puedes ver, por ejemplo, el humor que hay dentro de un proceso como el de depresión. A mí me anima muchísimo ver vídeos, reírme de las cosas a las que me tengo que enfrentar en mi día a día, y por eso yo hablo de ello en mis redes. Y si a alguien le ayuda porque le hace gracia cómo lo estoy contando me parece de puta madre. Ya que tenemos que lidiar con esto por narices, qué menos que reírnos y encontrar un poco de humor dentro de las situaciones a las que nos enfrentamos, que a veces son realmente ridículas", continúa.

Visibilizar la enfermedad mental no es sinónimo ni de estar curándose ni de estar tratando de curar a nadie

Paula lo suscribe. "No creo que hablar de mi ansiedad en redes me ayude a nivel terapéutico, la razón por la que lo hago es puramente para ayudar a otras personas a no enfrentarse a ello solas. Llevo sufriendo ansiedad desde muy pequeña y en el colegio me llamaban ‘’la loca’’ por ir al psicólogo. La verdad que siempre me dio mucha vergüenza hablar de ello hasta que en Twitter vi que no estaba sola, así que creo que es positivo. Cuando lo hago siempre recibo comentarios de agradecimiento y de amor, excepto los dos o tres tontos de turno. Y eso es lo mejor de las redes, poder ayudar a personas desde otro punto del mundo a superar sus miedos o a empoderarse", comenta Cariatydes.

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A Arcitecta sí que, de alguna manera y como apuntaba la psicóloga Inés Bárcenas, le ayuda hablar abiertamente de su enfermedad. "Recibir tantas respuestas solidarias por supuesto que es terapéutico, aunque no era esta la finalidad de mis publicaciones. Creo que cuando estas pasando por este trance siempre ayuda que te demuestren que no estas solo, aunque tú te sientas así. Y también pienso que si conoces la enfermedad porque la has vivido no está de mas que hagas un "aviso a navegantes". Cuando sufrí mi primer episodio depresivo me habrían venido bien algunos avisos, habría reaccionado antes y mejor y no habrían tardado tanto tiempo en diagnosticarme", afirma.

Meritxell Martz, fotógrafa y directora de arte, venía tiempo dándose cuenta de un fenómeno contrario al que precisamente encarnan Eva, Paula, María y Lauren: cuando alguien tiene una enfermedad mental, muchas veces la gente la cuestiona porque "en sus redes parece normal". Por eso, a principios de este año y tras leer la entrevista en la que Eva respondió a 10 preguntas acerca de su depresión, Meritxell contactó con ellas para crear una serie de fotografías narrativas en las que el leitmotiv era la depresión. En ellas, la imagen alegre, llena de luz y color, aparentemente "normal y feliz" se contrapone a frases de Eva en las que habla de su trastorno. Lo que vemos y lo que verdaderamente es. La ficción del scroll y la realidad.

Una de las imágenes que componen el proyecto de Meritxell Martz sobre la depresión. Imagen vía Meritxell Martz

"Me impactó mucho porque tuve muchísimo feedback con este proyecto, y fue un feedback muy positivo. Y a mí, que no tengo depresión ni he estudiado psicología pero sí que me interesaba mucho reflejar esa brecha entre lo que a veces vemos en las redes y por lo que realmente están pasando las personas, esa acogida me hizo sentir muy contenta", cuenta Meritxell. "Al final mi objetivo en este proyecto era el de visibilizar y normalizar la enfermedad mental, que en muchas ocasiones no se considera como tal. Y creí que esto ayudaría a la gente que no sufre esa enfermedad, como puedo ser yo, a comprenderla y saber cómo actuar cuando conoces a alguien con depresión. El objetivo es poco a poco crear una red de cuidados, un término que aprendí leyendo la entrevista de Eva, para que las personas que padecen alguna enfermedad mental vean que no están solas, que hay apoyo tanto entre los que como ellas la sufren como entre los que no".

Y al final, de eso es de lo que se trata cuando se visibiliza de alguna forma la enfermedad mental en redes sociales. De crear una red, digital pero también analógica, de cuidados que en ningún caso sustituyen a la terapia sino que al contrario, ayudan a normalizarla y a ponerla en valor. De no sentirse solo, cuestionado y avergonzado, como ocurrió cuando, hace seis o siete años, a mi entonces pareja le diagnosticaron trastorno bipolar y parecía que era un tema del que no se debía hablar en público.