FYI.

This story is over 5 years old.

Actualidad

Esta es nuestra opinión sobre "8 apellidos catalanes"

¿Estará a la altura de la exitosa primera parte?

Imagen cortesía de Universal Pictures

Messi, obviamente, no es un apellido catalán. Eso lo sabe todo el mundo. Y si el chiste más gracioso de la película es confundir al de Rosario (Argentina) con un catalán de toda la puta vida, mal vamos. Pues ése es el nivel en el que se mueve esta película. La primera, 8 apellidos vascos, ya jugaba con este sentido del humor fácil, pero funcionaba. Aun quedaba esa mala hostia que sus guionistas -Borja Cobeaga y Diego San José- destilaban cuando escribían para Vaya semanita, uno de los programas de ficción más cafres y necesarios que se han hecho en las últimas dos décadas.

Publicidad

A la vista del éxito de la primera parte, convertida ya en emblema del cine familiar y que gusta a todo el mundo, los responsables de poner en marcha la continuación han decidido rebajar el tono para que no se escape el éxito. Rebajar el nivel de mala baba e ironía y hacerlo mucho. Justo la semana pasada se emitieron los 'apellidos vascos' por la tele y fue un éxito. Arrasó con un 50% de share y eso que al cine ya fue a verla todo Dios y que corrió como la pólvora en el mercado negro del pirateo. Da igual, todos frente a la tele a ver a Dani Rovira y compañía.

Esta vez abandonan el pueblo costero de Guipúzcoa para llevarnos al interior de Girona, con la disculpa de que la protagonista de la primera (Clara Lago) se va a casar con una catalán (Berto Romero). Aquí merece mucho hacer una parada. Berto es uno de los mejores humoristas de por aquí, un actor cojonudo al que solo le hace falta salir un ratito para robar escenas -el que no lo crea que vea 3 bodas de más- y un tipo con una gracia especial. Pero aquí tiene que hacer frente a un tópico con patas de catalán burgués, artista, nacionalista pero ciudadano del mundo, miembro de esa tribu que se 'maldenomina' hipster… Un completo.

Como el personaje tiene tan pocos puntos a su favor y resulta tan tópico (hasta restarle la gracia) poco puede hacer Berto para sacarlo a flote, y lograr, por lo menos, que resulte divertido del yuyu que produce. Y no todo es cosa del guión. Que no funcione esta película tiene mucho más que ver con la dirección, con la puesta en escena de cartón-piedra de esa Cataluña rural idílica y con una banda sonora que parece sacada de una biblioteca de canciones libres de derechos. Esto es una herejia, lo sabemos, porque la firma Roque Baños que, entre otras cosas, compuso esa melodía inconfundiblemente berlanguiana de La Comunidad.

Todo resulta realmente impostado, pero lo peor, sin duda, son los chistes sobre Cataluña, la independencia, el referendum y el proceso de independencia. Hablar de los memorables sketches de Polònia sería poner el símil de la comparación demasiado alto para lo que estamos tratando. Aquí todo se aborda desde esa óptica 'blanca' que pretende ser graciosa, pero no ofender a nadie (hay un pueblo que declara la independencia, pero, en realidad, no es más que un teatrillo al estilo Bienvenido Mr. Marshall), que no va más a allá de ver a un vasco -que interpreta Karra Elejalde- pegándose con un calçot con el babero puesto o quejándose de que los sevillanos rebozan el pescado.

Es necesario el humor cuando se tratan temas tan serios como que un territorio quiera apartarse de otro, lo cual afecta a un montón de gente, y más cuando detrás hay un montón de intereses por parte de los políticos de ambos lados. Es necesario el humor o, quizá, no haya otra manera de afrontar esta situación que a través de la comedia. Pero, desde luego, ésta no es 8 apellidos catalanes. Porque en realidad no es más que una película de enredos, bastante discreta, malentendidos, y con un fondo de romanticismo pensado para las grandes audiencias y para el lucimiento de Dani Rovira y Clara Lago. Y no es la sátira que la situación necesita y que, en parte, sí era la primera entrega. Que pasaba por la batidora de sus chistes el terrorismo, la independencia y todos los tópicos que rodean al pueblo vasco.

Estos en lugar de 8 son, como mucho, un par de apellidos catalanes y unos cuantos chistes. Ni siquiera Alfonso Sánchez y Alberto López, el Cabeza y el Culebra, esos dos genios del humor en Internet, encuentran su tono. Lo mejor, cuando la Sardá y la Machi, las actrices más veteranas de la función, tienen secuencias juntas: se ve que hay calidad. El tema de los apellidos parece suficientemente estirado y ya no tiene nada de sabor.