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Cultură

Lunes literarios: Jan Martí, de Blackie Books

Blackie Books es una editorial atípica porque, para empezar, toda editorial es atípica en los tiempos que nos están tocando malvivir, como atípicos son el arrojo, la meticulosidad y el optimismo, entre otros atributos a contrapelo del siglo XXI.

Blackie Books es una editorial atípica porque, para empezar, toda editorial es atípica en los tiempos que nos están tocando malvivir, como atípicos son el arrojo, la meticulosidad y el optimismo, entre otros atributos a contrapelo del siglo XXI. La línea de Blackie Books nada tiene que ver con estudios de mercado y todo con los gustos y preferencias de las personas que manejan el timón, y así sale la cosa: multicolor. En su corta trayectoria han apostado tanto por la novela como por el ensayo y el memoir, y en su breve pero intenso canon se asoman pranksters y activistas contraculturales de los 60, cineastas poseídos de fiebres megalómanas, músicos disfuncionales pero lúcidos, surrealistas al margen de consignas y algún seudónimo. Blackie, por cierto, era la perra de Jan Martí, el fundador de la editorial. Es la de la foto.

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Vice: Crear una editorial es hoy parte aventura y parte zambullida de cabeza en una piscina de la que se desconoce la profundidad. Hay riesgo y hay romanticismo en la empresa.

Jan Martí: No soy ningún romántico. Eso creo que me honra. Pragmático, pues.

Me gustan mucho los libros y compartir lo que me gusta, y poder tener ideas y llevarlas a cabo en algún formato, pero no tengo la editorial para rescatar cosas ni mantener algún legado extraño, sino para ganarme la vida.

“Malo es morir sin haber amado, pero más malo es morir sin haber cenado”. Es un refrán mexicano.

Digo esto porque, en realidad, creo que acabas haciéndolo mejor si te van las cosas en ello. En cuanto al momento, yo me siento muy a gusto en épocas de crisis, miedos… El miedo es siempre parte de la ignorancia, y estos momentos de ruptura suelen servir para que salgan cosas mejores.

Romanticismos los justos, pero yo sí aprecio espíritu vindicador en Blackie Books. Estoy pensando en El Tutú, un libro publicado originalmente en 1891; también en la novela de Gómez de la Serna, El Incongruente, y en los volúmenes de Jardiel Poncela que parece que tenéis previstos.

Es que yo no lo veo como recuperación en plan, “rescatemos a este”. Para mí es como una novedad. Cuando leí a Jardiel Poncela, hace dos o tres años, me pareció mucho más moderno y nuevo que mil cosas que leo de ahora. Para mí es como reproponerlo. Jardiel tiene una parte de limpiarlo de prejuicios históricos y políticos; que si se exilió o no se exilió, que si se fue o se quedó, que si era facha o… A mí me dan ese libro, lo leo y flipo. Me dicen que es de ahora o que es de hace 50 años y no me cambia la impresión. Sí que, por ejemplo, El Tutú tiene un misterio en la búsqueda del autor, que hay un anónimo y todo esto, pero, en realidad, la historia en sí sigue siendo actual. Se puede leer y proponer ahora. De no ser así, no lo haría.
El Do It! era también como proponer unas ideas que ahora pueden sonar de una manera diferente, más naïf… Propio de una marca comercial. Aquel tipo de acciones hippies se las han ido quedando, como siempre, las marcas.

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A propósito o por casualidad, además de obras actuales estáis dando cancha a libros que en su momento no la tuvieron o, como escribía De la Serna a propósito del suyo, sufrieron “largo martirio y otras consecuencias”. Juguemos a las ucronías: ¿crees que, dentro de doscientos años, los libros de Dan Brown se considerarán joyas literarias?
No lo creo, aunque tienen un poder que yo admiro, el de la velocidad y el no aburrir. Yo no he leído a Dan Brown, pero veo gente que es

capaz de leerse sus 500 páginas muy rápidamente. Vendría a ser como un buen thriller de Hollywood, este control de los ritmos… Yo creo que quedará como un ejemplo de esto, aunque igual dentro de 100 años todo va aún más rápido.

Libros blipvert; parte literatura, parte infocomercial, y a toda mecha. Territorio Max Headroom. A mí no me cogerán vivo defendiendo al infulero de Dan Brown, pero a cada uno lo suyo: salvando las megadistancias, el tipo practica literatura popular, la que cultivaba Alejandro Dumas hace dos siglos.

Dumas. No sé qué historia había de que llegaban los marineros que llevaban mucho tiempo fuera y lo primero que hacían era pedir los capítulos de El Conde de Montecristo que se habían perdido porque ya no podían aguantar más. Para mí eso es un mérito. Y, aparte, sí tú sacas un millón de libros al mercado, cincuenta o cien mil personas lo van a leer casi por obligación, por que es el que ven en todas partes.

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Me gusta cómo cuidáis el libro. Como objeto, quiero decir, dignificando el formato. Tapa dura, buen papel. Diseños bonitos. Cosas que se agradecen.

Eso lo teníamos muy claro desde el principio. Más que dignificar es que el libro se lo merece, como el otro día escribió alguien en un blog. Merece no sólo ser bonito y suave sino también durar. Merece que quieras tenerlo más allá de la pura información que contiene. Por otra parte, en estos momentos en que se tiene este miedo al libro electrónico, me parece que ambas cosas, el PDF y el libro, se tienen que diferenciar cada vez más claramente. Lo que está en medio, las medias tintas, es lo que irá cayendo. Un PDF no sé cuánto debería valer, de momento no le veo el valor; sí veo, en cambio, que la gente entiende que por un libro hay que pagar lo que vale. Hasta ahora nadie se ha quejado de que ese precio no esté justificado. Para mí está más justificado que un libro de bolsillo a siete euros que es como un PDF impreso.
También me gustaba que se creara una marca, Blackie Books. No hay colecciones dentro del sello, es un catálogo único, abierto, y con ese sello puede salir cualquier cosa. Así puede pasar que el que ha leído El Tutú se interese por otro libro que jamás esperaba leer, sólo porque lleva el mismo sello. Es una idea que me emociona.

En cartera tenéis la publicación de un volumen de entrevistas a Andy Warhol.

Lo anunciamos en nuestro Facebook justo ayer y se creó una discusión entre los que son muy fans y los muy anti-Warhol, aunque los anti reconocen que tanto el libro como el personaje son interesantes. “Ese gran farsante con el signo del dólar grabado en la frente que consiguió hacerse un nombre pintarrajeando fotografías…” Comentarios muy rabiosos.

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Se esté a favor o en contra, que alguien que lleva tanto tiempo criando malvas siga creando controversia dice mucho de su talla.

Siempre. Algo muy grande tendría que pasar en el mundo, un cambio en el lenguaje o un holocausto, o que la gente se haya quedado tonta, para que Warhol deje de ser actual. Todo lo que ves en una ciudad hoy, esa determinación del estatus del arte, la marca… Es coger la caja de detergente y decir, “esto es arte”, “esto es moda”, esto mola.

Precedentes los había –Duchamp y Beuys, sin ir más lejos- pero quizá fue él quien terminó de derribar definitivamente las fronteras entre arte, propaganda, publicidad, diseño y farsa.

Y lo hizo de forma explícita.

Quizá su gran logro fuese darse cuenta de que lo que la gente desea, en realidad, es ser engañada.

Sí. Y lo sigue queriendo. ¿Ves nivel en el panorama de los autores noveles? En lo imaginativo, en lo formal… Nivel.

Sí, lo veo, lo que pasa es que hay como una manía por hacer literatura a cualquier precio. Yo soy muy reticente en general con la literatura pura. Parece que cuando alguien decide pasar mucho tiempo de su vida para explicar una historia, tiene que ser… Lo respeto mucho como momento y como trabajo, yo sería bastante incapaz, pero no sé; es bastante peligroso establecer un criterio sobre eso. Pero sí, de vez en cuando encuentro cosas que me gustan mucho. Ahora estamos preparando un libro de Miguel Noguera . Es la hostia. Muy, muy bueno, la mente más brillante que he visto en Barcelona desde que estoy aquí. A partir de uno de sus dibujos escribe un párrafo, una idea. En el libro se recogerán unas quinientas de esas ideas. Miguel revienta cosas. Constantemente atraviesa la moral, la violencia… y lo hace de una manera bastante limpia.

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Dado que Blackie Books ha publicado hasta ahora narrativa, ensayo, esto y aquello… ¿Te ves publicando cómics? ¿Qué opinión te merece el medio?

A mí me gusta mucho, es sólo que está muy cerrado a unas cuantas editoriales, pocas, que lo tienen acaparado y se quedan todo lo de fuera. Sí estoy hablando con algunos autores de aquí que tienen ideas muy potentes dentro del campo, más que del cómic, de la novela gráfica. Y también me gusta mucho el libro infantil. De hecho, es lo que más me gusta. Hay libros para niños que me parecen mucho más serios que la literatura.

Warhol, Poncela, Noguera… ¿Hay algo más en preparación?

Sacaremos un volumen recopilatorio de Gianni Rodari, un escritor para niños que en realidad no es sólo para niños. Yo soy de la escuela italiana, crecí leyendo a Rodari y me encanta. Queremos reproponerlo a un público adulto, a un público general, en una edición bonita que suponga una diferencia respecto a la típica edición de Cátedra negra de las que te obligan a leer en el cole o en uno de esos libritos ilustrados horteras.

Teniendo en consideración la trayectoria de Blackie Books desde sus inicios hasta hoy, y descartando en principio un escenario tipo Fahrenheit 451, ¿cómo imaginas la editorial dentro de uno, dos, cinco años?

Hombre, las ideas generan ideas y más ideas. Ahora estamos a tope de cara a los siguientes años. “¿Y si hiciéramos esto?, “Ese tío podría hacer esto con este otro…” Y al revés, también llegan cada vez más propuestas. Creo que seguirá yendo bien.