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Abel Ferrara estrena Pasolini, pero su cine tiene cosas mucho más brutas

El cineasta acumula un catálogo de películas donde el sexo, la violencia, las drogas, la venganza o la culpa son temas recurrentes. Un director excesivo en todos los sentidos.

Harvey Keitel en Teniente Corrupto

Si hay un director en el mundo que pueda captar el universo de Pier Paolo Pasolini ese es Abel Ferrera. Alguien sin miedo a los excesos y acostumbrado a provocar, estaba llamado a filmar los últimos días de vida del poeta de lengua afilada. Del cineasta de obras esenciales como Saló o los 120 días de Sodoma, Teorema o El Decamerón que acabó atropellado por un coche en extrañas circunstancias, un caso que se volvió a abrir hace unos años. Pasolini fue asesinado en 1975 en la playa romana de Ostia, una zona de 'chaperos', pero su influencia y su figura no han dejado de crecer desde entonces. Hasta convertirse en un icono.

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Y la sorpresa ha sido que en la película nos hemos encontrado al Ferrara más contenido que se recuerda en años, al menos críptico, al más narrativo (pese a que la película tiene mucho de onírico) y al más maduro. ¿Se habrá hecho mayor el que fuera bestia parda del cine de EE.UU.? Incluso ha conseguido contener a otro desbocado de manual como es Willem Dafoe, que aporta personalidad, además de parecido y maneras, al director italiano.

Que se estrene una película de Ferrara en nuestros cines es motivo de inmensa alegría, somos fans de sus desmanes, y que además sea una de las mejores que ha filmado en muchísimo tiempo nos ha hecho pararnos a pensar la cantidad de burradas que hemos visto en sus películas. Los grandes ratos que nos ha hecho pasar con su falta de prejuicios y también las 'cagadas' que nos hemos tragado, solo porque llevaban su firma. Sexo, drogas, religión, violencia, odio, suciedad (fuera y dentro de la imagen), venganza, pecado, remordimiento… en definitiva, el sello Ferrara. Con Pasolini se confirma que al director neoyorquino siempre hay que darle una nueva oportunidad. Aunque nos joda.

The Driller Killer (1979): El asesino del taladro, una buena forma de presentarse en sociedad. Él se lo guisa y el se lo come, dirige e interpreta al mostrenco protagonista. Escribe Nicolas St. John que es su hombre de confianza. Aquí empezó un dúo de brutos comparable, a otro nivel, con el tándem que formaron también por los setenta Schrader y Scorsese. Los créditos son increíbles y dan paso a la historia de un tío que "hasta el rabo de no poder ser artista se lía a taladrazos por los callejones" (como la definió un colega de profesión que me invitó a disfrutar de ella). Es que ser artista es duro y hay que tomar decisiones muy tajantes.

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Ángel de Venganza (1981): También conocida por Ms. 45 de su título original. El autor de la sinopsis anterior, me definió ésta: "Es de una tía a la que violan dos energúmenos y se dedica a exterminar maromos por los callejones". Otra vez, muertes violentas y callejones. El Ferrara más de los bajos fondos y los bajos instintos. Yo, añado, también podía ser la versión femenina de aquellas películas de venganza que hizo populares Charles Bronson en la Cannon y que ahora actualiza tan bien Liam Neeson, pero en versión mucho más violenta. Por cierto, la chica es Zoë Tamerlis Lund, que luego coescribiría el guión de Teniente Corrupto.

El rey de Nueva York (1990): Tras firmar dos capítulos de Miami Vice (sic) y la más reposada China Girl, Ferrara poso su bilis en el género gangsteril. Para eso contó con Christopher Walken -un seguro de vida a la hora de interpretar a un personaje que lleva violencia en las venas en lugar de sangre- que da vida a un mafioso que quiere recuperar las calles, tras pasar un tiempo en prisión, y lo hace a hostia limpia y disparando a todo lo que se menea. Drogas a mansalva, que para eso se dedican a los trapicheos. En plena batalla también aparecen David Caruso, Laurence Fishburne, Wesley Snipes o Victor Argo. Y es que Abel siempre ha tenido muy buen ojo para los actores. Años después, volvería a acercarse al género con más reposo, y eso que tenía a Vincent Gallo como uno de los protagonistas, en lo que sin duda es su gran obra maestra El Funeral (1996). Un retrato casi 'bergmaniano' de una familia mafiosa.

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Teniente Corrupto (1992): Harvey Keitel interpreta a un policía que convierte a Torrente en una hermanita de la caridad. Aficionado al juego, fan de las drogas y del sexo (no consentido) en iglesias, exhibicionista… una joyita que pasea por las calles de Nueva York imponiendo su ley. Vamos, saltándose la de los demás. Una oda a la inmoralidad que Ferrara filma sin escatimar ni uno de los morbosos detalles. Es tan influyente, que hasta Werner Herzog quiso meter mano a la historia con su propia versión sureña, en otra joya protagonizada por Nicolas Cage a tope de adrenalina.

Body Snatchers (1993): Llega el terror, no podía ser de otra manera. Ferrara aporta toda su imaginería bizarra a la puesta al día de La invasión de los ultracuerpos, de Don Siegel, y limpia el mensaje político de la original para quedarse en el esqueleto y la carne (sobre todo la carne) de la historia. Es un delirio psicotrónico, que aguanta a regañadientes el paso del tiempo, y que hay que ver con simpatía. Sigue dando algún escalofrío que otro. Ferrara le cogió gusto al género y filmó al año siguiente Addiction, una joya underground, con la musa indie Lily Taylor convertida en vampira, sorbiendo sangre negra como el asfalto y citando a filósofos como el que lee la lista de la compra. A la altura de El Funeral.

The Blackout (1997): Ferrara dio carpetazo a la década con New Rose Hotel -prescindible, pese a que saliera Asia Argento- pero antes entregó un thriller bizarro, para el que reclutó a la modelo Claudia Schiffer y a la francesa Beatrice Dalle. El cartel jugaba con la tensión sexual desbocada entre ambas, luego no era para tanto. La llevó al Festival de Cannes y la crítica la destrozó, no debió de entender bien el carnaval de sexo, violencia y sueños chungos que se soltó Ferrara en esta ocasión. La protagonizaba Matthew Modine y Dennis Hopper tenía un papel. Motivos de sobra para reivindicarla y recuperarla ya del cajón de los DVD's que compraste y nunca viste.

Welcome to New York (2014): Antes de Pasolini, Ferrara se acerco al género de la biografía con esta película, (muy) basada en los excesos de Dominique Strauss-Kahn. Ferrara consiguió domar a Gerard Depardieu, algo que no es tan sencillo, y desnudarlo frente a la cámara en varias ocasiones. Porque aquí de lo que se trata es de filmar las orgías sexuales para darle una hostia a mano abierta al sistema capitalista. Ferrara se puso serio, pero sin perder el tono gamberro y disparatado que merecía la historia del que fuera mandamás del FMI.