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Me acosaron a través de Wallapop y Milanuncios

Hablamos con las tuiteras que han denunciado el acoso a través de este tipo de redes y con una psicóloga experta en violencia de género para entender este fenómeno.

El acoso se reinventa y aquellos que lo llevan a cabo encuentran nuevos métodos para molestar y amedrentar a las mujeres. Los mismos que intimidan por la calle o en un bar, aprovechan los medios de comunicación emergentes desarrollar conductas abusivas. Las primeras alarmas saltaron cuando

Alba (@albatardellum)

denunció esta forma de violencia en su cuenta de Twitter, hablando públicamente del acoso que había sufrido por parte de un repartidor de MRW

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. Además de entregar paquetes, el sujeto se ofrecía para dar "masajes relajantes". La propia afectada confirmó en esta red social que si no había tramitado la denuncia de manera oficial era porque sentía miedo.

Aprovechando que su testimonio puso el foco sobre un problema del que solo habíamos visto la punta del iceberg, decenas de chicas se atrevieron a contar las horribles experiencias que habían vivido anteriormente. Este fue el caso de Arikel (@sicksaddaria), que respondió al mensaje de Alba explicando que ella también había sufrido acoso por parte de un repartidor. "Yo no sabía quién era porque no había foto. Un desconocido que tenía todos mis datos personales me estaba ofreciendo masajes a domicilio y encima yo vivo sola. Además, fue muy insistente; el primer "hola" lo recibí el 8 de enero, lo ignoré, y volvió a insistir 18 días más tarde. Es una situación muy desagradable y que da bastante angustia, por mucho que la gente diga "pues lo ignoras y ya está, vaya drama". Nunca sabes quién se puede poner violento o no", nos comenta.

Las dos tuiteras, además de encontrarse con los testimonios de otras chicas que habían sufrido un tipo de acoso similar, tuvieron que enfrentarse a los cientos de trolls que las culpabilizaban de lo sucedido y las castigaban por haber hecho de este suceso algo público. Al fin y al cabo, "el chaval había sido educado" y podría perder su puesto de trabajo. Uno de ellos se justificó ante Alba argumentando que tampoco la habían violado, como si esta fuese la única afrenta apelable, y otro aludió al amor romántico para justificar estas "locuras". Arikel también ha tenido que aguantar las injurias de aquellos que sienten una extraña empatía hacia la figura del acosador. "Básicamente, me llaman fea, y me dicen que cómo va a intentar acosarme alguien con la cara que tengo. También me sueltan que por qué no le masajeé la polla al repartidor, y que seguro que si hubiese sido un tío guapo o con pasta, me lo hubiese follado".

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Hace dos semanas, Marina Menegazzo y María José Coni, dos jóvenes argentinas de 21 y 22 años fueron asesinadas en la playa de Montañita, Ecuador. La mayoría de los medios señalaron que las chicas viajaban "solas", dando por sentado que ir acompañada de una amiga no es suficiente y que tampoco te exime de un posible peligro. El mensaje está claro: si decides correr riesgos, podrían matarte. De nuevo, el foco (y la responsabilidad de lo ocurrido) se pone sobre las mujeres, y no sobre el sistema que favorece este tipo de comportamientos. Las mujeres debemos tener cuidado controlando nuestras salidas a según qué horas y por según qué lugares. Eso sí, somos seres libres.

Isabel García, psicóloga clínica y especialista en violencia estructural y de género, nos explica el porqué de este tipo de prácticas. "En la sociedad patriarcal en la que vivimos, los comportamientos de abuso y acoso hacia las mujeres están "normalizados", suceden continuamente y convivimos con ellos a pequeña y gran escala. En el inconsciente colectivo, esto está bien grabado, así que para que lo saquemos a un nivel consciente, normalmente hay que hacer un esfuerzo educativo-intelectual y luchar contra esa estructura abusiva en la que estamos insertos y de la que, en mayor o menor medida, participamos. De ahí que se minimicen los daños y se culpabilice a la víctima".

La tuitera @MrsLalupa, que ha decidido no ofrecer declaraciones, mostró en su cuenta de Twitter cómo uno de los usuarios de Wallapop intentó ligar con ella después de haberse interesado por uno de los productos que este vendía. Cualquier medio es bueno para hacerse con el número de teléfono de una mujer e intentar concertar una cita. Cristina Rubio sufrió esta lacra social mientras buscaba trabajo, a través de la página de búsqueda de empleo, Milanuncios. El acosador visitaba webs en las que las chicas publicaban su teléfono, y se ponía en contacto con ellas con la excusa de ofrecerles falsas ofertas de trabajo. Tanto en su caso como en el de Nerea, otra de las chicas acosadas que ha preferido mantener su anonimato, el modus operandi del hostigador ha sido similar.

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Cristina Rubio nos cuenta cómo lo vivió ella. "Me llamó, me comentó cómo sería el 'trabajo' y me ofreció una entrevista. Me pareció todo bastante normal, así que no pensé que pudiese pasar nada malo. Me citó en las puertas de un centro comercial de Oviedo donde suele haber oficinas y en donde él, aparentemente, tenía una. Cuando llegué, después de hablar cinco minutos, me cortó y me comentó que tenía el coche justo al lado, mal aparcado, y que si me importaba acompañarlo un momento para hablar tranquilamente. Mucha gente me tacha de tonta por haberme subido con él. Sí que es verdad que al rato empezó a parecerme todo aquello un poco raro, así que me puse en alerta. No tardé ni cinco minutos en bajarme pero, en ese momento, en un sitio con tanta gente, tanto tráfico, y viéndolo a él tan "normal", lo último que pensé es que pudiese ser alguien así. No todo el mundo tiene que ser malo, piensas. Cuando me bajé, me pidió el currículum para tener mis datos, y se ofreció a llevarme a casa. Yo me negué".

La lógica que opera en sus cabezas es la que les han contado: que la mujer está ahí para complacerlo, que es un objeto para que él lo use, que da igual lo que diga o lo que sienta, y que si lo rechazan, esto es una humillación para él, que, además, no sabe lidiar con la frustración si no es a través de la agresividad. Un cóctel molotov.

En el caso de Nerea, la cosa ha ido más lejos, por lo que ha decidido contarlo a través de su página personal de Facebook. Para ella, es fundamental que su historia llegue al mayor número de gente posible para evitar que este tipo de sucesos se repitan. "Recibí una llamada de un chico que supuestamente buscaba camarera. Me comentó un poco por encima qué ofrecía y qué necesitaba; hasta ahí todo me pareció lógico, nada fuera de lo normal, así que le dije que estaba interesada y ese mismo día quedamos a las 22:30 porque, según él, "llevaba toda la tarde con entrevistas". Como también le ocurrió a Cristina, el acosador arguye una excusa para que Nerea se suba con él a su coche. "Ya dentro, mientras me habla sobre el supuesto trabajo, me empiezo a dar cuenta de que vamos en dirección al monte Naranco, hacia la estatua de Cristo. Es allí donde empiezo a ponerme nerviosa, le pregunto a dónde vamos y se justifica diciendo que "allí está más relajado para hablar". En ese momento ya no parecía todo tan normal. Cuando llegamos arriba, empezó a hacerme preguntas groseras sobre mi cuerpo, tocándome varias veces para "comprobar si era lo que él buscaba". Yo solo podía pensar en que estaba allí sola, de noche, y que quizás si le paraba los pies de mala manera, la cosa sería peor. Tuve miedo, le pedí varias veces que me bajase y al final aceptó. Me metí en mi coche, me encerré, y esperé a que arrancase por miedo a que me siguiese. Desde entonces, no he vuelto a salir de casa ni he hablado sobre este tema con nadie hasta ahora. Me daba miedo y sentía vergüenza".

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En ambos casos, el acosador no solo ejerció su presión sobre las chicas sino que, además, se aprovechó de la situación de precariedad agravada por el hecho de ser mujer, al sufrir los recortes de la crisis económica en mayor medida. "Pensar que alguien haya podido ser capaz de jugar así con la necesidad de la gente es increíble. Después de lo ocurrido, me llevé un gran disgusto porque llevaba tiempo buscando trabajo, realmente lo necesito, y cuando creía que por fin me saldría algo, me vi en medio de un engaño. Además, también piensas en qué pudo haber acabado todo esto, y te asustas aun más. Ahora me siento totalmente desconfiada y me está costando ponerme otra vez a buscar trabajo porque ya no sé con qué me voy a encontrar", nos cuenta Cristina.

Si hemos sufrido algún episodio de acoso, García recomienda abordar el trauma de manera terapéutica: "Es necesario lidiar con el miedo para impedir que nos bloquee y no nos deje ser nosotras mismas. En mi consulta trabajo, sobre todo, con mujeres, y TODAS tenemos o hemos tenido que trabajar emocional y psicológicamente las situaciones de acoso, abuso, humillaciones, etc., que hemos sufrido a lo largo de nuestra vida por el hecho de ser mujeres".

Afortunadamente, el hombre que decía ser dueño de un pub en Asturias se encuentra detenido y cumple condena en la prisión de Villabona. El fin de semana, aprovechando sus permisos penitenciarios, realizaba las falsas entrevistas. Desde que Cristina lo hizo público, se pusieron en contacto con ella otras diez chicas a las que este hombre también acosó. "Y las que habrá que no se atreven a contarlo por miedo o vergüenza", insiste la joven.

Pero el abuso de poder no solo opera en una dirección. Como si de una película de terror se tratase, muchas chicas que han sufrido este tipo de agresiones denuncian casos en los que el que ejerce el acoso es el instalador de internet, el dependiente de una tienda de ordenadores e incluso un empleado de Bankia. Algo similar le ocurrió a Brigitte Aguilera ( @Brigitte_ayw). Una noche, mientras paseaba, se encontró con una perrita perdida y decidió llevarla a casa. Le sacó unas fotos y lo publicó en su Facebook junto a su contacto para que así sus dueños pudiesen localizarla. Como tenían su número de teléfono, algunos hombres aprovecharon para agregarla y acosarla. "Recibí muchos mensajes desde ese día, pero ninguno preguntando por la cachorrita. Todos eran de acosadores, que me escribían cosas escalofriantes e incluían fotografías pornográficas. Evidentemente, me sentí bastante asqueada y decepcionada a partes iguales. Me llegaron incluso un par que me decían "sé dónde vives" y, por esa razón, tomé la decisión de asistir a clases de defensa personal", nos explica Brigitte.

Sorprendentemente, muchos de los hombres que ponen práctica este tipo de acciones se enfadan cuando la mujer a la que acosan les pone el freno. Isabel García se lamenta: "La lógica que opera en sus cabezas es la que les han contado: que la mujer está ahí para complacerlo, que es un objeto para que él lo use, que da igual lo que diga o lo que sienta, y que si lo rechazan, esto es una humillación para él, que, además, no sabe lidiar con la frustración si no es a través de la agresividad. Un cóctel molotov".

El acoso se perpetúa gracias a los mensajes que desde pequeños recibimos a través de multitud de formatos, en los que se nos explica hasta la saciedad en qué consiste ser un hombre y una mujer. Se nos cuenta, también, cómo deberíamos comportarnos según el sexo que se nos ha asignado al nacer. La idea de "hombre" solo cobra fuerza cuando se presenta como ese sujeto que está por encima de la mujer y que tiene derecho a ejercer su opresión sobre ella. Si no educamos a las nuevas generaciones en igualdad, este tipo de conductas se seguirán sucediendo. García lo explica mejor: "Los acosadores son hijos "sanos" del patriarcado, sí, pero el patriarcado es muy capaz de generar psicópatas en serie si nadie hace nada por evitarlo".

Si alguna vez has sido víctima de este tipo de acoso o alguna otra forma de violencia machista, no dudes en denunciarlo llamando directamente al 016, el teléfono de ayuda a la mujer contra la violencia de género.