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Un secreto entre surfistas

De la mano de Canon, nos acercamos hasta las orillas de Soorts-Hossegor con una Canon EOS 5D Mark III para fotografiar las olas y hablar con los surfistas, miembros de una comunidad única y singular.

Situada en la costa suroeste de Francia, la fosa marina del Golfo de Capbreton da forma a las aguas que entran del Atlántico creando las olas con las que sueñan todos los surfistas.

Cuando en los años 60 se descubrió la calidad que tenían estas aguas para hacer surf, la voz se corrió deprisa. No pasaría mucho tiempo hasta que surfistas de Australia, EE. UU. y de toda Europa se acercasen hasta la población de Soorts-Hossegor ansiosos por sentir el poder de las olas. Desde luego, no es un lugar para cobardes: un metro cúbico de agua pesa una tonelada y durante algunos meses, las olas normalmente sobrepasan la altura del pecho.

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Sus legendarias olas han situado a Hossegor entre uno de los destinos más importantes de Europa para hacer surf. Para los entendidos, es sin lugar a dudas mejor opción que la vecina población de Biarritz, más grande y ostentosa.

«Hossegor es el mejor lugar de Francia para hacer surf», comenta Adrien Toyon, un surfista profesional de Isla Reunión, considerado uno de los 100 mejores surfistas del mundo. «Los mejores surfistas están aquí. La calidad de las olas es simplemente increíble. Cuando se dan todas las condiciones, puedes coger las mejores olas del mundo».

«Todo el mundo se muda aquí por el surf», dice Alex Obolensky, residente de Hossegor y copropietario de la empresa local Wasted Talent. «Es un lugar multicultural. Hay alemanes, británicos, escandinavos y, por supuesto, franceses y españoles; además de bastantes australianos, que se mudan aquí por el surf y el trabajo, ya que es donde se encuentra la industria del surf en Europa».

Hossegor ha sido, desde hace mucho tiempo, destino para artistas y escritores franceses. Desde principios del siglo pasado, esta región atraía cada verano a una comunidad de artistas que se asentaban a orillas del lago de Hossegor. Su influencia ha quedado patente en la arquitectura innovadora de las casas que levantaron y en la larga tradición, que todavía hoy continúa, de residencia de verano de gente relacionada con el mundo artístico. Sin embargo, a medida que muchos surfistas se han ido asentando en las últimas décadas, el lugar ha desarrollado un carácter distinto.

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Las tiendas de surf y de ropa relacionada con la industria empezaron a proliferar, así como cafeterías y bares donde juntarse fuera del agua. Fotógrafos, dibujantes, diseñadores gráficos y músicos de toda Europa, atraídos por el ambiente relajado y por el espíritu de comunidad, empezaron a dejarse caer por Hossegor, muchos de ellos, también surfistas. Alrededor del año 2000, Quiksilver inauguró una competición anual para profesionales, que también acoge muestras de arte.

«La mayoría de la gente aquí trabaja en la industria del surf; es la fuerza motora de la cultura», dice Alex. «La gente busca cada vez más hacer cosas diferentes, no solo hacer surf. Todos nos apoyamos, tanto fuera como dentro del agua. Creo que es un buen lugar para crear influencia».

Un día normal en la vida de estos peregrinos de las olas comienza temprano, sobre todo en verano, cuando todo el mundo se levanta con la primera luz del día. Los coches llenos de gente se dirigen hacia la playa mientras por el camino se llaman para saber dónde se encuentran las mejores olas. «Si las olas son buenas, normalmente hacemos surf hasta las 8:30 o 9:00», dice Alex. «Luego nos vamos a la panadería a por un café y un cruasán».

Después, cada uno se va a sus respectivas oficinas, estudios o tiendas hasta que se vuelven a reunir sobre la una de la tarde. «Hacemos surf otra vez hasta las tres. Luego nos comemos un sándwich en el coche mientras se nos seca el pelo y vuelta a la oficina», dice Alex. «Normalmente, sobre las seis, quedamos con unos colegas en la tienda y nos tomamos unas cervezas con todo el mundo y, si hace bueno, hacemos surf. Si no, hacemos una barbacoa o una cena y nos vamos a la cama sobre las 11, listos para el día siguiente. No está nada mal».

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Adrien coincide: «Puedes hacer surf en cualquier lugar de la costa. Si encuentras un lugar con buenas olas antes que nadie, puedes marcarte unas sesiones increíbles con tus colegas: es la mejor sensación del mundo».

Conor Maguire, de 21 años y una estrella emergente en la escena del surf, es originario de Irlanda pero, como Adrien y Alex, pasa mucho tiempo haciendo surf en Hossegor. «Normalmente, me gustan más las emociones fuertes que el surf normal, que las olas pequeñas», dice. «Es lo que deseo y en Hossegor puedo hacerlo».

«Cuando era pequeño, el surf no era muy conocido», dice Conor. «Mucho antes de que empezase a hacer surf, vi unas fotos de Richie Fitzgerald, Gabe Davies, Al Mennie y Andrew Cotton, los primeros en hacer surf en Mullaghmore, uno de los lugares con las olas más grandes del mundo. Aquello me asombró».

A la edad de 11 años e inspirado por los profesionales, Conor y su mejor amigo comenzaron a recibir lecciones en un pequeño club de surf en Bundoran (Condado de Donegal). «Cuando bajábamos a la playa, alguna gente mayor que pasaba por allí nos insultaba, pero nos daba igual», dice. «Les devolvíamos los insultos y corríamos hacia la playa pensando que esos tíos no tenían ni idea de lo que se estaban perdiendo».

En Hossegor las cosas no podían ser más diferentes. «Hossegor es un lugar increíble para todo tipo de surfistas ya que hay olas buenas que coger durante todo el año», dice Conor. «La comida y el ambiente nocturno son geniales y el nivel de surf es muy alto, por lo que puedes mejorar bastante rápido haciendo surf con gente mejor que tú. Además, en contra de lo que la gente piensa, los franceses son muy amables».

«Todos estamos pendientes de los demás. Es como una norma que todo el mundo conoce y que no hace falta decir, aparte del instinto natural, supongo; si alguien tiene algún problema, ya sea por falta de experiencia o mala suerte, los demás surfistas ayudan en todo lo posible».

«Probablemente, una de las mejores cosas es coger olas con tus amigos», añade Adrien. «Se trata de divertirse y de vivir el momento».

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