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La guía VICE de lo que está pasando

Un momento, ¿se quedó dormido Albert Rivera en medio del Congreso?

Todo lo que podemos aprender de la sistecita del líder de Ciudadanos.

Ayer empezó a celebrarse la segunda sesión de investidura del Presidente del Gobierno desde las primeras elecciones generales convocadas a finales de 2015. Aquí seguimos. Como no tengo ni idea de política y, de hecho, no sé ni qué significa realmente el sustantivo "política", lo único en lo que me he podido fijar durante esta pantomima —no utilizo la palabra "pantomima" de forma gratuita pues creo que los resultados que hoy mismo se darán durante este primer examen a la candidatura de Mariano Rajoy son ampliamente conocidos— ha sido en los devastadores efectos del discurso de Rajoy.

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— Congreso (@Congreso_Es)30 de agosto de 2016

Ha sido la cuenta de Twitter del Congreso la encargada de distribuir algunas de las imágenes donde aparecen todos esos diputados soñolientos. De entre toda la marea de imágenes que han ido apareciendo en los medios hay una que destaca especialmente. Esta:

Si, vale, la he puesto arriba del texto también, pero vayamos al lío.

Rivera, el hombre cansado. El hombre que envejece más rápido que un hijo al sol, un ser humano cansado y agotado de intentar salvar España. Un tipo que, junto con su equipo, lleva desde las últimas elecciones generales (quiero decir, las anteriores a las últimas) intentando pactar con quien sea para formar un Gobierno y devolver la sensatez y la tranquilidad a las tierras ibéricas conocidas. Pero esta vez no ha podido más.

Joder, soy consciente de que el tipo NO SE SOBÓ, que todo forma parte de la gran mentira de las imágenes, en la que si parpadeas durante más tiempo del estrictamente necesario puede parecer que hayas incluso muerto. Pero juguemos a las ficciones, exageremos este pequeño hecho casual y teoricemos sobre él, a ver qué podemos arrancar de esta estampa y ver qué tesis, mínimamente convincente, podemos elaborar.

Observemos la composición. Tenemos un cuadro dividido en dos partes, mitad superior y mitad inferior, separadas por unas finas líneas horizontales (que son los elementos decorativos de los asientos de la cámara) que cruzan toda la imagen y separan los que están viviendo y sufriendo la tortura (abajo) y los que pueden permitirse el lujo de observar y ser críticos con ella (arriba). En fin, se crea una especie de juego entre protagonista y narrador.

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En esta primera apuesta estética vemos cómo la parte de arriba se nos muestra ligeramente distorsionada, desenfocada, convirtiendo a esos sujetos en algo menos tangible, como si formaran parte de un plano de realidad distinto.

Esta distancia les permite actuar con naturalidad (el bostezo de Sergio Del Campo, la mueca extraña —entre la risa y el colapso— de Francisco De La Torre) mientras que los de abajo deben fingir cierta atención.

Es en este juego donde Rivera se despista y falla, cayendo dormido en la línea de frente. Es, en este caso, el error, el elemento discordante, el motivo por el que este cuadro existe; sin él, esta imagen no importaría nada. Destaquemos también el sutil juego del autor de este lienzo de adelantar ligeramente la silla de Rivera, como diciendo "ey, miradle, os tenéis que fijar en este tipo".

Pero aún hay más. El peso de la imagen se la lleva esta parte central de cuerpos y movimientos, una parte que podríamos delimitar con un triángulo. En cada vértice tenemos a un personaje esencial, en este caso al mismo Rivera, a José Manuel Villegas y a Toni Cantó (arriba). Estos tres vértices señalan las tres piezas clave para entender esta lámina y el papel de Ciudadanos en el mundo.

Fijémonos en las acciones de estos tres reyes magos: Rivera no ve. Villegas no escucha y Cantó no habla. Uno cierra los ojos, otro se tapa la oreja y el último clausura su boca. ¿Os suena esto? ¿Podéis relacionar esto con ciertos monos sabios japoneses?)

Imagen vía

Entre muchas otras interpretaciones, estos monitos representaban la idea de "rendirse al sistema, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción" como espeta la entrada de Wikipedia.

Rivera está cansado, está mayor. Son muchos años de lucha y, por mucho que haya intentado con todas sus fuerzas llegar a la cima de la presidencia, sus brazos no pueden escalar ni un solo centímetro más. Está a punto de tirar la toalla, de soltar la espada y volver, por fin, a casa, con los suyos, con los ciudadanos.