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Así es currar como

Así es currar en un psiquiátrico

Ni habitaciones blancas acolchadas, ni camisas de fuerza, ni jaulas tamaño psicótico. La imagen visual de un psiquiátrico es un video de The Cramps.

Fotograma del videoclip de Eminem The Real Slim Shady

Ni el Violently Happy de Björk, ni habitaciones blancas acolchadas, camisas de fuerza, jaulas tamaño psicótico, el final del Mommy de Dolan, la práctica totalidad del metraje de Murieron por encima de sus posibilidades, la lobotomía del Cuco de Jack Nicholson… Si precisáis de un complemento visual y musical para un psiquiátrico, mirad esto:

Visita que se marcaron The Cramps al psiquiátrico de Napa allá por el 78.

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Yo a los Cramps los vi en un Paredes de Coura, jamás en un psiquiátrico, pero he trabajado en unos cuantos. Me gustan esas imágenes, por un lado que muestran los inicios de la apertura de los antiguos manicomios, aunque sea de puertas para adentro; y por otro por los bailes. Esos movimientos libres, no reprimidos, donde la música agita brazos, piernas y esternones sin ningún tipo de impostura neurótica, ni un qué dirán ni un no sé bailar por vergüenza.

Hace ya muchos años, décadas, se intentaron abrir las puertas de los psiquiátricos. El objetivo era la integración en la Comunidad, el empoderamiento del sujeto psicótico y la libertad individual. Se hizo en sitios como Trieste (Italia) y yo tuve la oportunidad de conocer in situ cómo funcionaba. Lo que para un terapeuta es algo así como que a un diseñador le bequen para un master en Saint Martin. El psiquiátrico era un punto de encuentro y reunión, al que acudir tanto triestinos como pacientes, sin puertas ni cerrojos, ni contenciones mecánicas, ni ingresos no deseados. Pero esto no siempre es así, empeorado por ese terrible y falso binomio que nos intentan colar: enfermedad mental-crimen. A ver… claro que me han pegado y he vivido situaciones de mucha tensión, pero no creo que mayor que la que sufre el personal de Urgencias o los responsables del mostrador de Iberia. Si esperabais sangre y moretones, el psiquiátrico no es vuestro lugar.

La autora del artículo

A mí en el psiquiátrico me gusta pasear y sentarme a fumar pitillos con P, que me pregunta por la jornada laboral, que si estoy a gusto, que ya debo saber que él es el director del hospital. Una vez nos fuimos juntos en transporte público -cuando yo salía de una guardia y él se iba a alguna exposición en el centro- y a una mujer que se sentó a nuestro lado le explicó lo buena empleada suya que yo era. Si fumo con P tengo que tener cuidado que M no me vea, porque si no me gritará "Doctoraaaaaaa, no fumeeeeeee". Es que yo aún no lo sé, pero según M estoy embarazada de trillizos, no me dolerá y serán superdotados. Cuando termina su profecía, ambos nos reímos. Mientras, R se maquilla como una puerta y se pasa la cuchilla por el mentón y el bigote, a mí se me escapa un "estás tola", cuando la veo en el pasillo, cuchilla para arriba cuchilla para abajo. Ella me argumenta que así le queda mejor, ella sabrá. Con J canto "don´t worry be happy", pero cuando la angustia le atrapa nos manda a la porra.

¡Ay la angustia psicótica!, las voces, el delirio… si arremeten agresivamente, el rictus cambia. En un giro un tanto elevado por mi parte, me gusta pensar que es en ese punto donde la creatividad del profesional se pone a disposición del delirante. Cómo llevar toda la trama psicótica (la persecución, la intromisión, los chillidos…) a un plano mucho más benévolo. Hacer un giro en su propio guión delirante, que permita no tanto asirse a la realidad como distanciarse del terror. Porque no os olvidéis que lo nuestro no consiste en callarlos, encerrarlos y privarlos, si no en que puedan manejar su vida,a su manera, con sus excentricidades y peculiaridades, pero sin sufrir de esa forma. Su historia la saben ellos, nosotros sólo les ayudamos a intentar resolverla. Y qué queréis que os diga, algunas de las historias más descabelladas que he escuchado no las protagonizan pacientes. Lo bizarro, lo freak, lo peculiar y excéntrico me fascina. Y si eso no enriquece nuestro día a día, que baje Franco Basaglia y os repita eso de "De cerca nadie es normal".