El clima de Barcelona es perfecto para las motos, así como para los deportes acuáticos, los congresos de todo pelaje, las piscinas olímpicas y la abulia. Así lo demostró nuestra visita al Barcelona Harley Days. Contra todas nuestras expectativas, el evento montado por la marca que apadrinó la angustia existencial de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial (los que renunciaron a empantanarse en la felicidad obligatoria del matrimonio, las hipotecas y como hunos modernos huyeron en sus caballos de hierro hacia el oeste) tuvo más de inofensiva feria dominguera que de reunión anual de conspiración motorista criminal.
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Junto con las cervezas recalentadas por el sol y el humo empalagoso de los infinitos chiringuitos con barbacoas, asistimos con la fotógrafa Anna Roig al desfile del Orgullo de la Parafernalia Motera (chaquetas de piel customizadas, botas tan brillantes que serían la envidia de Luftwaffe, camisetas de Guns n' Roses saqueadas de algún trasnochado armario juvenil) acompañada por esposas condescendientes pero que turbadas por la vergüenza ajena evitaban posar ante la cámara.Por supuesto que no faltó la Típica Pareja de Abuelos Sexagenarios Curiosos que descienden de su platillo volante para hacer su aparición fugaz en este tipo de eventos, así como los socios de los varios Country Club de Cataluña que con su entusiasta y sincronizada coreografía de line dancing completaron el sofocante ambiente geriátrico reinante.
