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Cultură

Este piso de 30 m² cuesta 1.500 euros al mes, ¿qué coño?

Barcelona está repleta de pequeños pisos cuyo metro cuadrado cuesta más que tu vida.

Una serie de pisos de unos 30 m² por más de mil euros al mes. Captura de pantalla vía idealista.com

Llevo mucho, mucho, mucho tiempo (dos horas y media) mirando portales de internet e instalándome aplicaciones de alquiler de pisos y entristeciéndome con todas esas fotos de espacios vacíos y cuevas oscuras.

Estos lugares (los portales de compra y venta de alquiler, no los pisos en sí) son sin duda un estremecedor retrato de los sueños y desesperación de la gente. Uno proyecta un piso ideal en su mente —una estancia con toques Van der Rohe, con amplias puertas y ventanales de cristal que dan a una terraza serena y precisa—, un piso que no existe y que choca con la realidad de que lo único que te mereces con tu paupérrima nómina es un cubo oscuro y húmedo en Horta. En fin, lo que has generado durante todos tus años de vida equivale a un piso de mierda.

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Dejando las divagaciones aparte, es imposible no toparse con ofertas sensiblemente ofensivas. En el caso que nos atañe tenemos a un grupúsculo de varias estancias situadas en la parte marítima de la capital catalana que algunos habitantes locales llaman la Barceloneta. Las características de estos inmuebles son bien sencillas: pisos de unos 30 m² cuyo alquiler ronda los 1.000 euros.

Sí, esto está pasando. ¿Qué coño pretendes, Barceloneta? ¿Es que acaso hay partículas de oro flotando en tu regazo?

Fue en 2014 cuando los vecinos de este barrio terminaron hasta las pelotas de todo el horror (gente borracha, gente desnuda, heces y este tipo de maravillas) que generaban los turistas que venían a Barcelona y alquilaban pisos o habitaciones por días en esta vieja barriada. Los vecinos salieron a la calle y protestaron contra ellos, contra esos mamíferos producto de la cultura del turismo barato e inmoral que lo único que, inocentemente, pretendían era marcarse una juerga contundente y pillarse un buen pedo.

Ciertos portales de internet ayudaron a que aumentara este tipo de flujo turístico y se concentrara en esta acribillada zona de la ciudad. Con cierta demora, el ayuntamiento tomó medidas para controlar el alquiler ilegal de viviendas por días que se encontraban fuera del Registre de Turisme de Catalunya y que, por lo tanto, no pagaban la tasa turística.

Estas ofertas parece que estén actuando en el limbo entre el alquiler turístico y el convencional

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La historia no terminó aquí pues por lo que parece las medidas no fueron suficientes, al menos en esta zona de la ciudad, y las manifestaciones siguieron tanto en 2015 como durante este presente 2016. Los vecinos, inicialmente, denunciaron 900 pisos que actuaban de forma ilegal, actualmente solo operan legalmente 72 y se cree que se siguen alquilando pisos y habitaciones sin formar parte del registro turístico.

En el caso de este tipo de pisos de precios desfasadísimos que comentaba al principio, el mismo anuncio concreta que son viviendas que deben alquilarse como mínimo durante 45 días, pues si el período es inferior a un mes se considerarían pisos turísticos y deberían contar con la licencia que exige el ayuntamiento.

En fin, estas ofertas parece que estén actuando en el limbo entre el alquiler turístico y el convencional. Si bien no se busca alquilar por días sí que ofrecen realmente un alquiler destinado a gente de paso, no a gente cuya intención sea encontrar un hogar y reproducirse.

Estos precios desorbitados excluyen a los propios ciudadanos habituales de la urbe pues exigen unas cantidades que probablemente solo se puedan permitir turistas, estudiantes o empresarios extranjeros que tengan que instalarse de forma temporal en Barcelona. Todo, claramente, forma parte de esta gran orgía que ha convertido ciertas ciudades en un parque de atracciones para foráneos.

Esto ha hecho que en la zona aumente el número de comercios y servicios destinados únicamente al turista —en detrimento de las tiendas realmente útiles para los vecinos— como los supermercados abiertos las 24 horas del día que dispensan alcohol o esos negocios de alquiler de segways y otros aparatos similares.

Si bien es cierto que en toda la ciudad el precio del alquiler ha aumentado, las cantidades mensuales que exigen estos pequeños —30 m²— inmuebles dejan entrever que se está jugando a una liga completamente distinta. La ley concreta que los pisos turísticos no pueden anunciarse en portales vacacionales y es precisamente por esto que están obligados a comercializarse por otras vías, como los portales inmobiliarios de alquiler convencional, no turístico, como es en nuestro caso.

Es por esto que el cerebro se nos vuelve loco cuando estas ofertas se ven desplazadas hacia un entorno de alquiler normal y, hasta cierto punto, sano. Lo que está claro es que estos pequeños pisos de 1.500 euros no van destinados a nosotros. Nosotros, esos seres que habitan en cuevas oscuras y húmedas fuera de la parte visible de la ciudad.

*Hemos intentando contactar con Engel & Völkers Barcelona, una de las inmobiliarias que más pisos como estos ofrecen, para conocer su opinión pero todavía no hemos obtenido respuesta.