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Los berlineses están en lucha contra el aburguesamiento hipster

Y parece que lo van a conseguir.
Matt Shea
London, GB

Han pasado 23 años desde que el Muro de Berlín fue demolido, y ahora han vuelto las apisonadoras. Esta vez, sin embargo, nadie está aplaudiendo.

Cuando se supo que se planeaba construir un complejo de apartamentos de lujo justo encima de la sección del muro protegido (conocido como East Side Gallery), se presentaron 6.000 personas para detener los equipos de demolición, demostrando que la ironía sigue viva en una ciudad que hizo historia derribando dicho muro.

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Durante un tiempo, la protesta pública pareció funcionar. Se firmaron peticiones, artistas locales expresaron su indignación y David Hasselhoff se casó con el muro como protesta (sorprendentemente, esto no es lo más raro que ha hecho el actor en su carrera profesional, por lo que la gente no se tomó muy en serio su acto apasionado). El constructor en cuestión, Maik Hinkel, pareció sorprendido ante esta respuesta y aseguró a los berlineses que se hablaría con el alcalde de la ciudad para llegar a un acuerdo. Pero el miércoles pasado, bajo el cobijo de oscuridad, Hinkel rompió su compromiso y eliminó para siempre ocho metros de historia. ¿La peor parte? El vigilante de la playa se quedó sin luna de miel :(

La policía vigilando el East Side Gallery. Foto de Ash Clark

Se habían eliminado antes otras secciones del muro, pero nunca se ha disparado una reacción tan fuerte. La mayoría de los manifestantes con los que hablé estaban más preocupados por los caros apartamentos que iban a reemplazar el muro, que por el muro en sí, ya que actualmente, la palabra que está en boca de todos los berlineses es "aburguesamiento".. Manifestantes cerca del muro. La señal dice: "Berlín no está en venta". Foto de  Nina Hüpen-Bestendonk.

Berlín está cambiando y eso no es ningún secreto. Hoy en día, un domingo por la mañana, el distante sonido del equipo de sonido del Berghain queda ahogado por el palique de los estudiantes de intercambio americanos que beben café en cafeterías cuquis.

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Y la expresión “Silicon Allee” (Berliner Alle es curiosamente una calle de Berlín) aparece frecuentemente, junto a “Silicon Roundabout” y “Silicon Forest”, en la creciente lista de ciudades que tienen la suerte de obtener su propia versión de la metonimia favorita tecnológica de California. El precio de la vivienda ha subido más de un 32% desde el 2007 y, mientras que el Wall Street Journallo llama " hervidero de talento" y los profesores de arte lo califican como "el sitio donde hay que estar," no  todo el mundo parece tan emocionado.

Poster Pro-hipster del grupo Hipster Antifa Neukölln. El título dice: "Aburguesar el barrio: más bares, más wifi, mas mercados orgánicos." 

La retórica anti-hipster es tan frecuente estos días que incluso ha provocado que grupos defensores pro-hipster contraataquen (¿ser anti-anti-hipster es el nuevo hipster?). Los hipsters son lo que llaman universitarios "medio aburguesados": típicos artistas que emigran a barrios de alquileres baratos y hacen que la zona se ponga de moda, saliendo en revistas que piensan que las instalaciones de vídeo en casas okupas es guay. Al final los alquileres suben echando a la comunidad existente (en este caso, la mayoría es turca) que lleva viviendo ahí muchos años. Es la misma historia, de Dalston a Neukölln, con exactamente los mismos indicadores: kebabs y la música dance son la cara del aburguesamiento europeo del siglo XXI.

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Un cartel de "no en venta" fuera de la casa okupa Køpi 137.

No obstante, a diferencia de Londres, esta es una ciudad que valora su "Mietrecht", es decir, los derechos del arrendatario. Y se niega a rendirse sin antes luchar. La mayoría de gente ve el aburguesamiento como una fuerza imparable, pero Berlín quizá sea la primera ciudad con la posibilidad de hacer frente con eficacia esta idea preconcebida.

Dos semanas antes de la primera manifestación en el muro, 500 personas se reunieron para protestar en contra del desalojo de una familia que no podía permitirse la subida del alquiler. Quemaron 15 coches y dejaron a 15 policías heridos. Protestas similares han tenido lugar casi cada semana en los últimos dos meses y el pasado martes hubo una que se puso particularmente violenta. No es fácil concretar porque se están intensificando las protestas ahora, tras años de aumento progresivo de los alquileres, pero sí que podemos decir que el contragolpe se está volviendo más violento.

La casa okupa Køpi 137 sigue en su sitio a pesar de varios intentos de desalojo

En la primera línea del debate están los okupas. Durante un tiempo la gente pensó que no tenían nada que hacer, pero en una ciudad donde los ancianos okupan asilos para evitar su cierre, es posible que tengan opciones de ganar.

Cuvry Brache es un "espacio libre" que obtuvo el derecho de existir a pesar de los intentos de desarrollar la zona. La gente acampa en tiendas de campaña y monta festivales en verano. 

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La existencia de los okupas es una paradoja. Los que residen en Køpi 137 y en Cuvry Brache okupan en el barrio de Kreuzberg ahora que el aburguesamiento amenaza su existencia, pero también saben que su existencia promueve el aburguesamiento. Cuántos más okupas hay en Kreuzberg, más atractivo se vuelve el barrio para los modernos de clase media y las inmobiliarias que, inevitablemente, prosperan sobre ellos.

La solución a este círculo vicioso conducido por el aburguesamiento de hipsters es rodearse de graffittis dicendo cosas como "No turistas, no hipsters, no yuppies, no fotos" y perseguirte con perros si te ven apuntando tu cámara hacia ellos. De hecho, la forma en que conseguí hacer fotos fue ir cuando medio metro de nieve obligaba a los okupas a quedarse dentro.

Una tienda india en Cuvry Brache.

Aquellos que no okupan se manifiestan en contra del próximo acumulamiento de aburguesados. Fui a una manifestación organizada por los residentes de viviendas subvencionadas en Kottbusser Tor, una zona en el centro de Kreuzberg. Aunque se supone que es una vivienda social, se está encareciendo hasta el punto de que ya no se lo pueden permitir.

Matthias Clausen, uno de los organizadores de la manifestación, nos contó que cada año reciben una carta del propietario en el que les informa de una subida del alquiler del 13% por metro cuadrado. El aburguesamiento les hace sentir que esto es una cuenta atrás hasta el día que tienen que marcharse de sus hogares.

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Vecinos manifestándose en contra de la subida del alquiler en  Kottbusser Tor. El cartel dice: "Nuestros vecinos están aquí para quedarse. Incluso aquellos que reciben ayudas."

Matthias nos dijo: "Nos manifestamos porque el alquiler es tan alto que no lo podemos pagar. Vivimos en viviendas sociales, así que nuestro alquiler es subvencionado, pero aún así es demasiado para nuestro barrio, que es uno de los más pobres de Berlín."

Le pregunté si muchos de sus vecinos estaban siendo desalojados y me dijo que sí, que se envían unas cinco o seis cartas de desalojo cada día. Por ahora, han conseguido evitar muchas de ellas.

"El nuevo Berlín depende de los fundamentos de los viejos berlineses. Aquí vienen los estudiantes y los artistas porque el alquiler es barato. Esta cultura vanguardista se destruye a sí misma porque hacen que se eleven los precios. Muchos de mis amigos se sienten mal por vivir aquí porque sienten que son parte del problema, pero no es sólo un proceso automático del libre mercado. Hay individuos que invierten, que también hacen que suba el alquiler y hay maneras de llevar este problema. Hay gente tomando decisiones y el proceso de tomar estas decisiones es algo sobre lo que podemos influir.

Más protestas en contra de la subida de alquileres. El cartel dice: ¡Hay que poner fin a la marginación racista! ¡Y no sólo en el mercado inmobiliario!"

Matthias tiene razón. La mitad de votantes alemanes son arrendatarios, y con las inminentes elecciones federales en septiembre, los políticos se verán enfrentados al problema. El barrio de Pankow ya está imponiendo la prohibición de "modernizaciones lujosas", mientras Peer Steinbrück, el candidato de los demócratas sociales, ha propuesto revivir el programa de viviendas de bajos ingresos que se dejó atrás en los años sesenta.

La destrucción del East Side Gallery puede parecer una sentencia de muerte para el viejo Berlín, pero no tiene por qué ser así necesariamente. Lo importante es que mucha gente se ha manifestado en contra y que están teniendo lugar más y más protestas cada mes. Mientras el problema está alcanzando su momento álgido, el mundo no debería quitarle el ojo a Berlín, ya que quizá proporcionen la primera solución real al aburguesamiento que lleva marginando el patrimonio y destruyendo historia por todo el mundo .

Fotos de Alex Young. Sigue a Matt en Twitter: @Matt_A_Shea

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