No sé si el de taxista es un trabajo de alto riesgo, pero eso es lo primero que pensé cuando llegué a Bombay. La ciudad está llena de coches aparcados y a los conductores no parece perturbarles el caos que les rodea. Ahí están, tumbados, sin mover un músculo. Te descubres pensándotelo dos veces, imaginando cómo hacerte entender por la policía: 'Nadie puede dormir tan a gusto'.Pero sí. La gente de Bombay ha convertido dormir en una forma de arte: pueden dormir donde sea y en cualquier postura, y en este arte los taxistas son los maestros.
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Puedes ver el trabajo de Pedro aquí.