Boxeo en uno de los lugares más peligrosos de Perú

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PhotoEspaña 2015

Boxeo en uno de los lugares más peligrosos de Perú

"Sus puños son sus sueños", el proyecto de Sebastián Enriquez forma parte de la selección de Descubrimientos de PhotoEspaña 2015.

De la columna 'PhotoEspaña 2015'

Sus puños son sus sueños. A veces los títulos de los proyectos artísticos son crípticos, otras veces tan escuetos que es complicado encontrarle la relación con la obra. En este caso resulta tremendamente descriptivo. Las fotografías del peruano Sebastián Enriquez (Lima, 1991) hablan de boxeo, de soñar con que el deporte sea la vía de escape y también de golpes. Los que se reciben arriba de un ring y los que da la vida cuando a uno le pillan con la guardia baja. "El título es una analogía de cómo el boxeo se convierte para ellos en un único sueño alcanzable utilizando sus puños. El boxeo es el entorno que más se parece a sus vidas; lo que sucede en una pelea refleja lo que viven diariamente", nos cuenta el autor.

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Vayamos al lugar físico donde se esfuman (o quizá nacen) estos sueños. Está en su Perú natal, pero queremos que nos hable más del pueblo y de ese campo que sirve de escenario. "El proyecto lo realicé durante dos años en la Escuela de Boxeo Rojitas en el Callao, el puerto más importante y uno de los lugares más peligrosos en Perú. Esta escuela es el semillero de boxeadores más significativo del país, donde niños a muy temprana edad empiezan golpeando sacos de arena para olvidar los problemas de su barrio, de su casa, de su esquina", asegura el fotógrafo que lleva desde 2012 realizando proyectos documentales de largo plazo enfocados en la problemática social local e internacional.

Y los chicos que allí entrenan, ¿cómo son? "Es un lugar donde la mayoría son jóvenes desfavorecidos que luchan por salir de la pobreza, las drogas y la delincuencia y muchos de ellos son huérfanos. Quise mostrar cómo el boxeo representa su lucha y el ring se convierte en un espacio subliminal donde se domestica la violencia a la que se enfrentan todos los días", asegura el autor, que pronto va a fijar su residencia en Barcelona y que ha publicado en The New Yorker , Los Angeles Times , Neue Zürcher Zeitung o El Comercio .

Sebastián llegó al boxeo después de haber practicado Muay Thai, que es lo que despertó su interés por los deportes de contacto. Un profesor fue el que le habló de los lugares donde se forjaban los futuros púgiles ("semilleros", como los llama él) y, por pura casualidad, escogió el Callao. "Y así terminé un día de verano en la bombonera del estadio Telmo Carbajo, donde se situaba en ese momento la Escuela de Boxeo Rojitas. Al principio no llevé una cámara conmigo, no quería apresurarme. Necesitaba que se olviden de mi allí en el gimnasio y eso sólo fue posible con tiempo y compartiendo mucho con cada boxeador".

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¿Qué encontró el fotógrafo de estimulante en el mundo del boxeo? ¿Qué le empujó a tomar estas imágenes? ¿A situarse entre los boxeadores? "La pelea, el encuentro entre dos personas arriba de un ring, ya tuvo muchas páginas de libros, dio mucha inspiración para películas e historias. A mí me interesaba más concentrarme en la preparación de estos boxeadores, en las vidas que llevaban y en lo que significaba para ellos boxear. Esas respuestas no las iba a encontrar en un ring; estaban en sus casas, en sus familias, en la calle".