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Tira p’alante o te pego un palo que t’avío

Dijo el policía a uno de los estudiantes ingleses que se manifestaban.

Atrapados en Parliament Square durante siete horas, los estudiantes se mezclaron con anarquistas y gamberros mientras un montón de cosas ardían, eran aplastadas o meadas.

El 10 de diciembre de 2010, el fotógrafo Henry Langston y yo recibimos una paliza por parte de una brigada antidistubios. Nos encontrábamos en medio de una protesta que fue descrita por la BBC como “la manifestación británica más violenta desde 1987”. El motivo era el incremento del precio de las matrículas universitarias.

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Durante seis horas los policías nos tuvieron bloqueados en Parliament Square, donde 25.000 estudiantes de comunicación con nombres como Edwina Farquington-Rothschild aparecieron ante el ojo público como matones violentos gracias a un grupo de unos 1.500 anarquistas llegados de toda Europa, un montón de garrulos en edad escolar y unos cuantos crustis apestosos. Cuando no estaban meando por todas partes, prendiéndole fuego a cosas, rompiendo ventanas o intentando mangarle el teléfono (pero no su cámara de 1.100 dólares) a nuestro fotógrafo, Henry Langston, los alborotadores arrojaban bolas de billar, latas de pintura y vallas metálicas a los polis y sus caballos. También usaron algo de pintura para plasmar lemas estudiantiles de reciente cuño como “Tory Scum / Suck Your Mum” [Escoria tory / Comédselo a vuestra madre]. Tenemos que mencionar que las manifestaciones fueron inútiles y ahora todos los estudiantes tendrán que pagar el doble que antes para estudiar sociología. Poco antes de eludir tres intentos de atraco, Henry había sido golpeado en la cabeza con una porra por un policía y luego pateado en las pelotas por otro señor agente. “No les hizo gracia que les sacara fotos,” dijo Henry. “Se supone que sólo te pueden golpear en los brazos o en las piernas, así que fue sorprendente sentir el porrazo de su batuta de goma en la frente. Me caí, y mientras otros manifestantes me pasaban por encima, sentí unas cuantas rápidas patadas más en las joyas de la familia por cortesía de varios polis más”. ¿Y qué vas a hacer? “Tatuarme la parte de atrás de sus cabezas en las nalgas”. A medida que transcurría la tarde todo se volvió progresivamente más violento, y enviaron a la policía montada a disuadir a la gente de que prendiera fuego a Parliament Square y rompiera las ventanas de la Corte Suprema. En un momento dado, el artista Matthew Stone, que estaba allí para apoyar a los estudiantes y hacer fotos, oyó a un furioso policía a caballo gritar: “¡Vamooooos, gilipollas, maricones!” antes de lanzarse sobre la multitud. El caballo recibió un golpe de un crusti en la cara. Allá hacia el ecuador de la trifulca nos topamos con uno de nuestros corresponsales británicos favoritos, el escritor y periodista de sucesos Graham Johnson. Al igual que Henry, también a él le sangraba el melón, pero cuando le preguntamos qué pensaba sobre el caos que había a nuestro alrededor –cabinas telefónicas en llamas, excrementos por todas partes, atracos, adolescentes histéricas, etc.– nos miró y dijo: “¿Creéis que esto es malo? Esperad al año que viene”. Antes de que le pudiéramos preguntarle qué quería decir, 25 chavales asiáticos enmascarados y escuchando rap en un boombox empezaron a correr hacia donde estábamos nosotros, incitando a la policía a que cargara de nuevo. Nos separamos, y lo último que vimos fue cómo Graham se llevaba el dedo índice a su sien ensangrentada y el dedo meñique a los labios llenos de saliva, haciendo un gesto que significaba: “¡Ya os llamo luego!” Y eso hizo.

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Los alborotadores lanzaron una valla gigante a los policías.

Vice: Hola Graham, ¿qué tal la cabeza?
Graham Johnson: Tengo un par de heridas, una delante y otra detrás, de un conector de andamios y un trozo de hormigón que me golpearon accidentalmente mientras estaba en los disturbios del 9 de diciembre. Las heridas no son lo importante, lo importante es entender las razones que llevaron a ello. Las agresiones nacen de la ira, que casi siempre es producto de la injusticia. Creo que los estudiantes y anarquistas han sufrido una injusticia. Me remendó un médico de la policía llamado Stewart. Espero que su puesto de trabajo no sea el siguiente en caer, porque necesitamos trabajadores públicos bien preparados como él. ¿Qué opinas de los disturbios en Parliament Square?
Fue el cuarto disturbio con los estudiantes, y por primera vez sentí que la policía estaba bajo una seria presión física. Pude ver cómo habían perdido la confianza. Tenían la mirada de un marine de Khe Sanh cuyo perímetro de vigilancia está a punto de ser invadido. En el G-20 y en la segunda y tercera ronda de disturbios pensé que la policía se había empleado con demasiada violencia. También pensé que no estaban viendo lo que se avecinaba. Yo he cubierto dos guerras y alrededor de diez grandes disturbios en toda Europa durante los últimos 15 años, así que miro a los agentes que están cargando contra estudiantes mal alimentados y pienso: “Vale, ahora quizá os estáis riendo bajo vuestros cascos con recubrimiento de gel. Está muy bien que podáis intimidar a una estudiante protegidos con armadura termoplástica y placas pectorales de acero al carbono. Pero, ¿qué pasará cuando os las tengáis que ver con una turba de 300 chungos de los barrios degradados de Liverpool, Bristol y el sudeste de Londres? Eso va a ser diferente”. ¿Qué quieres decir?
Estuve hace poco en Liverpool con un hombre llamado Stephen French, uno de los tipos que comenzaron los disturbios de Toxteth. Él y otros dos hombres negros jóvenes intentaron evitar que a la policía se le fuera la mano con un amigo suyo, y la cosa fue a más hasta convertirse en una de las peores revueltas de todo el siglo XX. Sí, hablamos de Stephen French en un artículo que hicimos sobre las pandillas de Norris Green hace un par de años [Infanticidio junto al Mersey, en El número de los payasos, 2008]. ¿Qué te contó?
Stephen hace trabajo comunitario y a menudo tiene que tratar con los jóvenes pandilleros de sitios como Norris Green. Me dijo que cuando los recortes del gobierno empiecen a afectar a la Inglaterra de clase trabajadora, las protestas y altercados de Parliament Square parecerán en comparación una función de marionetas. ¿Cuando empiecen a embargar las viviendas de protección oficial y retiren las ayudas y cierren los centros de salud, por ejemplo?
Sí, y sabemos que eso va a pasar. Y los jóvenes de esos lugares van a estar tan “disgustados” como los estudiantes. La sensación entre los expertos, políticos e incluso policías con los que he hablado es que la clase baja británica se va a alzar contra las autoridades como no se ha visto desde los incidentes de Brixton o Toxteth en los años 80. Yo era un niño cuando ocurrieron esos disturbios. Recuerdo que pasé mucho miedo.
Pero esa no es la parte importante. El problema es que muchos de esos “jóvenes” son chusma de la peor calaña, morralla armada hasta los dientes con armas automáticas, pistolas y explosivos de fabricación casera, el material habitual que manejan las bandas en muchas urbanizaciones a lo largo del país. Puede que suene inquietante, pero la pregunta es: ¿cómo se va a enfrentar la policía con lo que técnicamente podría llamarse una insurrección armada? Hoy en día hasta los albañiles sin trabajo saben usar un arma porque, digámoslo claro, la calle está llena de ellas. La cultura de bandas está muy arraigada en esas zonas, y los desempleados están engrosando sus filas. Lo que ha cambiado es que hoy en día la gente no tiene miedo de emplear la violencia extrema, especialmente en contra de un sistema al que culpan de haber destruido su futuro.

A pesar del completo caos, los chavales se lo pasaron bien posando con un escudo antidisturbios.

Suena fatal. ¿Tienes pruebas que respalden lo que dices?
Lee los periódicos. Y la policía ya se está equipando para hacer frente a la amenaza. He examinado detenidamente los informes de la Autoridad General de la Policía y puedo leerte algunos puntos básicos si no me crees. Adelante.
He estado investigando esta historia con ayuda de mis contactos en ambos bandos, la policía y las organizaciones anarquistas. He averiguado que la Policía Metropolitana de Londres ha comprado 13 transportes blindados llamados Jankel Guardians, que pesan unas seis toneladas cada uno. Estos transportes cuentan con plataformas para francotiradores. ¿Plataformas para francotiradores?
Sí. También hay pruebas de que han adquirido un drone de vigilancia y varios Land Rovers blindados como los que usan en Irlanda del Norte e Irak. En todo el país, los cuerpos policiales están comprando armas como las que se emplean en Afganistán, incluyendo ametralladoras Heckler & Koch G36. Tienen un radio de alcance de más de media milla y disparan 750 balas por minuto. Si la policía hubiera tenido armas de ese tipo en los altercados de hoy, habríamos tenido un baño de sangre.
Espera, aún hay más. En Leeds, Manchester, Birmingham y Londres habrán centros de entrenamiento de estilo paramilitar, donde el SAS instruirá a los policías. También se han visto policías vestidos de paisano pero llevando gorros azules en los que pone “Policía” y portando rifles Heckler & Koch modificados que son exactamente los mismos que usa el SAS. Para nuestros lectores no ingleses, ¿qué es el SAS?
Servicio Aéreo Especial. Son las tropas de más alta élite de todo el Reino Unido, algunos incluso dirían que del mundo entero. Son el último recurso cuando todo va fatal y necesitas a alguien que vaya y mate a todo el mundo. Hacen que las Fuerzas Especiales parezcan policías de tráfico a su lado. He leído algo sobre eso, pero los periódicos decían que estaban entrenando a sus fuerzas para repeler ataques al estilo de Bombay, vamos, miembros de Al-Qaeda entrando en centros comerciales y perpetrando una masacre.
Hmm. ¿Tú crees que Al-Qaeda va a atacar centros comerciales en Birmingham y Leeds, o Liverpool si vamos al caso? De hecho, ¿crees que Al-Qaeda siquiera exista? Los drones y los Land Rover Snatch son herramientas de opresión. Land Rover fue castigada en los años 70 por abastecer al régimen apartheid de Sudáfrica. ¿Qué hay de distinto aquí y ahora? ¿No es más realista pensar que ahora la propia policía está perdiendo una considerable proporción de su fuerza y tiene que aprender a lidiar con una población cada vez más descontenta asumiendo técnicas militares y acumulando material militar? ¿Con quién más has hablado de esto?
Lo he hablado con un profesor llamado Stephen Graham, de la Universidad de Newcastle, experto en ciudades y sociedad. Él sostiene que las ideas militares de contrainsurgencia aprendidas en Irak y Afganistán se están poniendo en práctica cada vez más a la hora de mantener el orden en el Reino Unido. ¿Y eso?
Echa un vistazo a los periódicos. Verás que cada vez se llama más a las unidades de respuesta armada para combatir delitos relativamente menores. Eso es porque las autoridades ven las ciudades, cada vez más, como espacios de amenaza, donde cualquiera es un objetivo. Stephen también me dijo que en 2011 los disturbios civiles serán más generalizados y no sólo se limitarán a los guetos. También habrá disturbios en los barrios pobres blancos, porque en esos lugares se está viviendo ya en la miseria, incluso antes de los recortes. Hay tensión, auténtico odio hacia las unidades de la policía encargadas de luchar contra las bandas; un odio muy parecido al que tuvimos en otra época. La principal diferencia es que ahora, en las zonas pobres donde los recortes del gobierno van a golpear más fuerte, están armados hasta los dientes. El problema cuando militarizas a la policía es que los activistas se consideran legitimados para luchar contra ella. Ven a la policía como el enemigo. Eso son malas noticias para el 50 por ciento de agentes que quieren servir al bien común y defender la ley; como el agente Stewart, que me vendó la cabeza después de que me atacaran una panda de estudiantes pijos de mierda y los parásitos gilipollas del Grupo Anarquista de Whitechapel. Mientras la policía asaltaba a Henry, mandamos a Muir Vidles a hacer fotos de chicas guapas en medio de la carnicería para un “editorial de moda” (¡lo sentimos, Henry!). La diversión sigue en las páginas siguientes. Muchas gracias a las increíblemente pacientes modelos que tuvimos seis horas en medio de los brutales altercados. ¡Así es la moda, señoritas!

FOTOS DE HENRY LANGSTON, AGRADECIMIENTOS A GRAHAM JOHNSON