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El número de ¿Y tú qué coño estás mirando?

Un grupo de moteros de Nueva Zelanda planeó un viaje por la zona desmilitarizada de Corea

Un grupo de moteros de Nueva Zelanda planeó un viaje por la zona desmilitarizada de Corea.

El Arco de la Reunificación en Pyongyang, Corea del Norte.

Durante toda una década, los neozelandeses Joanne y Gareth Morgan han estado llevando en semirretiro el estilo de vida de sus sueños, viajando por el mundo en moto junto a unos cuantos de sus amigos más próximos. Han atravesado los siete continentes con rutas de lo más variadas: de Venecia a Pekín, de Florida al norte de Alaska y de Sudáfrica a Londres, por mencionar unas cuantas. Gareth se autofinancia sus viajes, muchos de los cuales emprende con objetivos filantrópicos, en particular en la esfera de la inversión social. Puede hacerlo gracias al dinero que ha ganado como economista y director de inversiones, y se ha labrado una reputación por criticar las prácticas inmorales de la industria de servicios financieros en Nueva Zelanda.

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A finales de agosto, los Morgan se embarcaron en su viaje más ambicioso hasta la fecha, al menos a nivel físico. El auténtico viaje comenzó años atrás, cuando decidieron que querían ir en moto por el Baekdudaegan, un macizo montañoso cuya longitud abarca la península compartida entre las dos Coreas. Recibieron permiso después de incontables horas de negociaciones y coordinación con los dos gobiernos. Los Morgan creen que era la primera vez que alguien viajaba por los dos países desde la partición de Corea en 1945. Confiaban en que hacer este viaje demostraría a los coreanos que podían unirse en virtud de las cosas que tienen en común. De forma simbólica, los Morgan llevaron unas cuantas piedras de Paektu, una montaña sagrada al norte, y las llevaron a Hallasan, una cima al sur con connotaciones similares.

Joanne y Gareth registraron en vídeo la totalidad de su viaje, y amablemente han permitido que con sus grabaciones hagamos un programa que en breve aparecerá en VICE.com. En ciertos aspectos, sus grabaciones hacen que la costa de Corea parezca alternarse entre California, China y Cuba. Son unas hermosas vistas que pocos extranjeros han podido ver, y aunque la planificación del viaje a través de la zona desmilitarizada requirió trabajar dentro de los confines estrechamente coreografiados de la diplomacia entre la Corea del Norte y la del Sur, aquel fue un viaje digno de ser documentado de principio a fin.

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Los Morgan rinden homenaje a Kim Il Sung, el “liberador” de la República Democrática del Pueblo de Corea del Norte.

VICE: ¿Creéis que negociar este viaje constituyó una forma de diplomacia? ¿Os gustaría que se os viera como diplomáticos?

Joanne Morgan: Como diplomático, Gareth es bastante raro. Dice exactamente lo que piensa. Yo no le pondría en ningún puesto diplomático.

Gareth Morgan: Con este viaje, el gran objetivo [para nosotros] era comprender al pueblo coreano. ¿Qué les mueve? ¿Cuál es su sentido de identidad? ¿Cómo están sobrellevando esta interrupción de 68 años en una historia de que abarca 50 siglos?

Joanne: En los años 80, estando yo al sur de la zona desmilitarizada mirando al norte, vi a un grupo de ancianos parados contemplando también el norte y llorando. Fue muy emotivo y no lo pude entender del todo. Siempre lo he llevado conmigo, esa profunda sensación de que tenían que reunirse con sus familias.

¿Qué opináis del gobierno norcoreano?

Gareth: [A occidente] no le gusta el régimen de Corea del Norte, pero hay muchos sistemas en todo el mundo que no nos gustan y las naciones tienen relaciones normalizadas entre ellas. Aunque tienen regímenes totalmente distintos al que tenemos en Nueva Zelanda, nosotros tenemos relaciones bastante normales con China, Rusia y Arabia Saudí, regímenes que no valoran las libertades humanas del mismo modo en que lo hacemos en una democracia liberal. Corea del Norte encaja en este campo. Los intereses del Estado están por encima de los de cualquier individuo. No hay libertad de expresión, ni de asociación, ni de representación. Todas esas son cosas que nosotros, viviendo en una democracia liberal en occidente, valoramos enormemente y a las que nunca vamos a renunciar.

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Corea del Sur viene de un régimen de tipo dictatorial, y se está moviendo cada vez más hacia un ideal de democracia liberal… La cuestión es, ¿mantenemos esta relación consistente en aislar y aumentar las diferencias, o es mejor llegar a un compromiso y permitir que se dé una relación normalizada, en especial entre las dos Coreas? A través de la ósmosis que se genera con el comercio, la inversión y las relaciones culturales, puede que quizás los regímenes se aproximen un poco. Creo que eso es lo que desean todos los coreanos.

Cinco moteros, cuatro guías y nuestro anfitrión posando en la cima del monte Paektu.

¿Os parece extraño que dos neozelandeses pudieran hacer un viaje como este cuando a la mayoría de coreanos jamás se les permitiría algo así?

Joanne: Toda la gente joven de Corea del Sur [que hemos conocido] dice, “Nosotros también queremos viajar por todo el Baekdudaegan; queremos viajar por Corea en toda su extensión”. Puedes ver que, dejando aparte todos los otros problemas con el Norte, están deseosos de viajar por el país.

Gareth: Les afectó bastante que nosotros pudiéramos hacerlo. Y uno de los proyectos que tenemos para más adelante es viajar desde Seúl hasta Pyongyang, atravesando la zona desmilitarizada, y regresar a Seúl, con surcoreanos acompañándonos durante todo el viaje. Eso sí que sería un gran avance.

¿Cómo fueron de estrictos los funcionarios norcoreanos en lo que se refiere a dejaros explorar las montañas y la costa? ¿Dejaron que os desviarais de la ruta predeterminada?

Gareth: Nosotros escogimos la ruta por la que iríamos, [pero] obviamente tuvimos que pactarla con los norcoreanos con muchos meses de antelación. Elegimos una que seguiría el Baekdudaegan; es la parte que une [las dos] Coreas, y seguirla era bastante simbólico. Una vez estuvimos en ruta, fuimos escoltados todo el camino por una larguísima comitiva de vehículos, con vehículos de seguridad delante y detrás de nuestras cinco motos. Cuando atravesamos China tuvimos el mismo tipo [de escolta]. Somos perros viejos… Una táctica estándar para nosotros es que la última moto vaya muy lentamente para que los vehículos que nos siguen no tengan más remedio que permanecer muy atrás. Eso abre un gran hueco que permite que los motociclistas de en medio puedan detenerse y hacer algunas fotos. Se dieron cuenta a los pocos días. Por lo general fueron muy tolerantes, pero no hubo forma de que nos permitieran salirnos de la ruta e ir por nuestra cuenta… La razón que nos dieron era que [los norcoreanos] no están acostumbrados a que circulen vehículos por los caminos, y mucho menos grandes motocicletas y vehículos extranjeros. Que podías girar en una curva y estamparte contra unos animales. Y esto era verdad… Su razonamiento fue bastante adecuado.

Joanne: Además, los niños tenían miedo. Nos dijeron que los niños nos verían y que sentirían miedo porque jamás habían visto a un extranjero. En algunas de las zonas por las que fuimos había multitudes enormes en las calles, y nosotros aminorábamos y saludábamos con la mano a un chavalín o a un niño con su madre; algunos parecían encantados, pero otros se quedaban aterrorizados.

Gareth: Esta sociedad se ha convertido, en los últimos 68 años, en autosuficiente, agrícola y tradicional. No hay mucha maquinaria a causa de las sanciones y todo eso. Esto significa que reina una especie de serena paz en la forma en que realizan sus tareas diarias. Y en cierto modo, es encantador. Es como ir a una aldea medieval. Puedo entender un poco sus objeciones, viendo la perturbación que provocamos.