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Pulp Fiction: Carlos Vermut cambia de color a Marsellus Wallace

Carlos Vermut dirige una adaptación leída sobre un escenario del clásico de Quentin Tarantino, con actores de aquí y acento de aquí.

Fotograma de Pulp Fiction

Al estilo de las viejas radionovelas que escuchaban nuestros abuelos pegando bien las orejas a un transistor. Así se va a poder disfrutar Pulp Fiction el próximo lunes en el Cine Capitol de Madrid. La película de Tarantino es un film de culto, Palma de Oro de Cannes y Oscar en un mismo año. Una generación entera se aprendió los diálogos (llenos de insultos, palabras soeces y fucks) y algunos incluso descubrimos que hay muchos Señores Lobos a nuestro alrededor capaces de sacarnos de cualquier aprieto, por muy grande que hubiera sido el despropósito.

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Con Pulp Fiction ya habíamos visto de todo, incluso habíamos disfrutado de sus sutiles doblajes en otras lenguas oficiales del estado. Pero ahora nos faltaba escuchar a José Sacristán haciendo del jodido Marsellus Wallace; a Elena Anaya como la sensual y bailona Mia, y a Jorge Sanz como el masajeador de pies Vicent Vega. La Tropa se ha encargado de montar esta lectura dramatizada en un show que se llama One Night Only y que tendrá lugar el próximo lunes en Madrid. ¿Vamos a hablar con Quentin Tarantino? No. Con Carlos Vermut, el director que ha orquestado todo esto.

Vice: No sabíamos que estabas en París.

Carlos Vermut: Sí, si por eso no he tenido tiempo de atenderos antes. Estoy promocionando la peli. Ahora estoy en un pequeño descanso.

Se llama allí La niña de fuego, ¿no? Ya hemos visto los carteles, son muy bonitos.

Han decidido tirar por un título en español, ha sido una decisión de la distribuidora, decidieron que era una buena idea. Yo hubiera mantenido Magical Girl, pero bien. Lo mejor es que está gustando en los pases previos, la reacción fue muy buena. Se llenó el cine y la gente se quedó al coloquio.

Vamos con Pulp Fiction, no te quito mucho tiempo.

La gente de La Tropa organizó una cosa que se llama Quote Along, un pase en el que ponen subtítulos en partes en las que la gente recita los diálogos. Me vieron allí y debieron pensar que era una buena opción para dirigir esta lectura dramatizada. Fueron ellos, no yo, los que me hicieron la propuesta.

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¿Te acuerdas de cuándo viste por primera vez a Vincent Vega y Mia Wallace en pantalla?

Perfectamente, porque creo que es la peli que más me ha cambiado la vida. Me acuerdo que la vi en el Palacio de la Prensa en Madrid porque mi primo me había dicho que le encantaba, y que había petado en Cannes y que había ganado un Oscar al guión. Pero yo no tenía muchas ganas, el tráiler no me llamaba nada la atención, porque a mí el género de gánsteres no me interesaba. Con 15 años me tiraba más el rollo fantástico, Tim Burton y así. Y aquí todo parecía muy realista, además yo me pierdo con las tramas de gánsteres. En el cine me encontré con una cosa totalmente distinta, una película que no se centraba en una trama concreta, eran casi los pormenores de una película o, mejor, las zonas que no suelen aparecer en una película de mafiosos. Todo el rato eran personajes hablando de minucias, de cosas cotidianas. No había que seguir una trama, sino ver la película y ya está. La sensación que tengo es de ver a dos tipos hablando sobre hamburguesas en un coche y luego entran en una habitación y están estos dos universitarios flipando… Dije: ¿Pero esto qué es? Esto no se trata de gánsteres enfrentados. ¿Qué está pasando? Y es una peli que veo todos los años una vez.

Este guion se estudia en escuelas de cine, se considera redondo. Tú, como escritor, ¿qué ves en él para que sea tan atractivo?

Sobre todo los diálogos y ese componente de sorpresa constante que hace que no te aburras nunca. Luego tiene esa parte de sorpresa final en la que sí que existe un parlamento increíble. Pero para ser concreto me quedo con los diálogos, con esas pequeñeces que en las películas de este género no se suelen ver. También hay relaciones sorprendentes como la de Vincent y Mia.

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¿Te llegaste a aprender como aficionado diálogos de memoria? Mucha gente en los noventa lo hizo.

La verdad es que no, no suelo ser de los que se aprenden diálogos de película. Suelo tener una memoria de mierda para todo el tema de nombres, diálogos, etc. Tengo una memoria tan mala que hasta la quinta vez que vi la película solía confundir lo que ocurría, que eso es una suerte.

Marsellus es José Sacristán, nos ha sorprendido. ¿Cómo fue ese proceso de elegir a los actores?

Fue una mezcla entre propuestas de La Tropa y mías. José Sacristán lo tenía claro, también quería trabajar con Bárbara Santa Cruz (Fabienne, María de Medeiros en la original. He aprovechado con actores con los que quería trabajar, como José Coronado (Jules). La propuesta de Jorge Sanz (Vicent) vino de La Tropa y me pareció una idea muy buena. Ha sido un trabajo en común.

¿Qué se va a encontrar la gente el lunes? ¿Habrá música, efectos, pasajes del original…? ¿Nos adelantas algo?

Pues prefiero que sea el público el que lo descubra, será como una lectura de guión, con los actores sentados. Pero habrá sorpresas y, sobre todo, será una celebración. Yo narraré las acciones y la historia.

¿Resulta muy difícil dirigir sin cámara? Porque ni siquiera es teatro.

Es más fácil, porque eliminas muchos elementos de dirección como la cámara o la narrativa visual. Aquí solo me importa que los actores hagan los personajes, que los hagan bien y que los disfruten. Para mí resulta muy relajante, el guión ya existe, lo adaptas y la haces a tu manera.

Esto fue un encargo, pero si tú pudieras elegir otra película…

Sin duda, una sería Pulp Fiction. Luego elegiría una de Almodóvar. Quizá Mujeres al borde de un ataque de nervios, porque le pega mucho este formato ya que es una película muy coral. E incluso también El Ángel Exterminador de Buñuel, muchos personajes sentados, podría funcionar.

Estás de promoción, pero, ¿te has sentado ya escribir?

Estoy con el borrador, esto es una parada para presentar la película, nada más. Tocaba estrenar la peli un año después aquí. He venido de Tokio a París, pero voy a empezar ya a escribir desde este borrador. Ya he estado en Tokio dos meses, allí estoy muy a gusto, no conozco tanta gente como para distraerme.