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Cultură

Las memorias de una chica que pidió a su violador que pasara la noche con ella

Superó sus circunstancias emocionales extremas completando una de las caminatas más difíciles de Estados Unidos. Sola.

Aspen Matis, foto por Misha Sesar.

Este artículo se publicó originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicadas a las mujeres.

Después de ser víctima de una violación en su segundo día de universidad, Aspen Matis dejó los estudios y realizó una de las caminatas más difíciles de su país. Hoy, su libro de memorias Girl in the Woods ha recibido elogios generalizados.

En su segunda noche en la residencia universitaria, Aspen Matis, que por entonces tenía 19 años, fue violada en su habitación. Cuando todo acabó, Aspen pidió a su violador que pasara la noche con ella. Años después, revivió aquel episodio con un artículo que escribió par la columna Modern Love del New York Times, aunque dudó sobre la conveniencia de incluir ese último detalle en el relato. «Me daba miedo que la gente pensara que no se trataba de una violación, si le había pedido que se quedara». Finalmente, Matis se decidió a incluir esa parte porque, al fin y al cabo, «era verdad, fue lo que pasó y muestra de forma sincera la complejidad de mi reacción», según me explicó.

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En el artículo, Matis cuenta cómo reaccionó a su violación: decidió hacer una ruta a pie y sola desde México hasta Canadá con la esperanza de superar el trauma. La experiencia terminó con la firma de un contrato para escribir un libro. Han pasado seis años desde que fue forzada; el mes pasado, Matis, ahora con 25 años, publicó sus memorias bajo el título Girl in the Woods, cosechando elogios generalizados. He quedado con Matis en French Roast, una cafetería del West Village en la que escribió parte de sus memorias. La veo entrar en el local con dos bolsas de Barnes & Noble cargadas hasta arriba de libros; cruzo los dedos para que llegue a la mesa antes de que las esquinas de los libros acaben perforando el plástico de las bolsas. (Afortunadamente, lo logra). También trae una tarrina grande de helado.

Matis parece agotada, en parte por ir cargando con un montón de libros por valor de 300 euros desde Union Square hasta el West Village, pero quizá también por el ajetreo que conlleva el éxito de su reciente publicación. Girl in the Woods se lanzó el 8 de septiembre y, en el momento de nuestra entrevista, estaba en el número uno de la categoría de viajes de aventura en Amazon. Me explica que lleva todos esos libros precisamente porque, durante los últimos dos años, no ha hecho otra cosa que estar centrada en su obra. «Soy lo peor», se lamenta. «Me da pánico abrir mi correo. Soy de las que suele evitar enfrentarse a las cosas».

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Desde que publicó el artículo en el New York Times y sus memorias, Matis ha sabido que, como ella, cientos de chicas víctimas de violaciones también pidieron a sus agresores que se quedaran con ellas; algunas incluso les escribieron poemas y canciones de amor. «Al parecer es una reacción extremadamente común sentir la necesidad de que el chico que te ha violado te trate bien después de haberlo hecho, como si de ese modo se pudiera corregir el mal que ha causado», afirma, «porque llamar violación a una violación –es decir, llamarla por su nombre- equivale a reconocer que ha ocurrido algo horrible, que tu vida ha cambiado para siempre, y eso resulta aterrador. Después de sufrir un trauma, lo más sencillo es actuar como si nada hubiera sucedido. Pero entonces te das cuenta de que no puedes».

Lo que más me sorprende de Matis es su capacidad de perdonar y de comprender. Cuando le pregunto cómo ha respondido su familia ante la publicación del libro, espero una respuesta cargada de resentimiento. Sin embargo, su contestación destila bondad. «A mi madre le cuesta mucho reconocer que haya podido hacer algo que me perjudique, porque me quiere mucho», explica. A día de hoy, ninguno de hermanos se ha pronunciado respecto al libro. «Debe de ser duro para ellos», añade.

Porque llamar violación a una violación –es decir, llamarla por su nombre- equivale a reconocer que ha ocurrido algo horrible, que tu vida ha cambiado para siempre, y eso resulta aterrador.

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Matis me cuenta que fue muy cauta a la hora de incluir detalles sobre su familia y evitó utilizar sus nombres reales. Quiere dejar muy claro que con este libro no pretende hacer que sus familiares parezcan todos unos santos. «No soy una máquina de relaciones públicas para nuestra familia», aclara. Matis asegura que el propósito de sus memorias era el de recaudar un millón de dólares para RAINN (acrónimo en inglés de la Red Nacional contra el Incesto, el Abuso y la Violación). El cinco por ciento de lo que obtenga con la venta del libro irá destinado a esta asociación. También ha creado una página para recaudar fondos en su sitio web.

Matis quiere dar visibilidad al creciente problema de las violaciones en los campus universitarios. El año pasado fue invitada a dar una charla en la universidad de Colorado, la misma que abandonó no solo por no haber sido capaz de castigar a su violador, sino por haberlo invitado a quedarse. «Las universidades tienen una reputación», me explica. «Prefieren tener a un violador y que el campus no sea seguro a que trascienda». Pero mira al futuro con optimismo: según me cuenta, numerosas mujeres se han puesto en contacto con ella para decirle que, gracias a su testimonio, han reunido el valor para denunciar su violación. Por ello, Matis afirma que «Por primera vez, podemos apuntar a las universidades como responsables».

Mientras estaba en tratamiento, Matis conoció al hombre con quien acabaría casándose, a los 20 años. Dos años antes de la publicación de sus memorias, cuando llevaban tres años de casados, Matis recuerda que una mañana su marido la despertó besándola antes de prepararse para ir al funeral de un amigo en común; Matis prefirió no asistir. Desde aquel día no volvió a verlo: el hombre cortó todos los lazos con ella, con sus padres y con todas las personas que conocía. Pese a ello, en ningún momento durante nuestra conversación hizo un comentario negativo sobre él.

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Actualmente, se está realizando una adaptación de las memorias de Matis a la pequeña pantalla en formato de serie. Su implicación en el proyecto, por lo que deja entrever, no es demasiada. Me explica que confía totalmente en el productor, Dylan Hale Lewis, cuyo trabajo y estilo a lo Juno admira. Actualmente está centrada en su primera novela, Cal Trask, en la que narra la historia de una chica que siente atraída por su hermano. Mati explica que básicamente trata sobre «la capacidad que tenemos de alterar nuestra naturaleza al ser conscientes de ella».

Pese a que le encanta la naturaleza y la soledad, actualmente Matis vive en Nueva York y le encanta escribir en las cafeterías de la gran manzana. Me enumera sus favoritas: Third Rail Coffee es genial cuando necesita aislarse, porque no tienen wifi; Joe's es su campamento base y French Roast es un rincón «para una medianoche de invierno». Nueva York es como una jungla, pero de otro tipo».

Nunca estás curada del todo; tienes que responsabilizarte de lo ocurrido

Veo a Matis como una mujer valiente y a la vez vulnerable. Habla con aplomo y se sirve de frecuentes citas para exponer su postura. En nuestro único encuentro, citó frases de Shakespeare y Joan Didion. Me cuenta que ha tenido que volver a aprender varias lecciones. Cuando le pregunto qué lecciones son esas, enumera una lista: «Que estoy segura en mi cuerpo, que la gente respetará mi trabajo y que soy lo suficientemente fuerte como para cuidar de mí misma».

La aparente contradicción entre su coraje y la falta de confianza en sí misma tiene su lógica. A los 15 años, su madre seguía vistiéndola para ir al colegio. Cuatro años después, superó sus circunstancias emocionales extremas completando una de las caminatas más difíciles del país. Sola. Sin embargo, Matis asegura que aquella no fue la quintaesencia de su sanación. «No estoy curada», explica. «Nunca estás curada del todo; tienes que responsabilizarte de lo ocurrido».

Traducción por Mario Abad.