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Chile: la alegría que derrotó una dictadura

Con motivo del 25 aniversario del fin de la dictadura de Pinochet, recordamos cómo fue la campaña del plebiscito que tumbó al dictador chileno.
Imagen vía usuario de Flickr Eduardo Woo

El 11 de marzo de 1990, Chile volvió a ser una democracia. La semana pasada se cumplieron 25 años de la fecha en la que el país sudamericano recuperó la soberanía popular tras la dictadura de Augusto Pinochet. El general, que había liderado el golpe de Estado que el 11 de septiembre de 1973 derrocó y acabó con la vida del legítimo presidente Salvador Allende, perdió el poder de una forma ciertamente irónica para un militar: mediante un referéndum.

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Las potencias occidentales, recelosas de la propuesta socialista de Allende, vieron con buenos ojos el ascenso al poder de Pinochet en 1973. El régimen militar redactó una Constitución que se aprobó en 1980 y que otorgaba al dictador un mandato de ocho años, después de los cuales las autoridades debían proponer un candidato que sería sometido a un plebiscito popular (un candidato que finalmente sería el propio Pinochet, por supuesto). Con los resortes del poder en sus manos y todo el aparato propagandístico gubernamental a sus órdenes, poco podían esperarse los miembros del gabinete de Pinochet que dicho plebiscito terminaría tumbando al dictador.

Y sin embargo, así fue. Los opositores al régimen militar iniciaron una brillante campaña propagandística basada en la alegría y la ilusión frente a la política represiva del régimen. Los partidarios del 'no' a Pinochet no se limitaron a denunciar los abusos de la dictadura, sino que hicieron especial hincapié en las ventajas de la democracia y la libertad: su campaña, más que alrededor de lo negativo del régimen, giró alrededor de lo positivo del cambio. Fiel reflejo de ello fue el anuncio televisivo del 'no', presidido por la canción La Alegría Ya Viene del compositor Jaime de Aguirre.

La campaña por el 'no' a la dictadura reunió a múltiples personalidades del mundo intelectual, político e incluso deportivo de Chile. Uno de los más famosos opositores al régimen fue el futbolista Carlos Humberto Caszely, estrella del combinado nacional chileno. Caszely, que jugó en la Liga española con el Levante y el Espanyol, se significó desde el primer momento como un futbolista comprometido con las ideas de izquierdas: tanto es así que incluso se atrevió a negarle la mano públicamente a Pinochet.

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El gesto se produjo en 1973. La selección chilena se jugaba el pase al Mundial de Alemania contra, ironías del destino, la Unión Soviética, antigua aliada del país en la época de Allende y acérrima enemiga de la dictadura de Pinochet. Dada la trascendencia deportiva y simbólica del choque, el mismo dictador había ido a despedir al combinado nacional del país transandino al aeropuerto. Caszely, sabedor de que su calidad futbolística y su popularidad le concedían una cierta inmunidad frente al régimen, se negó a encajar la mano del dictador. Se dice que Pinochet sonrió para sí y pasó de largo.

Quince años más tarde, Caszely volvería a ser protagonista, aunque esta vez secundario. Entre los anuncios del 'no' se incluían los testimonios de personas de todo tipo y condición que, por las razones que fuera, habían sufrido la represión del régimen. Todos ellos, tras contar su historia, mostraban su esperanza en el nuevo Chile que llegaría con la democracia. Uno de los testimonios fue el de una señora de aspecto afable, que aparecía frente a las cámaras vestida con pulcritud y sentada en un sillón.

Con mucha serenidad, la mujer confesaba que, por respeto a su familia e incluso a sí misma, jamás había contado a nadie las vejaciones y maltratos a los que le habían sometido los acólitos del régimen. Tras un breve y emocionante discurso en el que la protagonista apelaba a un futuro sin odio y explicaba las razones por las cuales ella iba a votar 'no', la cámara enfocaba una cara conocida: la de Caszely. El futbolista, con una sonrisa, aseguraba que él también votaría 'no' por todas las razones que había expuesto la señora: "porque su alegría, que ya viene, es mi alegría. Porque sus sentimientos son mis sentimientos. Porque esta linda señora… es mi madre".

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