Varias personas nos cuentan la historia de sus cicatrices

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Varias personas nos cuentan la historia de sus cicatrices

Con su proyecto, Martin Rost quiere contar la historia de cada cicatriz, sin importar si es el resultado de una pelea en un bar o de una operación de vida o muerte.

Todas las fotos cortesía de Martin Rost

Este artículo se publicó originalmente en VICE Alemania.

Martin Rost se había propuesto terminar su proyecto de fotografía Narben (Cicatrices) en cuarenta días, pero no lo consiguió. "Hice mal los cálculos", señaló. "En el día 39 me di cuenta de que, de hecho, estábamos en el día 43". En vez de eso, lo terminó en exactamente 100 días.

Martin patina y por eso tiene un par de cicatrices. "Antes, cuando veía una cicatriz, me encantaba conocer su historia. Pero cuando la persona te dice que la han operado 29 veces, se convierte en algo más que una historia interesante", explicó.

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Con su proyecto, Martin quiere contar la historia de cada cicatriz, sin importar si es el resultado de una pelea en un bar o de una operación de vida o muerte. Abajo hay algunas de las fotografías del proyecto y traducciones editadas de las historias de las cicatrices.

"En la ciudad donde crecí, durante un tiempo estuvo de moda comprar hielo en spray en la farmacia, llenar una bolsa con el producto e inhalarlo. Pillabas tal colocón después de inhalar que ya ni sabías qué estaba pasando. Yo estaba tan mal que me subí al monopatín, avancé un metro, me caí y me di en la boca con el borde de la tabla".

"El jueves volví a la clínica con mi ex, que por suerte me pudo acompañar porque no tuvo que ir a trabajar. Cuando entró el médico, se sentó, dejó los papeles en la mesa y dijo: Pues sí, tienes cáncer. Entonces…'. Nunca lo olvidaré. Los médicos deberían trabajar un poco su forma de comunicarse con los pacientes. No dijo nada ni antes ni después. Fue directo al grano: 'Tienes cáncer'.

Volvió a examinarme el seno. Siempre trato de hacer que las situaciones difíciles sean más tolerables con un poco de humor negro, así que, cuando estaba tocándome el pecho —sin duda pensando en qué tenía que hacer—, dije en broma que sería muy práctico que el bulto estuviera cerca del pezón para que fuera más fácil alcanzarlo sin tener que hacer un corte tan profundo y que o se notara tanto después.

Me miró atónito, como si fuera una idiota, y dijo: 'No, tenemos que deshacernos del pezón'. Es probable que le dé la misma noticia a veinte mujeres en un día pero, aun así, creo que pudo haberlo dicho de una forma más sutil y no simplemente: 'Tenemos que deshacernos del pezón'. En ese entonces yo solo tenía treinta y nueve años".

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De las notas de Martin: Una pelea a puñetazos. Frente a un bar. Defendiendo a su exnovia. El tipo tenía una cabeza enorme.

De las notas de Martin: Intentando coger un atajo, un coche se metió en sentido contrario. Intentó apartarse pero no pudo. Choque.

"Hay quienes pagan para que los marquen y yo me quemé asando patatas".

"Me dolía mucho el estómago desde pequeña. Nadie sabía por qué y me operaron a los 13 años para ver qué tenía. Se dieron cuenta de que tenía tumores pequeños que probablemente estaban ahí desde que nací; esos tumores hacían que mis intestinos se quedaran pegados. Eso causaba el dolor, pero no mejoraba, al contrario, se hacía cada vez más fuerte. Después me operaron otra vez a los 14 o 15 años. A los 16 se dieron cuenta de que tenía endometriosis.

"La endometriosis es cuando el tejido que recubre el interior del útero te crece fuera de él. Cuando tenía 16 años —hace 28—, acababan de descubrir la enfermedad. En cualquier caso, todo ese tejido se comporta igual que el tejido del útero durante los ciclos menstruales. Cuando empieza un periodo, la sangre no solo viene del útero, sino de todo el tejido que está fuera de él. En mi caso, me sale sangre de donde sea que esté ese tejido —los intestinos, la vejiga y la uretra—. En aquel entonces trataron de detener el sangrado con hormonas que hacen que tu cuerpo crea que estás embarazada".

De las notas de Martin: No quiso hablar de ello.

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Benjamin: Voy a repetir la pregunta que te hice antes: ¿quieres una historia fantástica o la verdad?

Martin: La verdad.

Benjamin: El 6 de abril de 2014 sufrí un ataque epiléptico en casa y me llevaron al hospital. Allí tuve otro ataque epiléptico. Me hicieron una radiografía y se dieron cuenta de que tenía un tumor del tamaño de una pelota de tenis en el cerebro. Diez días después me operaron y sacaron el tumor. Ahora tengo que ir a revisión cada tres meses para hablar con el neurólogo y que me hagan un encefalograma. Es probable que muera a causa de este tumor.

Martin: Joder, qué duro. ¿Cuál es el pronóstico?

Benjamin: No es muy prometedor. Unos tumores crecen rápido, otros más lentamente, unos son benignos, otros no. Yo estoy justo en medio.

Martin: ¿Cómo lo llevas?

Benjamin: Le puede pasar a cualquiera. Podrían atropellarme al cruzar la calle. Pero eso no significa que tenga que vivir escondido. Así es la vida. Creo que soy de las pocas personas que no se lo toma tan mal. No me molesta tanto. Y tampoco me impide hacer mis cosas. Cuando acabe mi tratamiento, tengo que ir a ergoterapia para poder sentir mejor las cosas. Prefiero que me haya pasado a mí y no a uno de esos idiotas que enmarcan sus radiografías.

Martin: ¿Y no pueden extraerlo otra vez?

Benjamin: El problema es que no saben si se ha extendido. Me podría haber sometido a quimioterapia pero el oncólogo dijo que soy demasiado joven y debo cuidar mi sistema inmunológico. Pedí una segunda opinión y me dijeron que lo más recomendable era someterme a radiación de inmediato. Leí sobre el tema y descubrí que la radiación podría matar todo lo que hay alrededor del tumor, que está muy cerca de la zona del habla. Es algo muy peligroso.

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Me: Me impresiona que tengas una actitud tan positiva.

Benjamin: ¡Claro! Si tuviera una actitud negativa, me estaría fastidiando la vida yo solo. No sería de gran ayuda. Por eso vivo como si nada hubiera pasado. ¿Por qué no conocer a una chica y tener hijos? Hay un 10 por ciento de probabilidades de que sobreviva. ¿Por qué no centrarme en ese 10 por ciento?

"Nací con un pulmón perforado y casi muero ahogado. Tuvieron que meterme unos tubos para que pudiera respirar".

Martin: Estoy escribiendo un libro sobre cicatrices y me gustaría saber cómo te hiciste la cicatriz que tienes en el pecho.

Abuela: Es de cuando me operaron para reemplazar dos de mis válvulas cardiacas. Tuve un aneurisma. También me hicieron algo en la pierna.

Me: ¿Todo en la misma operación?

Abuela: No creo que me hayan hecho todo en el mismo día porque me di cuenta hasta que tu madre vino a verme al hospital. En ese momento fue cuando vi la cicatriz. Creo que tuvieron que abrirme otra vez. Primero tuve que tragarme una sonda, igual que en una endoscopia, pero esta iba al corazón. Ahí vieron que tenía un aneurisma y que medía casi 5 cm. El doctor dijo que estaba a punto de romperse y que, si se rompía, era muy probable que muriera. Ni siquiera me di cuenta de que estaba en el quirófano. Me pusieron anestesia y desperté tres o cuatro semanas después.

De las notas de Martin: Por tomar una cerveza de un solo trago… y sacudir la cabeza a lo bestia.