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Cultură

Cómo aprendí a convivir con la parálisis del sueño

Quedarme paralizado en la cama ha sido una faceta regular en mi vida nocturna. Cuando pasa, es como si mi cerebro estuviera completamente despierto pero mi cuerpo no reacciona y no puedo hablar.

El autor en su cama. Fotos cortesía del autor.

Quedarme paralizado en la cama ha sido una faceta regular en mi vida nocturna desde que estaba en primaria. Cuando pasa, me quedo atrapado entre el sueño y la consciencia; es como si mi cerebro estuviera completamente despierto pero mi cuerpo no reacciona y no puedo hablar. Tengo que usar toda mi fuerza para poder producir unos cuantos gemidos débiles. Viví mucho tiempo sin saber qué era lo que me pasaba, pero ahora sé que se llama parálisis del sueño.

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La parálisis del sueño es un trastorno que afecta generalmente a los que padecen alguna forma de narcolepsia, pero le puede pasar a cualquiera. El trastorno se caracteriza por la parálisis de las extremidades durante las primeras etapas del sueño y a veces en el momento de despertar. Los episodios de parálisis del sueño vienen acompañados de alucinaciones. La más común es la sensación de que hay alguien más en la habitación. Según Webmd.com, cuatro de cada diez personas han experimentado parálisis del sueño o lo harán al menos una vez en su vida.

Nunca he hablado sobre esto con mis padres, pero siento que es algo que ha definido mi personalidad. Cuando era niño, me dormía en la habitación de mi madre y si me oía gemir, me gritaba y me despertaba de inmediato. Eso me hacía sentir seguro, como si fuera un escudo. Con el paso de los años, decidí que nunca iba a dormir solo en mi habitación; necesitaba que alguien se quedara conmigo.

La parálisis del sueño siempre ataca cuando estoy a punto de quedarme dormido. Me quedo ahí, paralizado, y siento como si hubiera una presencia sobre mí. La sombra flota y se acerca cada vez más a mi cuerpo hasta que logro cerrar los ojos. Aunque siempre termino empapado en sudor, siento un frío que no tiene nada que ver con la temperatura ambiente real.

En mi caso, el "intruso" se manifiesta como una presencia femenina, como una "dama oscura", aunque también la he llegado a percibir como una energía masculina. Sé que en cuanto oigo un sonido extraño, ella llega. Su sombra empieza crecer, primero lentamente y después con violencia. La forma se posa sobre mi pecho y se queda ahí hasta que me siento totalmente adormecido. Después de unos minutos, logro expresar mi miedo y recupero la capacidad para moverme.

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No sé cuántas veces me ha pasado eso. Mentiría si dijera que ya me he acostumbrado. Lo único que he hecho es aprender a vivir con ello. Es como una ecuación matemática que nunca voy a poder resolver. Cuando era niño, pensaba que solo me pasaba a mí y por eso nunca se lo dije a nadie. Más tarde, de adolescente, empecé a investigar en internet y me di cuenta de que no era el único que padecía parálisis del sueño.

Gracias a mi investigación, aprendí que según la cultura, el trastorno recibía distintos nombres. Los chinos lo llaman gui ya chuang, que podría traducirse como "fantasma en la cama". En los países musulmanes, se le llama yinn, que es el nombre de una criatura sobrenatural mitológica. En Camboya, de donde viene mi familia, la gente dice que siente cómo la aplasta una presencia maligna. En México, se les sube el muerto. En la Edad Media, se creía que había demonios en forma de mujer —conocidos como súcubos— que seducían a los hombres cuando estaban dormidos. Se creía que estas criaturas servían a Lilith, la primera esposa de Adán, según el Talmud y la Cábala.

El autor de niño en su habitación.

Desde un punto de vista lógico, es obvio que cuanto más estresante sea mi día, más agitada será la noche. Cuando me siento tranquilo, estos episodios son menos frecuentes.

También aprendí a controlar mi miedo. Ahora trato de mirar a la sombra a la cara y comunicarme con ella. A veces hasta me pongo agresivo y la insulto. Antes tenía que armarme de valor para volver a dormir, pero ahora solo espero a que la presencia desaparezca y me quedo dormido de inmediato.

Pero aún recuerdo mi adolescencia, cuando el fenómeno alcanzó proporciones terribles y se apoderó de una gran parte de mi vida. Una vez me quedé a dormir con unos amigos en la misma habitación y volví a sentir la presencia, solo que esta vez era masculina. Tal vez suene muy loco, pero estaba seguro de que me iba a violar. Salté de la cama y vi que mis amigos me observaban con cara de horror. Traté de explicarles lo que había pasado, pero me di por vencido. Habría tardado mucho tiempo explicar todo.

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