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Cultură

Cómo invertir mucha pasta cuando no la tienes

Mi cruzada para aprender algo de finanzas a los veintitantos.

Ilustración por Wren McDonald

Cuando acabé la universidad, pasé meses trabajando en un almacén sin ventanas con un puñado de desgraciados como yo, pasando a ordenador resúmenes de reuniones que me dictaban por teléfono. Hacía el turno de doce de la noche a seis de la madrugada. Para cenar, me comía una pizza de Domino's cortesía de mi jefe, que regaba con el dulce sabor corrosivo de un Red Bull. A continuación, me sumía en un estado de fuga, concentrada únicamente en la tarea de transcribir las extrañas frases que algún titulado superior espetaba al otro lado de la línea.

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Nunca aprendí nada sobre «fondos de inversión», «fondos indexados» o «cuentas en el mercado de valores». Todos esos términos parecían tan relevantes para mi miserable existencia como la teología podría serlo para una cabra. Hoy día, sin embargo, me pregunto si no habré dejado pasar la oportunidad de convertir un trabajo cutre en el equivalente de una escuela de negocios nocturna. Al igual que tantos otros veinteañeros, con el tiempo me he dado cuenta de que no sé qué leches hago con mi dinero. Un bocadillo de 3 dólares se convierte en uno de 30 gracias a las comisiones de la tarjeta de crédito. Incluso me he planteado dejar de pagar mis préstamos estudiantiles, cuyas cuotas soy incapaz de asumir.

Todo esto me ha llevado a tratar de adquirir oficiosamente esa formación financiera de la que tantos de nosotros carecemos y documentar los resultados en una serie de artículos. De este modo, espero poder gestionar mejor mi capital y, en caso de fracasar, al menos habré averiguado por qué a pesar de ganar algo de dinero nunca tengo un céntimo.

La primera cuestión que quería plantear era, pensé, bien sencilla: ¿Cuál es la mejor manera de invertir 1.000 euros? La respuesta, muy aburrida, es que «depende». Así que he decidido clasificarla en función del riesgo que se esté dispuesto a asumir.

Inversiones de bajo riesgo

Si buscas en Google «Charles Schwab Roth IRA», te aparecerá este formulario, que solo tardarás 15 minutos en rellenar. No hay excusas

En primer lugar, llamé a Ben Carlson, analista financiero titulado y blogger de finanzas, y le pregunté qué podría hacer con mi dinero, aparte de comprar bebida y zapatillas deportivas. Me dijo lo que no quería oír: que debería coger una parte del poco dinero que tuviera y lo guardara en un sitio donde no pudiera tocarlo en mucho tiempo.

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Carlson dijo que la forma más segura era abrir una cuenta Roth IRA, algo que podría hacer en 15 minutos simplemente rellenando el formulario que se encuentra en la página de Charles Schwab. IRA es el acrónimo inglés de «cuenta personal de jubilación», y la idea es que ingreses automáticamente un importe bruto semanal, mensual o cuatrimestral. Luego eliges la fecha en la que quieras jubilarte y la cuenta escogerá inversiones por ti.

Pese a que todo eso sonaba genial –incluso necesario-, una cuenta Roth IRA técnicamente no es una inversión, sino más bien un sitio en el que poseer inversiones. Por otro lado, la jubilación es algo que me queda muyyyyyyy lejos todavía. ¿Qué pasa si aumenta el nivel del mar o me muero de una sobredosis de queso procesado antes de ese día? Le hice la pregunta a Carlson, quien me respondió que debería plantearme mi «horizonte temporal».

«Quiero poder comprarme una PS4 antes de que el sol explote», repliqué.

«Creo que en tu caso podría funcionar una cuenta de ahorros por internet con la que puedas ganar un poco más de dinero», dijo. Con una cuenta de ahorros en una entidad física, puedes obtener un 0,1 % de intereses, mientras que en una cuenta en línea podrías ganar entre un 0,5 y un 1 %. Al no tener oficinas materiales, pueden permitirse reducir los costes y ofrecer mejores condiciones».

Asimismo, hablamos de los certificados de depósitos, que también se pueden obtener en un banco. Los certificados de depósitos devengan más intereses que una cuenta de ahorros, pero no puedes retirar tu dinero en tres, cinco o diez años, en función del tipo de certificado.

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Pero incluso estas inversiones, que parecen seguras, no están exentas de riesgos: si la inflación es superior a los intereses que están generando tu cuenta de ahorros o tu certificado de depósitos, tendrás más dinero, pero su valor será inferior al del importe que invertiste inicialmente.

¿Y la opción de invertir en bolsa? Ese era el tipo de inversión al que estaba más acostumbrada por internet y las pelis, en las que siempre aparecen hombres con tirantes y pelo engominado. ¿Yo podría ser como esos tipos?

«Creo que no vale la pena arriesgar en los mercados financieros para un objetivo tan a corto o medio plazo, porque son demasiado impredecibles a corto plazo», me explica Carlson.

Vale, no dudo de que se un consejo muy bueno, pero ¿y si, pese a todo, sigo queriendo trastear en los mercados de valores?

Inversiones de riesgo medio

Antiguamente, meterte de cabeza en bolsa implicaba contar con la ayuda de un asesor financiero. Hoy, los novatos siguen necesitando cierta orientación, aunque no necesariamente debe proceder de un ser humano. Actualmente existen los «roboasesores», una alternativa más económica a los gerentes de cartera de carne y hueso.

Michael Batnick es el director de investigación de Ritholtz Wealth Management, una empresa de planificación financiera que también ofrece un servicio de roboasesoría llamado Liftoff. Batnick me explicó que estos servicios constituyen una buena forma de rentabilizar las inversiones de la gente joven y de hacerse una idea general del funcionamiento de los mercados.

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«Este software es un sustituto del humano perfectamente válido, con dos inconvenientes», adujo. «Tienes que ser capaz de afrontar emocionalmente posibles fluctuaciones bruscas del mercado sin nadie que te anime a saltar al vacío y no puedes tener necesidad de planificación financiera. A medida que la gente gana más dinero y su familia crece, sus necesidades son cada vez más complejas y es entonces cuando se hace muy necesaria la intervención de un ser humano».

Este es el aspecto de tu cuenta Betterment antes de añadir fondos. Puedes ingresar un importe mensual de forma automática y el servicio lo destinará a un fondo índice para que devengue un pequeño porcentaje

Existen infinidad de servicios de roboasesoría, algunos de los cuales, como el que yo escogí, no requieren un saldo mínimo ni aportaciones mensuales. Lo único que tienes que hacer es inscribirte en el sitio web de Betterment, indicar tu edad e ingresos y seleccionar tus objetivos. Puedes escoger entre «jubilación», «red de seguridad» o «inversión general». Ellos meten tu dinero en un fondo índice –que a su vez está compuesto por otros 12 fondos distintos, para minimizar riesgos- y te dan un objetivo. Por este servicio, retiran entre un 0,15 y un 0,35 por ciento de tu principal cada trimestre (existen varias otras opciones, por lo que debes estudiar cuál es la que más te conviene).

Como ha había abierto un cuenta Roth IRA para mi jubilación, escogí la opción «red de seguridad», lo que significaba que mi objetivo era ahorrar el equivalente a seis meses de ingresos.

Y a todo esto, ¿cuándo leches voy a poder comprarme una PS4?

«Debes entender que cuando especulas, ya sea con acciones, bonos, productos básicos o divisas, hay todo un ejército de analistas financieros altamente cualificados y expertos intentando ganar dinero en bolsa», me advirtió Batnick. «Ellos son los tiburones; tú, la carnaza».

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«Inversiones» de alto riesgo

A decir verdad, hasta hace una o dos semanas, mi concepto de la economía se basaba por completo en el final de Entre pillos anda el juego, en el que Eddie Murphy y Dan Ackroyd gritan un montón, agitan papeles al aire y consiguen ganar suficiente dinero como para vivir juntos en un yate.

A mí, personalmente, me encanta gritar e ir en yate, y creo que Entre pillos anda el juego es una de las mejores comedias de todos los tiempos. Pese a que he visto la película más de veinte veces, todavía no me explico cómo puede uno vivir de vender zumo de naranja al descubierto.

En El inversor inteligente, un libro de 1949 que para personas como Warren Buffet tenía la misma consideración que la Biblia, el economista e inversor Benjamin Graham dedica páginas y más páginas a explicar la diferencia entre «invertir» y «especular». Lo que yo quería hacer es esto último, lo cual se considera bastante estúpido.

Básicamente, invertir es colocar un porcentaje de tus ingresos en empresas e instrumentos financieros cuyo comportamiento en el mercado guarde cierta coherencia y sea favorable, procurando evitar estratagemas de venta para «hacerse rico más rápidamente» o retirar el dinero por un repunte del mercado. Por otro lado, especular es intentar conseguir el éxito dejando que sean tus emociones las que dicten tu estratagema. Nunca deberías intentar ganar al mercado, advierte Graham. Deberías confiar en que, después de un periodo de tiempo prolongado, y siempre que mantengas cierta coherencia en tus maniobras, obtendrás una buena rentabilidad por tu inversión.

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Decidí aventurarme, en cualquier caso, aunque fuera por aprender de la experiencia. Hay dos formas en las que puedes acompañarme en mi locura: puedes ir a un sitio web como TD Ameritrade y pagarle a un corredor 7 dólares por transacción o usar la aplicación que acabo de descargarme, que hace esas mismas operaciones de forma gratuita. Se llama Robinhood y supuestamente, está diseñada para alterar la industria bursátil.

Lo único que has de hacer es descargarla y añadir dinero en la cuenta. Es tan fácil como jugar un rasca y gana, pero más rentable, a la larga. (Según el apartado de preguntas frecuentes de la aplicación, las ganancias de Robinhood proceden de los intereses generados del dinero que los jugadores tienen en la cuenta y no invierten).

Descargando la aplicación Robinhood, podrás vender y comprar acciones sin pagar comisiones

«Seleccionar acciones es muy difícil, porque no solo estás luchando contra tu propia psicología, sino contra el hecho de que la mayoría de las acciones son una porquería», me explicó Batnick.

Es cierto: en la mayoría de los casos, invertir en acciones es una opción pésima. «Desde 1980, cerca del 40 por ciento de todas las acciones han sufrido una depreciación permanente del 70 por ciento en relación con su valor más alto. Además, dos de cada tres acciones registran un rendimiento inferior al índice», me dijo.

Usando la aplicación Robinhood, compré dos acciones de Calloway Golf, que escogí prácticamente al azar, aunque consideré que invertir en una empresa de golf era una buena forma de iniciarme en el mundo de la riqueza. También ayudó el hecho de que cada acción costara 10 dólares, ya que yo estaba dispuesta a invertir un máximo de 25 dólares en este experimento.

Dos días después, mis acciones se habían depreciado 2,77 puntos. No parecía ir por el buen camino para hacerme rica, ni siquiera para comprarme una PS4. Invertir en tu futuro económico es tan emocionante como transcribir las reuniones de otras personas: un proceso lento del que obtienes una diminuta porción de ahorros en fracciones de puntos porcentuales hasta el día de tu jubilación, momento en el que ya puedes comprarte la videoconsola que quieras. ¿Te imaginas lo intenso que tiene que ser Halo 65?

El truco, me explicó Michael Batnick, consistía en reinvertir los dividendos cada año y recordar que te quedan muchos años por delante para aprender más cosas y engrosar tus cuentas.

«El problema de los jóvenes de la generación del milenio es que les cuesta pensar a largo plazo», concluyó. «La triste realidad es que el tiempo y el interés compuesto constituyen el mayor activo de un inversor, y sin embargo son muy pocos los que lo aprovechan».

Sigue a Allie Conti en Twitter.

Traducción por Mario Abad.