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Cómo una enfermedad mental te puede dejar en la ruina

"Los problemas crónicos de salud mental hacen pobre a la gente, porque quienes los padecen pueden perder su trabajo y volverse dependientes de subsidios"

Ilustración de Marta Parszeniew

Nunca había sido tan fácil gastar dinero. Puede que ahora ni siquiera llegues a tocar un billete antes de que tu sueldo se vaya de un tarjetazo, un clic en Amazon o un taxi de vuelta a casa.

Poco a poco, el espacio entre tus deudas y tú disminuye gracias a un sistema económico "carente de fricciones". Es el desastre perfecto para gente con problemas de solvencia o para quienes están empezando a tenerlos. Es algo que está enfermando a las personas, y está haciendo a las personas enfermas más pobres.

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Ya tenemos clara la relación entre dinero y salud mental. "Los problemas crónicos de salud mental hacen pobre a la gente, porque quienes los padecen pueden perder su trabajo y volverse dependientes de subsidios", dice la profesora Dama Til Wykes, especialista en psicosis en Kings College, Londres. "La discriminación puede dificultar la posibilidad de conseguir trabajo".

"La mayoría de personas con problemas mentales son más pobres, y por eso no tienen los ahorros ni los medios para lidiar con posibles cambios en su economía; eso los lleva a un ciclo de miseria. Y si no pones solución, empiezas a endeudarte. Es muy común", explica. Y un sistema "sin fricción" hace que sea incluso más fácil caer en este ciclo.

Leah padece un trastorno bipolar y escribe un blog sobre dinero y salud mental. Cuando sus deudas se descontrolaron, se fue a vivir con su madre. Otros no tienen la misma suerte. "Si estás pasando por momentos difíciles, estos problemas pueden ser muy agobiantes", dice. "Pagar el alquiler, no conseguir vivienda social. La gente tiene que luchar por conseguir los beneficios que se merece".

Las consecuencias pueden ser mortales. En julio de 2015, Joshua Jones, de 23 años, se suicidó después de adquirir una deuda millonaria apostando en internet. Los académicos estiman que entre 2008 y 2010, después de la crisis económica en Inglaterra —un periodo en el que se hicieron recortes de subsidios, había desempleo, los trabajos eran inestables y la gente se endeudó—, hubo 1.000 muertes más por suicidio y entre 30.000 y 40.000 intentos de suicidio adicionales.

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Estamos aprendiendo que el dinero y las enfermedades mentales están relacionadas de muchas formas. En un estudio a más de 5.000 personas inscritas en "Money and Mental Health Policy", el 93 por ciento de las personas autodiagnosticadas con problemas mentales dijo que gasta más dinero cuando no está bien.

Otro 88 por ciento dijo no estar al día en sus pagos y un 80 por ciento, que las compras por internet incitan a gastar mucho más. Existen diferentes formas de gastar asociadas a la salud mental. La más obvia es gastar de manera maniática, y puede afectar a la gente que es bipolar o tiene trastornos anímicos. "Me gastaba mucho dinero comprando cosas extravagantes en tiendas de segunda mano", dice Leah. "Como sombreros y cristalería, a pesar de que no tuviera piso y estuviera viviendo donde mis papás. Hasta compraba zapatos que me quedaban grandes".

Otros gastan para sentirse mejor; tratan de pasar la depresión o el bajón comprando cosas. Dan es poeta y libraba batallas internas en las tiendas cuando sufría episodios de depresión aguda. "Te quedas frente a la tienda, comienzas a temblar, caminas hasta la puerta y de repente te das la vuelta; vuelves a la puerta y te das la vuelta otra vez", dice. "Te debates mientras una voz en tu cabeza te dice que compres. Te sientes vacío."

Los que sufren de estrés postraumático tienen una actitud más nihilista frente al dinero. Gastan porque la transacción, o la misma vida, no tienen ningún significado. Los investigadores del instituto hablaron con un hombre cuya hija renunció a su trabajo y adquirió una deuda de cientos de miles de euros en internet porque creyó que el mundo se iba a acabar.

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Antes había barreras humanas que impedían esto. "Si ibas a un banco, decías que querías sacar un préstamo de 50.000 euros, te preguntaban por qué, y si respondías ´porque el mundo se va acabar´, te retratabas y no te lo daban", dice Polly Mackenzie, director del instituto. "Pero si lo haces por internet, no tienen cómo saberlo y no existe ninguna prueba razonable". Hacer regalos es otra forma de incrementar tu valor social. Lee, un consultor de software, afirma que compraba regalos muy caros a sus amigos en un intento por comprar la vida que quería. "Quería poder pagar todos los restaurantes caros y ser esa persona que imaginaba porque me sentía solo", dice.

Se dio cuenta de que tenía un problema cuando en 2004, despertó varias veces en París. "Me gasté 3.500 dólares en dos días y nunca hice ni una foto".

Pasaron tres años antes de que Lee fuera diagnosticado con un trastorno bipolar. Hace dos años y medio, se declaró en bancarrota y alcanzó una deuda de 40.000 dólares. De tanto pedir dinero y decir mentiras, perdió a sus amigos. "Haber quedado en bancarrota fue lo mejor que me pudo ocurrir, fue un alivio", dice. "Se me había olvidado lo que era poder dormir en paz".

Los adictos gastan mucho dinero tratando de alimentar sus adicciones. La posibilidad de apostar en línea también eliminó esas barreras de carne y hueso que solían impedir que la gente con problemas de salud mental gastara. Til recuerda el caso de un paciente al que todos los casinos le impedían el acceso porque sabían que cuando entraba en su fase maniática creía que siempre iba a ganar. "Nadie te puede parar cuando estás apostando por internet", dice ella.

Hay grupos de ayuda. StepChange, una organización centrada en el dinero y la salud mental, orientó a Lee en el proceso de declararse en bancarrota. Pero lo que pudo haber ayudado a Lee y Leah, incluso antes de que fueran diagnosticados con problemas mentales, era algún tipo de límite. Como cuando el banco te bloquea los pagos que haces desde otro país porque no avisaste de que viajarías.

El instituto Money and Mental Health Policy fue creado por el experto en ahorro Martin Lewis. Él está dedicado a buscar maneras de restablecer las barreras que ofrecía el contacto humano. Los bancos, dice Martin, deberían ofrecer mecanismos que ayuden a las personas a mantener el control de su dinero. Por ejemplo, recurrir a sus amigos de confianza o autorizar al banco a suspender una cuenta si se retiran cantidades exageradas.

"No queremos que los bancos den opciones especiales a gente con problemas mentales. Queremos que haya controles que les ayuden a las personas a manejar sus finanzas cuando están pasando por momentos difíciles", dice.

Leah y Lee dicen que controles como estos los hubieran podido ayudar cuando lo necesitaban. Quizá Lee no se hubiera despertado en París tantas veces en 2004 ni hubiera pasado tantas noches en vela. Tal vez Leah no se hubiera gastado tantos años de ahorros y no hubiera terminado viviendo con su madre otra vez. Para ellos y muchos otros, poner límites como los de antes no sería mala idea.