Inyección de botox

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Salud

Pasé una semana probando los consejos de belleza extremos de las famosas

Probé durante un tiempo los tratamientos más bestias que tanto las famosas como la sabiduría popular dicen que son efectivos para conseguir la belleza eterna y fue una experiencia bastante asquerosa y mayormente inútil.

La belleza nos han obsesionado tanto que hemos llegado a hacer auténticas barbaridades para conservarnos perfectos y eternamente jóvenes. A pesar del estigma y el tópico esto no es una cuestión de género, desde hace años (e incluso décadas) ellos también son esclavos de la imagen y de los rituales cada vez más excesivos para conservarla en perfecto estado, ¿o es que acaso nos hemos olvidado de los metrosexuales? La reina de los tratamientos extremos es sin duda la mayor de las Kardashian. Da la sensación de que sería capaz de vender su alma a Satanás si le ayudase a tener una piel tersa y atractiva. Las fotografías que sube en Instagram son la ejemplificación gráfica de lo que los humanos somos capaces de hacer por estar guapos.

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Se me ocurrió hacer este artículo después de enjuagarme el pelo con vinagre. No es una cosa que suela hacer, pero mi abuela siempre explica que en su época a falta de suavizante usaba vinagre o limón para aclarar. Comentándolo en voz alta en la oficina resultó que todo el mundo tenía algún truco casero de belleza y estética: yogurt con azúcar para quitar la celulitis, aguacate para la piel seca, cucharas congeladas para eliminar las ojeras. El truco que más me llamó la atención fue el de mi compañero Álvaro Piñero, editor online de i-D, que utilizaba una especie de salsa de chilly picante para que se le pusieran los labios "bien rojitos e hinchaditos" sin necesidad de ninguna crema labial. Eso me gustó, así que decidí empezar mi investigación por ahí.

Mujer con botella de catsup

Bajé al súper de debajo de la oficina con el fin de encontrar aquella salsa picante para untar mis morros en ella y experimentar en mi propia piel el placer y el dolor de la belleza estigmatizada. "Sriracha", así es como se llamaba la maldita salsa que me puse a modo de cacao. Tenía los labios cortados, así que me picaba muchísimo más de lo que se suponía que tenía que hacerlo. Enseguida noté la hinchazón en los labios, de forma automática.

Recordé también el ya mítico #kyliejennerchallenge por el que chicas a través de las redes sociales se grababan intentando conseguir unos labios como los suyos succionando un vaso de chupito, pero como se ha considerado una práctica muy peligrosa la descarté de antemano. Puede que después de leer este artículo penséis que estoy loca, pero os aseguro que no he puesto en riesgo mi integridad ni tampoco quiero poner la de otros. Lo que contaré a continuación es una investigación en primera persona de aquellos métodos de belleza que me han llamado especialmente la atención por ser extremadamente peculiares, algunos de ellos realmente extremos a mi parecer, pero que son utilizados por muchas famosas por su presunta efectividad, estos fueron: ponerme una placenta en la cara, ponerme caracoles en la cara, bañarme entera en vinagre y zumo de limón, blanquearme los dientes frontándomelos con fresas, ponerme Hemoal en las ojeras y hacerme un tratamiento de plaquetas —que básicamente consiste en inyectarte sangre en la cara—.

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Placenta en la cara

Mujer sosteniendo placenta

El siguiente ritual no fue para nada "placentero" —perdón—. Había escuchado decir que la placenta de animal era muy beneficiosa para la estimulación del colágeno de la piel. Me parecía realmente vomitiva la idea de tener un órgano sangriento encima de mi cuerpo pero mentalmente me repetía que no podía ser tan asqueroso si Madonna lo había probado, aunque en su caso eran cremas hechas a base de placenta. Yo preferí conseguir directamente la materia prima, si iba a hacerlo no me iba a conformar con un sucedáneo.

Hacerme con la placenta me resultó sumamente difícil. Llamé a distintos veterinarios diciendo: "Hola. Ahora mismo le haré una pregunta muy rara. No se asuste, no soy una psicópata, simplemente estoy escribiendo un artículo… ¿Tendría usted una placenta para darme?" Me colgaron varias veces, hasta que una inspiración de algún dios me hizo pensar en los caballos. Qué bonitos son. Me encanta acariciarles el espacio aterciopelado que tienen entre los dos agujeros de la nariz. Se ve que hay criaderos de caballos donde, en fin, ¿es obvio lo que hacen no? Crían caballos y por lo tanto hay sementales, yeguas y potrillos. Por lo tanto, habría placentas. Cuando llamé tampoco les extrañó mucho que les pidiese aquello, fueron muy amables y me invitaron a pasar a recogerla en el parto que iba a haber aquel mismo día. "Oh, placenta, querida placenta, eres mía… ya te tengo".

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La fui a buscar una tarde con mi padre. Me equivoqué de tren y… en fin, es una larga historia. Suerte de los padres que te rescatan cuando lo necesitas. Supimos que no nos habíamos equivocado de camino porque Paco, el señor de la yeguada, nos indicó que encontraríamos una señora sentada en una silla de estas de playa justo en el cruce. Y allí estaba, leyendo la Hola mientras esperaba a su próximo cliente.

Cuando llegué allí y vi a la criatura neonata no daba crédito de lo que mis ojos estaban viendo. ¡No pensaba que pudiese llegar a ser tan gigante con apenas unas horas de vida! Lo que pasó después fue muy tierno y bonito. Lo recuerdo y me emociono. Me explicaron que la yegua madre se llamaba Divina y que la pequeña aún no tenía nombre. Era hembra, sí. Se ve que cada año que pasa bautizan a los cachorros con una letra distinta del abecedario. Este año era la O, así que me plantearon si quería ser la madrina de la pequeña yegua y si le quería poner yo un nombre. Como la diminuta gigante merecía un nombre tan divino como el de su madre decidí ponerle Olympia. Así, sin más.

La placenta de Divina estaba reservada en un bote de pienso y me lo llevé a casa rápidamente para ponerla en frío. Convivió una noche en mi nevera entre batidos de soja, rábanos y zanahorias. Al día siguiente, cuando lo sacamos del tarro, ya olía a rata muerta. Es uno de los olores más desagradables que he sentido en mi vida. Cada vez que abría las fosas nasales para respirar me venían arcadas. Pero por mis ovarios lo tenía que hacer. Tenía que probar si de verdad el método funciona o no. Con la ayuda de mi compañero Gonzalo, cortamos un trozo de placenta para poder manejarla bien y ponérmela en la cara. Costó muchísimo seccionar un trozo, pero al final pudimos.

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Placenta de caballo

Me la puse en la cara unos minutos e intenté no pensar en la peste que aquello hacía. No exagero, de verdad. Notaba como algo húmedo y pegajoso descansaba encima de mis ojos como si fuese una máscara.

Mujer con planceta en la cara

Aguanté hasta que no pude más. Me fui corriendo hasta el baño con la cara ensangrentada y estuve a punto de vomitar. Por suerte no lo hice. Prueba superada. ¿Algún cambio? Esperaba que al menos hubiese alguno, pero qué va. Estuve el resto de día con el sentido olfativo atrofiado y con el flequillo manchado de sangre. Fue un poco asqueroso, sí, pero necesitaba saber cómo era someterse al tratamiento de placenta animal. Para tranquilizarme y saber si realmente todo había sido en vano o no, llamé a la Dra. Marisa Manzano, cirujana plástica de Antiaging Group Barcelona y especialista en medicina estética. Su respuesta fue más bien deprimente para mí.

"Las cremas con células madre animal y vegetal – nos explica- son solo para sacarle dinero a la gente. No está científicamente probado que eso funcione. Si te fijas a las lagartijas cuando les cortas la cola les vuelve a salir. Nosotros tenemos un sistema mucho más complejo que los animales y contamos con un sistema inmunitario mucho más rico. Es por esto que no somos compatibles ni con los animales ni con las plantas. El hecho de ponerse la placenta de un animal en la cara no tiene ningún efecto, nuestro tejido no absorbe los beneficios de la placenta de un animal".

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¿O sea que todo es mentira? ¿Los anuncios del teletienda nos engañan? ¡No me lo podía creer! Para consolarme a mí misma decidí ver una y otra vez el spot de Celltone, la crema con baba de caracol que asegura que cura el acné y elimina las arrugas. Yo me había decidido a probarlo con caracoles vivos aunque y ya no sabía si desestimar o no mi próximo experimento después de las declaraciones de la doctora.

Caracoles en la cara

Como lo que me propuse era experimentar en mi propia piel lo que otros aseguraban que funcionaba, decidí no dejarme influenciar por otras opiniones y tiré adelante con mi prueba de la baba de caracol.

Encontrar caracoles vivos fue más difícil que la placenta. Tras días sin llover parecía más que complicado. Pregunté en tiendas de comestibles, porque sé que hay gente que compra y los cocina. No he probado nunca un caracol, pero me da a mí que debe saber a chicle. Por si no lo sabíais en Carrefour venden unos congelados. Lo sé porque fui y los vendían o en salsa o como si fuese un polo. Pensé que untarme en salsa no sería lo más higiénico, por lo que opté por la segunda opción, la del "caracolipo". Dicen que la baba de caracol es un método claramente reconocido para eliminar arrugas y regenerar la piel. Se ve que ellos mismos son capaces de reconstruir su propia cáscara si se les rompe. Después de probar los caracoles congelados vi que no tenía ningún efecto. Seguramente debería intentar con caracoles vivos.

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No sabía qué tipo de danza practicar para que lloviera, pero por el bien de los bosques y de mi propio artículo no me hizo falta darle muchas vueltas porque de repente diluvió y no tuve que andar muy lejos a buscarlos aquel mismo día. Encontré un par de ellos, llamémosles Pepito y Menganito, merodeando por el rellano de la escalera de mi casa. Les salvé de ser chafados por algún pie distraído e invité a mis nuevos amigos a entrar a casa para que se pasearan a sus anchas por mi cara. Así lo hicieron.

Mujer con caracol en la cara

Menganito se abría paso entre mi frente mientras a Pepito le gustaba más mi mentón. Así pasé el rato, recolocándome los caracoles cada vez que veía peligro de precipitación. Cuando decidí que ya era suficiente, tenía la cara pegajosa y acartonada. Me la limpié solo con agua y mi primera percepción fue la de notar una piel más limpia y tersa, un punto resbaladiza sí, pero sobre todo limpia y tersa. No sé si fue fruto de mi imaginación o es que en realidad la baba de caracol hace todo lo que dicen que hace…pero me la notaba mejor.

Baño de ácido con vinagre y zumo de limón

Mujer en una tina tomando un baño

Al día siguiente, con la intención de purificarme aún más, cuando llegué a casa llené la bañera de agua, vinagre y limón para someterme a un "baño de ácido". No suelo llenar nunca la bañera hasta arriba por no dañar mi conciencia ecológica, pero lo consideré una excepción justificada. El vinagre y el limón se usan comúnmente para desinfectar bacterias en una superficie. Además el limón contiene ácido ascórbico, un antioxidante que va muy bien para todo. Cuando entré en la bañera me temía que en cuanto me sumergiera todo me picaría. Tengo la piel atópica, por lo que me esperaba lo peor (granitos, sarpullido, escozor…). Contrariamente a lo que pensaba me vino bien aquel baño, aunque estuve oliendo a ensalada durante tres días. La piel me quedó tersa y el cabello bien fino. Los métodos tradicionales nunca fallan.

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Lavarme los dientes con fresas

Mujer con fresas en la boca

Vamos a por las fresas. Mi prueba preferida pero la más inútil a mi parecer. Estuve más de una semana comiendo fresas, masticándolas y dejándolas reposar encima de mis dientes con el propósito de blanquear mi esmalte dental. A Catherine Zeta-Jones le funciona, o eso dice. Se ve que es como un astringente que con su ácido málico evita la aparición de manchas y blanquea tus dientes. Esta última frase parece sacada de un anuncio de dentífrico. Ahora en serio, yo me imagino que algo hará, pero os aseguro que a simple vista no noté nada. Es bastante refrescante comer fresas en primavera, pero odio las fresas mutantes que tienen pepitas demasiado gruesas y se meten entre los dientes y la encía sin que puedas hacer algo para evitarlo. Aquello que sonríes a tu chico con todo el "paluego" en el piñón… Durante todo este tiempo comiendo fresas también me he dado cuenta que hay fresas que no saben a nada y otras que saben a corcho. Debería cambiar de frutería.

Crema para hemorroides en la cara

Crema de hemorroides en la cara

También hice lo de la crema para hemorroides en las ojeras. Nadie en su sano juicio se pondría en los ojos algo que va en el culo. Yo sí. Cuando fui a comprar Hemoal le pregunté a la farmacéutica si serviría para camuflar mis ojeras y ella, como buena vendedora me empezó a recitar las múltiples propiedades del producto, entre las que estaba la acción vasoconstrictora, por lo que reduce el escozor, la irritación y disminuye la inflamación. La misma farmacéutica nos dijo que había bastante gente que lo utilizaba y le iba bien, pero que en unas ojeras como las mías (más azules que en plan bolsa), tampoco sería significativo. Pues bien, me he puesto Hemoal a las bolsas de los ojos cada noche de esta semana antes de ir a dormir. No sabría decir exactamente si ha funcionado o no. Sí es verdad que cuando te la pones te da como una sensación muy fresca, como de aliviarte, pero no sentí como si me estuviese cuidando la piel. Quizás por la textura poco acuosa o quizás porque psicológicamente no estaba preparada para untarme la cara con pomada de culo.

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Inyectarme plaquetas de la sangre en la cara

Volví a llamar a la doctora Marisa Manzano de Antiaging y nos confirmó que Hemoal sí funciona en términos de belleza, pero que lo ideal para eliminar mis ojeras y de regenerar mi piel sería el tratamiento con regeneración por plasma rico en plaquetas. Parte del concepto odontológico de medicina regenerativa y actualmente también se usa en traumatología, aunque en su clínica lo practican básicamente como método de rejuvenecimiento facial. El procedimiento es el siguiente: te quitan sangre, a través de una centrífuga se separa la parte hemática de lo que es el suero, y después de embadurnarte con una pomada con anestesia te pinchan tu propio plasma. Todo tiene una lógica: en el suero que te inyectan se encuentran las plaquetas. De hecho cuando nos hacemos una herida las plaquetas son las primeras que llegan para ayudar en el proceso de regeneración. El objetivo de inyectarlas es incrementar la producción de colágeno y de vitaminas en las zonas donde se producen los pinchazos.

De nuevo la Kardashian se me había avanzado y incluso había posado en Instagram con una mascarilla hecha con su propia sangre. Aún pareciendo haberse restregado por alguna herida de bala la tía lucía sexy. Soy solo una aficionada a su lado.

Mujer en quirófano
Mujer con plástico en la cara

Cuando entré en la clínica no pensé que lo que en principio era un tratamiento exfoliante acabara siendo más parecido a una operación para inyectarme botox. Cuando vi la camilla, la centrifugadora y las agujas me entró el yuyu de golpe. Luego cuando me vi con la cara anestesiada y mi sangre insertada en tres probetas me di cuenta de que no había marcha atrás. Y empezaron los pinchazos. El primero en toda la ojera. Mi ojo se desviaba en dirección contraria a los pinchazos. "¡Aquí te saldrá un moratón!", me avisó la Dra. Manzano. Efectivamente. Estoy escribiendo esto unos días más tarde y el moratón aún perdura.

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Mujer en quirófano
Brazo con jeringa
Plaquetas de sangre
Tubo de ensaye
Mujer tratamiento de belleza con sangre en la cara
Mujer tratamiento de belleza con sangre en la cara
Mujer tratamiento de belleza con sangre en la cara

Salí de allí con la cara un poco desfigurada. Mientras me hacía el selfie que hay aquí abajo no me reconocía a mí misma al otro lado de la pantalla. Al cabo de unos tres días, y cuando los pequeños morados se habían vuelto marrones empecé a notar las mejoras. Me noté una piel más fina y brillante, sobre todo en la parte inferior de los párpados. No sé si me tenía que sentir afortunada o no: hay gente que paga entre 300 y 700 euros para someterse al tratamiento.

Fotografía de mujer

A modo de conclusión he decidido hacer mi propio ranking de los métodos de belleza más hardcore. El de las plaquetas fue el más efectivo, aunque también el más doloroso. El del Hemoal no es tan efectivo pero es menos doloroso y también más inmediato. Las fresas no sirven absolutamente para nada y los caracoles tampoco hicieron mucho. Si sois capaces de soportar el escozor, el de la salsa picante no está nada mal y el baño con vinagre, a pesar de ser bastante maloliente, va bastante bien. Y aquí viene mi mayor consejo: aunque alguna vez estéis en apuros… No os pongáis NUNCA placenta en la cara, por favor, es inútil y tremendamente asqueroso. Queda dicho.