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Corea del Norte tiene un grave problema con el cristal

La metanfetamina es la hostia en el reino ermitaño, o eso dicen los funcionarios estadounidenses que la probaron el año pasado.

Imagen vía Flickr

La metanfetamina de Corea del Norte es la bomba o, al menos, eso aseguran los agentes estadounidenses que la probaron el año pasado. Los paquetes de cristales, afilados y de aspecto parecido al hielo, tenían una pureza del 98 y del 96 por ciento de pureza, respectivamente. Según los informes de la acusación presentada contra los proveedores, arrestados en 2013, la droga era tan pura que “la gente de Nueva York se volvió loca… en los sitios de Estados Unidos donde la vendimos, Nueva York… Boston, en todos esos sitios, en serio, la gente flipó”.

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Según un nuevo informe elaborado por la doctora Sheena Chestnut Greitens, profesora adjunta de ciencias políticas en la Universidad de Missouri, desde la década de 1970, el gobierno norcoreano ha estado recaudando fondos mediante la elaboración de droga y otras actividades de igual talante. El régimen dejó de pagar su deuda internacional en 1976, y Greitens afirma que, ese mismo año, “una docena de miembros del cuerpo diplomático del país, entre ellos el embajador de Corea del Norte en Noruega, fueron expulsados… por contrabando de bienes ilícitos”, entre los que se encontraban “4.000 botellas de alcohol (principalmente vodka polaco) y 140.000 cigarrillos” en Suecia y “400 botellas de licor, 4,5 millones de cigarrillos y 147 kilos de hachís en Dinamarca”.

La caída de la URSS supuso el fin de la financiación comunista para Corea del Norte. Eso, sumado a las duras sanciones y a desastrosas decisiones políticas, sumió al país en una hambruna durante la década de 1990, víctimas de la cual se calcula que murieron un millón de personas. Las fábricas habían dejado de funcionar y los pescadores no podían salir a faenar porque no tenían combustible para sus embarcaciones. En un acto desesperado, el régimen de Kim forzó a las granjas comunitarias a cultivar adormidera y exigió una producción de 60 kilos de opio por cosecha. “Deberíamos cultivar cereales, no adormidera”, rezaba la cita de un desertor en el informe de Greitens. “Pero desde el gobierno central se nos aseguraba que si cultivábamos adormidera, podríamos vender el producto por un importe diez veces superior al del precio del cereal.”

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Cuando acabó la hambruna en el año 2000, las fábricas norcoreanas empezaron a producir un tipo de droga más moderno: la metanfetamina. “Parece ser que las autoridades de varias agencias de seguridad del país estaban implicadas, ya que se encargaban de custodiar las plantas y las fábricas”, asegura Greitens en el informe. En esas fábricas, Walter Whites de carne y hueso contratados por el estado enseñaban a los químicos norcoreanos el arte de sintetizar cristal puro. “Se trajeron expertos para asesorar en la producción.”

Una raya de cristal, o “bangdu”, en chino (imagen vía Flickr)

La heroína y la metanfetamina de Corea del Norte estaban muy valoradas en el mercado negro, y la Tríada y la Yakuza hacían cola para distribuir la mercancía en China, Japón y los EUA, según Greitens. “Las bandas cogían paquetes de droga que soltaban en el mar… También la transportaban en tren (y otros medios) para cruzar la frontera con China.”

Pero, ¿por qué habría Corea del Norte de confiar en gánsteres desesperados cuando tenían toda una hueste de agentes apostados legalmente en países de interés y que gozaban de inmunidad diplomática? En efecto, los empleados de la embajada de Corea del Norte seguían expulsados de sus países anfitriones procesados por varias acusaciones. Además del tráfico de droga, se había sorprendido a las autoridades norcoreanas traficando con mercancías como cuernos de rinoceronte y marfil, 500.000 cigarrillos y billetes falsos de 100 dólares, tan bien falsificados que en la tesorería de los EUA los catalogaron como “superbilletes.”

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“A la vista de la variedad de productos de contrabando y de la reiterada participación de diplomáticos norcoreanos en el comercio ilegal, podría concluirse que se trata de una política de ‘autofinanciación’”, afirma Greitens, “en la que se espera que las embajadas costeen sus propias operaciones y hagan aportaciones dinerarias a Pyongyang”.

Desde 2005, el régimen parece haber reducido la elaboración de metanfetamina. “El gobierno de Corea del Norte ha quemado todos sus laboratorios para demostrar a los estadounidenses que ya no venden más droga, pero se han trasladado a otra base”, afirma uno de los importadores de metanfetamina, que fue arrestado el año pasado, en el informe de la acusación. En el resto del documento, asegura que “solo [Corea del Norte] puede conseguir el auténtico producto norcoreano”.

El cierre de los laboratorios de metanfetamina ha dejado a muchos químicos brillantes sin empleo. Muchos otros siguen trabajando en lo que Greitens llama “un espacio híbrido entre lo público y lo privado”. En estos mercados grises, las elites políticas se llevan su parte de los beneficios obtenidos en las malolientes cocinas de metanfetamina, construidas en casas medio derruidas y escuelas abandonadas.

Si bien desde el régimen aseguran que “los norcoreanos con plenas facultades mentales y morales no tienen intención de exportar narcóticos”, no cabe duda de que en ese país no se produce ninguna actividad económica a gran escala sin que lo sepan las autoridades. ¿Qué tipo de régimen totalitario sería, si no?

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El líder norcoreano, Kim Jong Un, con algunos de sus generales (imagen vía Flickr)

Como era de esperar, el uso de metanfetamina en del Norte se ha disparado. Los ricos trajeados se ofrecen rayitas después de cenar en los restaurantes de Pyongyang, los ciudadanos de la clase media la toman como remedio para los catarros o el dolor de espalda, y los pobres la usan para enmascarar el hambre que sufren. Parece ser que la droga es tan común que los norcoreanos han acabado por adoptar una actitud de total normalidad. “Cuando nos reunimos, a menudo intercambiamos droga para ver quién tiene el cristal más potente”, aseguraba uno de los desertores en el informe de Greitens. “Lo hacíamos de forma natural, como quien intercambia cigarrillos.” Otro desertor dijo, “la gente del campo toma cristal y se les cura el dolor de espalda… Y si se lo das a gente que ha sufrido un derrame, se recuperan”.

A pesar de que el régimen niega estar exportando metanfetamina, grandes cantidades de esta droga siguen saliendo del país. En 2011, el gobierno de China informó de que se había incautado de droga por valor de 55 millones de dólares y que procedía de Corea del Norte. En la provincia fronteriza de Jilin, la cifra de adictos a esta sustancia ha pasado de los 44, en 1991, a cerca de 10.000 en la actualidad.

El papel de Corea del Norte en el narcotráfico es fruto de la necesidad económica y de una ideología de autosuficiencia llevada al extremo. El estrepitoso fracaso de estas políticas ha llevado a muchos de los ciudadanos de Corea del Norte a engancharse a la droga con la que su país trafica en el extranjero.

Sigue a Nathan Thompson en Twitter: @NathanWrites