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Cultură

Vómito, bolas anales y crucifijos: cosas que encuentras cuando te mudas a un sitio nuevo

Los restos de las personas que vivieron en tu casa antes que tú pueden ser espeluznantes.
Dana  Alecu
Bucharest, RO

Un kit Red Roses que dejaron los dueños del piso en el que entré a vivir. No he encontrado los elementos que faltan. Todavía

Este artículo se publicó originalmente en VICE Rumanía.

Hace dos años, me mudé a un piso de dos habitaciones en Bucarest con dos compañeras de la universidad. el sitio estaba hecho un asco: tuve que usar Coca-Cola para quitar la suciedad de las paredes y de las tuberías. En el cajón de las verduras del frigorífico y sobre el colchón había unas manchas rojizas que parecían de sangre. Además, los dueños habían dejado parte de sus cosas en un armario pero no podíamos tirar nada porque era una vivienda embargada por el banco. Mientras no se supiera cómo se resolvería el caso, la habían puesto en alquiler, así que decidí hacer fotos de todas esas cosas. las siguientes imágenes a no ser que se especifique lo contrario son de las cosas que encontré en ese armario.

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Como estaba segura de no ser la única que había encontrado dildos o radiografías en un piso de alquiler, pedí a varias amigas de Bucarest que me contaran lo que había visto ellas durante sus mudanzas.

Claudia, 23 años

"Mi novio y yo nos mudamos a un piso del barrio de Dristor en abril de 2014. El dueño era un taxista retirado que se mostraba extrañamente interesado en nosotros. Incluso me preguntó dónde habían estudiado mis padres.

Tengo la costumbre de darle la vuelta al colchón dos veces al año y, como imaginé que el dueño no se habría molestado, mi novio y yo decidimos hacerlo en cuanto llegamos al piso. Así fue como encontramos un condón usado debajo del colchón, cerca del cabecero de la cama.

Supusimos que no sería del dueño. Una chica que iba conmigo a clase de Economía había vivido en el piso antes que yo, por lo que imaginé que sería suyo. Me la imaginé echando el último polvo con su novio antes de mudarse y marcando el territorio con el condón. Lo que era seguro es que, quien fuera, lo había dejado a propósito. Uno no levanta el colchón y deja un condón usado debajo por despiste. Fingí que tenía problemas en la columna y le pedí al dueño que me comprara otro colchón".

Cristian, 25 años

"Estudiaba en el University College London cuando me mudé a un estudio en Shepherd's Bush en 2011. Había una señora de cincuenta o sesenta y tantos, a la que llamábamos Angie, que se encargaba de la planta en la que yo vivía. La primera vez que miré debajo de la cama, encontré una colección de antiguas revistas porno inglesas. Habría unas 15, todas de 1953, 1953 o 1955. Las mujeres que salían iban todas muy vestidas. Hubo una, con el pelo rubio rizado y unas tetas enormes, que recuerdo especialmente. Llevaba un bañador negro de una pieza y estaba tumbada en alguna playa de Inglaterra. Le llevé las revistas a Angie, que se limitó a decir: "¡Madre de Dios! Antes aquí vivía un estudiante de filosofía, así que imagínate".

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Laura, 23 años

"Hace unos cinco años, dejé el nido y me fui a vivir a un piso de tres habitaciones con varios amigos. El piso era del padre recién fallecido de una chica que se había mudado al extranjero. Cuando empezamos a amueblarlo, descubrimos un pequeño armario en el salón que ninguno de mis compañeros de piso había abierto todavía. Dentro había un álbum con un montón de fotos antiguas en blanco y negro. En muchas de las fotos había niños en lo que parecía un bautizo cristiano ortodoxo. Una de las páginas tenía un mechón de pelo pegado con celo. Al final tiramos el álbum. A la dueña no le importó en absoluto".

Tesoros de los dos pisos en los que vivió Clau

Clau, 26 años

"En 2014, me trasladé de la residencia en la que había pasado cuatro años y medio a un viejo caserón en Bucarest. Antes de nosotros, ya habían vivido allí varios otros amigos. En el desván encontramos una caja llena de bolas de porespán en la que descansaba una pipa de vidrio enorme. No sabíamos a qué generación de inquilinos pertenecía, pero para que la tradición no se perdiera, la teníamos por la casa.

Hace uno meses me mudé a una casa muy bonita en otro barrio que perteneció a una señora de unos cincuenta años, profesora de Física en Alemania. En su dormitorio encontramos un oso de peluche como salido de tus peores pesadillas. Sigue ahí donde lo encontramos, metido en el armario, y cada vez que lo abres tiene la sensación de que está mirando en lo más profundo y oscuro de tu alma. No suelo entrar en esa habitación, pero noto su presencia y seguramente seguirá ahí muchos, muchos años".

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Andrei, 20 años

"En 2014 me mudé a un piso nuevo porque quería estar más cerca de la facultad. El piso era de una mujer de cuarenta y tantos que se había ido al extranjero poco antes. En el armario de su habitación encontré varios látigos que tenían las puntas muy gastadas del uso. Me deshice de ellos y nunca comenté nada al respecto.

Cuando la primavera pasada me mudé al piso de una pareja de ancianos, encontré algo muy distinto. Mientras estaba cambiando de sitio los muebles del dormitorio, descubrí un montón de vómito detrás de la cama. Calculo que sería de hacía unos dos días y estaba bastante reseco. Limpié a fondo la habitación. ¿Qué otra cosa iba a hacer?".

Ema, 23 años

"En 2014 decidí que era el momento de irme a vivir con mi novio después de tres meses de relación. Él había vivido con su ex en ese mismo piso, hecho que descubrí cuando estaba colgando mi ropa en el armario y encontré un albornoz femenino, varios tops y calcetines de chica. En un cajón lleno de juguetes de huevos Kinder también encontré varias fotos de una chica con gafas de sol.

Todas las fotos y los juguetes eran de la ex de mi novio. Lo habían dejado seis meses atrás y mi novio me aseguraba que no se había dado cuenta de que todas esas cosas seguían en casa, y yo le creí. Lo tiré todo a la basura y me dije a mí misma que, si alguna vez tuviera que irme del piso, procuraría dejarlo todo en un mismo sitio para que le que venga después no tenga que pasar por todo ese follón. Pero de momento, mi novio y yo somos inseparables".

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Eduard, 23 años

"Hace dos años me mudé a una casa nueva en el barrio Forest Gate de Londres, de vuelta de las vacaciones. El dueño era un tipo bajito y muy arrogante. El piso estaba perfecto y nuevo, y un día tuve que bajar al sótano para arreglar un corte de electricidad. Allí encontré un colchón usado, un cochecito de bebé y seis bolsas de plástico enormes llenas de juguetes de niño. En una pared también había un cuadro con letras en árabe. La siguiente vez que volví, había más telarañas que antes, pero creo que también había más bolsas con cosas".

Andreea, 23 años

"Este año he estado buscando pisos para comprar y vi uno en Bucarest que me gustó. Una agente inmobiliaria me hizo una visita rápida, pero yo exploré por mi cuenta mientras ella hablaba por teléfono. Sabía que en el piso había muerto una mujer, pero no esperaba encontrar todas sus cosas en el lavabo. Colgada de la puerta había una camisa de rayas naranja recién salida de la época comunista. Pese a lo vieja que era, estaba impecable. Por como estaba el baño, daba la sensación de que la mujer podría llegar en cualquier momento. Era a la vez hermoso y espeluznante. Al final no compré el piso, aunque debería haberlo hecho, aunque fuera por esa camisa".

Traducción por Mario Abad.