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Cosas que pasan cuando usas tu navegador

Hablamos con Frédéric Martel, un sociólogo al que le gusta la polémica, que nos explica algunos secretos sobre lo que se mueve detrás de internet.

Este mundo está lleno de propuestas de ocio cansinas y por eso sabemos apreciar los planes divertidos que invitan de verdad a despegar el culo del sofá. Cada semana, AXE te descubre la cultura, viajes, tendencias y arte que hacen que valga la pena vivir. Soñemos con un planeta mejor.

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¿Google nos espía? ¿China tiene su propio Facebook? ¿En Soweto recargan los móviles con la batería de los camiones? ¿Qué pasa cuando tecleas 'Sex' en un buscador de Irán? Con su anterior libro, un monumental ensayo sobre la colonización cultural de Estados Unidos, Frédéric Martel, se ganó una colleja de Vargas Llosa. Cuatro años después de Cultura Mainstream, el enfant terrible de los sociólogos, ha vuelto de un viaje por 50 países con una investigación sobre Internet titulada Smart.

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VICE: ¿Por qué un libro sobre Internet en papel?

Frédéric Martel: ¿El nombre de tu revista es VICE, no? Porque me acabas de hacer una pregunta maliciosa [vicious en inglés], sobre todo viniendo de una revista que también publica en papel. Casi toda mi investigación está online y en redes sociales (en Twitter soy @martelf). Escribo una columna semanal en la web Slate y presento el programa sobre "internets" en la Radio Nacional francesa. ¡Así que soy muy transmedia y no mato demasiados árboles!

En Smart sostienes que no hay un único Internet sino múltiples internets. ¿Por qué?

Mira, acabo de volver de Hong Kong. He pasado allí dos semanas investigando la Revolución de los Paraguas. En Hong Kong tienen acceso a Facebook, Twitter, YouTube, como nosotros. Pero también pueden acceder a las herramientas específicas de China: Weibo (el Twitter chino), YouKu (YouTube), Baidu (Google), Renren (Facebook), QQ/Tencent (MSN) o Weixin (WhatsApp). Hong Kong es un puente entre los distintos internets. Además, hablan cantonés y las lenguas tradicionales chinas. Me gusta esa singularidad y pienso que de eso ha ido la Revolución de los Paraguas. Si no garantizas esas particularidades, su libertad de expresión y su apertura a Internet, como el gobierno de Pekín intenta hacer, Hong Kong dejará de ser Hong Kong.

¿Por qué presumimos lo contrario: que todos usamos Internet de la misma manera?

Las entrevistas de los CEO de Google o del fundador de Facebook dan a entender que estamos iniciando una conversación global: los idiomas no serán importantes, las fronteras desaparecerán, el contenido se uniformará… Pero esto es idealista. Lo que he visto en mis viajes ha sido fragmentación, y singularidades. No hay un único Internet, en mayúsculas y singular. Hay internets, en minúscula y plural.

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Por ejemplo, ¿qué dirías de España?

Si tu miras en la página de Facebook de un estudiante de Barcelona, seguramente se expresará en catalán, sus amigos no serán de Madrid o Shanghái sino de Barcelona, de su barrio o de un determinado instituto. Este estudiante compartirá contenido local. Y Beyoncé, claro. Así que Internet no destruye nuestras culturas, idiomas o identidades. Las refuerza.

Smart intenta demostrar que podemos recuperar el control sobre Internet. ¿Hasta qué punto lo habíamos perdido, si es que alguna vez lo tuvimos?

Nokia, Skype, o Meetic fueron, durante un tiempo, un símbolo de la innovación europea. Ahora, se han quedado viejas o las han comprado empresas estadounidenses o japonesas. Google tiene un 86% de participación en el mercado de Europa. A nosotros se nos sigue dando bien la música en streaming (Spotify, Deezer, Qobuz), el vídeo en streaming (DailyMotion), las aplicaciones, y lo que es más importante, seguimos siendo un elemento clave en la creación de contenidos musicales (Universal, EMI) videojuegos (Ubisoft) y telecomunicaciones (Telefónica, Orange…). Así que las preguntas son: ¿Cómo podemos competir con EE UUde manera justa? ¿Cómo podemos regular su posición dominante en el mercado? ¿Cuál es la manera de proteger nuestros datos y nuestra privacidad de Google? Eso depende de las regulaciones. Yo creo en la economía de libre mercado pero también en las regulaciones para que ese mercado sea justo.

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¿Cuáles son los principales obstáculos para que se dé esa regulación internacional?

En EE UU, el problema es que valoran más la Primera Enmienda de su Constitución (Libertad de expresión) que la Cuarta (Privacidad). Y en Europa, los reguladores no están haciendo su trabajo. El actual Comisario de Competencia, Joaquín Almunia, ha ayudado más a Google y a Facebook que a los europeos. Sé que es español, pero ésa no es razón para preferir a EE UU en vez de Europa.

En temas de espionaje… ¿A quién deberíamos temer más: a la NSA [Agencia de Seguridad Nacional de EE UU] o a Google?

Si Europa establece normas duras a favor de la privacidad, EE UU tendrá que hacer lo propio. Pero los lobbies estadounidenses son muy poderosos en Bruselas. Durante la investigación de Smart entrevisté al embajador estadounidense en Bruselas, amigo de Obama y actual director de la Federal Communications Commission. Está muy clara la prioridad de EE UU en Internet. La NSA, el argumento de la libertad de expresión y el abuso de la posición dominante de Google son un cóctel peligroso. Definitivamente, Europa tiene que enfrentarse a EE UU y a Google.

¿Crees que la fragilidad de ".eu" refleja la fragilidad del proyecto europeo? ¿Puede Internet solucionarlo?

Creo que Internet no puede resolver el problema europeo. He formado parte del equipo de Barroso en su think tank Una nueva narrativa para Europa. Pero el problema de Europa no es la narrativa, es su sustancia. Dicho esto, en la era de la globalización, pienso que estamos mejor juntos que separados.

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Has viajado mucho para investigar sobre los diferentes internets. ¿No te planteaste hacerlo con Google Maps?

No, yo soy un investigador de campo. Gracias a mis viajes he comprendido la influencia de Alibaba en China (con más operaciones que Amazon, PayPal y eBay juntos), he sido testigo en Cuba de cómo la promesa de los Castros de abrir cientos de Cyber-cafés para los cubanos era mera propaganda o de cómo en México se lucha contra los Narcos a través de un hashtag.

Pero seguro que investigaste también a través de Internet. ¿Te sirvió?

Mi investigación es cualitativa pero siempre lo compruebo todo cuantitativamente. Y en eso Internet ha sido una herramientas elemental.

Hablemos de la censura en países como Cuba, Rusia, China… ¿Podrá Internet vencerla?

Por ahora, el modelo chino es muy eficiente. ¡Desafortunadamente! En Cuba no tienes acceso a Internet, así que la censura funciona. Pero en otros países como Egipto, Venezuela, o incluso Rusia, los censores tienen más problemas. Existen muchas herramientas para vencer la censura. En China las conocen, pero no olvidemos que 100 personas han sido arrestadas en los últimos dos meses por tuitear o retuitear lo que estaba pasando en Hong Kong. Según Amnistía Internacional, 50 siguen aún en la cárcel.

"La cultura antes era un producto y ahora se está convirtiendo en un servicio". ¿Cómo puede ser rentable esto para los creadores?

¡Hablas como Mario Vargas Llosa! Él y yo mantuvimos un largo debate cuando Mainstream Culture se publicó. Discutimos un poco. ¡Y gané yo! [Se ríe]. La realidad gana siempre a la ideología. Yo no soy un ensayista a la manera francesa. No trato de imponer una tesis moral. Yo investigo sobre terreno. Cuento lo que veo, lo que no significa que me guste que la cultura se esté convirtiendo en un servicio. Puede no gustarte la lluvia, pero está lloviendo igual. Vargas Llosa piensa que puede detener la lluvia poniéndose en su contra. Pero tenemos que vivir en nuestro tiempo para entender el mundo en el que vivimos y a nuestra gente. No son menos listos que nosotros, independientemente de lo que piense Super Mario.

Para terminar, ¿es smart tenerle miedo a internet?

Creo que es smart no contestar a una pregunta smart como ésta.