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Cultură

Cosas básicas sobre las drogas que deberían haberte enseñado en el colegio

La postura de cualquier escuela hacia las drogas es: no las consumas o morirás defraudando a tus padres y a la sociedad en general, pero está claro que no es así.

Foto por Ivy Dawned vía Flickr

Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.

La escuela primaria. Aquella época loca de Bollycaos en los que todo era fácil y nos pasábamos el día garabateando el logo de Slipknot y siendo bordes con todo el mundo. ¿Tengo o no tengo razón?

Después vino la secundaria y, con ella, los primeros flirteos de muchos con la droga. El primer baile con el diablo de ojos borrosos variaba en función de tu procedencia: desde un chute del inhalador para el enfisema de tu hermano mayor hasta –sobre todo en el caso de los más populares de la clase- una raya de cocaína que alguien te ofreció en una fiesta en la que no debías estar. O, si eras de los que frecuentaba amistades de la peor calaña, un chute rápido de alguna droga dura.

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La postura de cualquier centro educativo hacia las drogas es –y, en general, debe ser- la misma que la de tus padres: no las consumas o morirás defraudando al sistema de subvenciones sociales. Pasarás tanto tiempo engañando al sistema que la tensión que ello te provocará hará que tu piel, antaño saludable y rosada, se marchite hasta que quedes reducido a un formulario de ayuda social y a un bolígrafo unido a su soporte por una cadenita metálica.

Pero los adultos siempre están mintiendo a los niños para protegerlos de sí mismos. Una vez, alguien que trabajaba en la entidad de transportes de Londres me dijo que a un hombre se le quedó atrapado el abrigo en las puertas del metro y que, cuando este arrancó, arrastró al pobre desgraciado, lo aplastó contra una pared y lo mató. Por supuesto, no ocurrió nada de eso, ni podría haber ocurrido por razones obvias. Pero el quid de la cuestión es ese: los adultos no respetan vuestra inteligencia, chavales.

Por eso, he pensado en llevar a cabo una buena acción y derribar algunos de los mitos sobre la droga que se divulgan en las escuelas, además de ofrecer unos cuantos consejos gratuitos de cosecha propia. A mi modo de ver, no van a dejar de consumirse drogas, por muchos miles de horas que se pase la policía deteniendo y registrando a gente. Parece razonable, por tanto, ofrecer algunos consejos realistas al respecto para los que han decidido ignorar lo que les ha contado.

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Un tío con dos dosis de ácido, nada aconsejable si es la primera vez que pruebas el ácido. Foto por Ben Shapiro.

Tomarte un cuadrado de ácido no hará que quieras arrancarte la piel a tiras

Puede sonar muy paternalista, pero lo mejor es que no tomes ácido si no estás completamente seguro de que quieres hacerlo y de que tu cerebro será capaz de soportarlo. Si no te apetece, no lo hagas. Si te pica la curiosidad, adelante. Si alguien te lo ha echado en la bebida, dale un puñetazo en la cara con todas tus fuerzas y a continuación busca un sitio tranquilo en el que sentarte y beberte una botella de agua fría.

En términos generales, una sola dosis no tiene demasiados efectos. No te inducirá a cortarte con un cuchillo jamonero ni a tirarte por la ventana porque crees que puedes volar. Simplemente hará que veas los colores más brillantes y que te rías mucho. En cualquier caso, siempre ten mucho cuidado con las dosis. Si vas a tomar más, espacia las tomas y no las consumas de golpe, porque entonces sí que corres el riesgo de tener un mal viaje y de que te entren ganas de meterte en un contenedor de agujas pensando que es un castillo hinchable.

Por otro lado, el consumo de LSD a largo plazo puede provocar depresión, ansiedad y la visión de flashbacks que pueden durar hasta un año, al parecer. Nada recomendable, como ves, para ti y para los que te rodean. No hay nada más aburrido que salir con alguien que no hace más que soltarte rollos sobre expandir la conciencia.

La ketamina es una absoluta pérdida de tiempo

No pretendo parecer un fascista ni nada por el estilo, con el tema de la droga; muchas de ellas tienen cosas geniales, pero todas tienen un lado oscuro. A ese respecto, la ketamina es una droga de lo más estúpido. Esnifar tranquilizante para caballos no solo es tremendamente malo para tu salud –se la considera una de las peores drogas recreativas por el daño que causan al consumidor-, sino que se ha vuelto muy popular entre los locos del electro-swing que se pasan la vida intentando dibujarte corazones de purpurina en la cara y pretenden convencerte de que dejes de utilizar champús que contengan productos químicos (tras lo cual esnifan medio gramo de otro producto químico supertóxico).

En el instituto os dirán que la ketamina es como los otros narcóticos en polvo: dañino y para fracasados que no tienen trabajo, pero lo cierto es que se quedan cortos, porque realmente es horrible. Mucha gente acaba enganchada, y el consumo excesivo provoca problemas en la vejiga, lo que significa que tendrás que hacer los exámenes de selectividad con una bolsa de colostomía goteando sobre los zapatos de uno de los examinadores.

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Algunas pueden matarte, pero la mayoría no lo harán a no ser que seas un idiota

La mayoría de las cosas que cuentan en el colegio sobre la droga tienen que ver con lo rápido que te llevan a la muerte. Estás metiéndote un poco de MDMA al ritmo de «Where Are Ü Now» y un minuto después estás en la portada del periódico con las palabras «MUERTA A CAUSA DE LAS DROGAS» escritas sin miramientos bajo tu foto escolar más reciente.

¿No te hace gracia imaginarte a tu madre llorando mientras incineran tu cadáver en un crematorio de las afueras? Pues un poquito de sensatez. Con las drogas recreativas, la moderación lo es todo. Tomemos como ejemplo el éxtasis: alguien podría venderte pastillas que contengan PMA en lugar de MDMA. La curva de respuesta a la dosis de PMA es mucho más pronunciada que la del MDMA, lo que implica que tardas más en notar los efectos, por lo que mucha gente se toma otra dosis antes de tiempo y al final acaba dándole un chungo cuando las dos dosis actúan.

Si entras en el territorio de la metanfetamina, el crack, el GHB y la heroína, empezarás a notar los daños mucho más rápido; según un estudio, nueve de cada diez intoxicaciones en los EUA se deben a sobredosis de algún tipo de droga, así que, una vez más, mi consejo es: no te metas en el territorio del crack, la metanfetamina, el GHB ni la heroína. Sembrar el miedo sobre la droga suele ser contraproducente, pero tampoco hay que olvidar que el miedo existe por una razón, y si eso sirve para evitar que te llenes la sangre con una dosis fatal de opiáceos, genial. Usad vuestro ingenio, vuestra experiencia en la calle. ¡Confiad en vuestro instinto, chicos!

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Foto por Chris Bethell.

Es mucho más fácil desarrollar una adicción a la cocaína si la consumes con alcohol

A no ser que seas un capo de la droga multimillonario de los que esnifa farla de la punta de un cuchillo en su casa de las Islas Caimán, lo más probable es que, cuando consumas cocaína, también estés bebiendo alcohol. Pillas un ciego, empiezas a sentirte cansado y mareado y le compras una «ayudita» a un tipo con cara de pocos amigos apoyado junto a su flamante coche.

Pero cuidado: la mezcla de ambas sustancias genera una nueva droga llamada cocaetileno que, si bien provoca sensación de euforia, puede ser muy perjudicial para el corazón, según algunos estudios. Además, la broma te sale bastante cara: 100 euros y una nariz taponada cada vez que sales «a tomarte solo una cerveza» no es precisamente un hábito muy sostenible.

Por otro lado, hace falta meterse mucha coca para destrozarse el tabique nasal (varios gramos al día durante meses), así que, a no ser que trabajes en banca o tengas un puesto importante en HBO, no tienes que preocuparte demasiado por acabar como Daniella Westbrook.

No te convertirás en un adicto a la heroína por probarla una vez

Aproximadamente el 23 por ciento de las personas que consumen heroína acaban desarrollando dependencia de esta droga. Pero como ya he dicho, lo mejor es mantenerse alejado de ella a no ser que te guste mucho sudar como un pollo y venderte hasta las uñas para conseguir dinero para una dosis.

Los drogadictos no son malas personas por naturaleza

El estereotipo de drogadicto es el de un tipo andrajoso, lleno de pústulas que vaga por las calles y mea cuando la vejiga le pide alivio, sin importar dónde sea. Pero lo cierto es que la adicción puede adoptar múltiples formas. Los borrachos son adictos, la gente que se fuma 30 gramos de maría a la semana es adicta. La mayoría de los artistas musicales que más te gustan también lo son.

Lo que quiero decir es que en el colegio te enseñarán a considerar las adicciones de un modo despectivo, lo que a su vez te llevará a tratar a los adictos de la misma forma. Esas personas son extremadamente vulnerables y no conviene burlarse de ellas por las malas decisiones que han tomado en algún momento de sus vidas. Quizá incluso podrías preguntarles si están bien o algo.

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Hablar sobre drogas nunca ha sido ni será guay

Cuando estás en el colegio, tus ansias de impresionar son más desmesuradas que nunca. Quieres que la gente sepa que eres #lomás, el que lo peta, el que tiene más seguidores en Snapchat que todos los de tu curso juntos.

Y sí, hacerse el gallito diciendo que tu hermano mayor te dio un porro cuando tienes catorce años está bien, pero si sigues siendo #lomás cuando llegas a la edad adulta, acabarás intentando impresionar a la gente en Tinder diciendo que eres capaz de meterte un gramo entero de farla de una sola esnifada. Obviamente, a nadie le gusta un tipo así. No hay nadie que quede como un campeón por alardear de cuánta droga es capaz de consumir. Nadie.

Foto por Sreebot vía Wikipedia

Empieza poco a poco con la hierba

Una vez más, con el cannabis, la moderación también es esencial. Empieza con algo de hierba floja: un poco de Thai o de Rasta. Esa mierda te colocará ligeramente.

Si empiezas con algo muy fuerte, quizá te de un colocón intenso que te impida tragar sin la ayuda de algún líquido y te haga quedar como un tonto delante de tus amigos.

Y ya que estamos, deja que te cuente algo sobre ese rollo de que la marihuana es una droga de iniciación: en un estudio realizado en el Reino Unido, el 93 por ciento de los consumidores de droga encuestados habían fumado maría. Pero, ¿significa eso que el 93 por ciento de los consumidores de droga del Reino Unido están rebuscando entre las fibras de la alfombra en busca de una piedra de crack? Obviamente, no. La maría es tan droga de iniciación como lo pueden ser el alcohol o el tabaco. Las compañías que frecuentas son el mejor indicativo de lo que acabarás metiéndote dentro de unos años.

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Foto por David Hudson

Las pastillas tienen la mejor relación riesgo-recompensa

El éxtasis no crea agujeros en el cerebro. La mayor parte de las muertes causadas por éxtasis realmente han sido provocadas por la PMA, esa sustancia de combustión lenta de la que he hablado antes. En la escala de peligrosidad creada por el profesor David Nutt, exasesor sobre drogas del Gobierno británico, el éxtasis estaba en uno de los puestos más bajos (por debajo incluso del alcohol y la nicotina), superando solo al LSD y los hongos.

Con esto no os estoy animando a que toméis éxtasis. No tomarlas sigue siendo más saludable que hacerlo, y en cualquier caso, sí que existen ciertos riesgos. Lo cierto es que mucha gente va a probar esta droga y experimentará una hermosa sensación de euforia que no se consigue con ningún otro estimulante químico. Es muy importante ir con mucha precaución a la hora de tomar cualquier tipo de droga, ser responsable con las dosis y asegurarse de que no haces ninguna tontería, como beber mucho alcohol o no hidratarte lo suficiente, o intentar ponerte a nadar con toda la ropa puesta.

En cualquier caso, conviene recordar que a veces el Gobierno y los medios de comunicación –dos instituciones que no siempre saben de lo que hablan- hacen un retrato desproporcionado de algunas drogas.

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Traducción por Mario Abad.