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Cultură

Me pasé un mes intentando que mi culo se hiciera famoso en Instagram

Cada vez que publico en Instagram una foto en la que mi trasero tiene cierto protagonismo, la imagen acaba teniendo más éxito que cualquier otra de mi perfil, así que intenté hacerlo famoso.

Este artículo apareció originalmente en VICE Canadá.

Cada vez que publico en Instagram una foto en la que mi trasero tiene cierto protagonismo, la imagen acaba teniendo más éxito que cualquier otra de mi perfil. En los comentarios me encuentro iconos de melocotones dejados por desconocidos o peticiones para que les mencione y así poder compartir la foto. En cierto modo, la moda de las fotos de culo no debería resultar muy sorprendente, teniendo en cuenta lo fácil que resulta hoy día hacer pública una imagen en internet. Sin embargo, a mí no deja de parecerme increíble que haya tanta gente que esté tan metida en el tema hasta el punto de que se enteran en seguida de cuando alguien a quien no conocen de nada publica un retrato de sus posaderas.

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La verdad es que estoy muy orgullosa de mi culo. Cuando los pechos dieron paso a las nalgas como parte más celebrada del cuerpo femenino dentro de lo socialmente aceptable, no cabía en mí de gozo. Por fin una tendencia en la que podía participar sin reparos. A diferencia de las tetas, mi culo tiene carne para varias manos y tiene una firmeza similar a la de esos colchones que salen en los anuncios, en los que puedes dejar la huella de la mano al presionar un poco. Visto lo fácil que había sido llamar la atención en Instagram sin siquiera haberlo querido, me pregunté qué pasaría si intentaba hacer que mi culo diera el salto a la fama.

El hashtag #ass no revelaba ningún resultado. La razón es que Instagram bloquea aquellos términos que suelen utilizarse para ofender o insultar a otros usuarios

Lo primero que tenía que hacer, lógicamente, era abrir un perfil exclusivamente para mi culo e intentar atraer a tantos seguidores como pudiera. En internet hay infinidad de cuentas con fotos de traseros respingones en ropa interior que a veces llegan a atraer a un millón de seguidores. Envalentonada, pensé que no me costaría demasiado ponerme a la altura de los grandes. Más tarde supe que aún me quedaba mucho por aprender sobre los entresijos de la política que sigue Instagram para la publicación de imágenes de tan nobles partes.

Cuidado con los hashtags

Tenía que encontrar un nombre ingenioso para mi cuenta. @Ass_Worship, @My_Ass y @Worship_My_Ass ya estaban cogidos. Me conformé con @My_Ass_My_Ass, que quedaba un poco raro, pero era lo máximo a lo que podía aspirar en un mercado tan concurrido. Todas las mañanas, mientras me vestía, me sacaba una foto del culo en el dormitorio o el baño y la colgaba directamente en mi perfil. También me dedicaba a buscar cuentas que tuvieran la palabra ass o booty en el nombre.

El hashtag #ass no revelaba ningún resultado. La razón es que Instagram bloquea aquellos términos que suelen utilizarse para ofender o insultar a otros usuarios. Un representante de Instagram cuyo nombre no revelaré me explicó que "uno de los criterios por los que determinamos si un hashtag no debe poder buscarse es si este suele estar relacionado con fotos o vídeos que infringen nuestras políticas".

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En el tercer día de existencia de @My_Ass_My_Ass, intenté acceder a la cuenta y, para mi sorpresa, encontré una notificación comunicándome que el perfil incumplía las condiciones de la comunidad de Instagram. Me pareció extraño, porque en todas las fotos que había colgado llevaba ropa interior o leggings. Envié un email a la persona responsable pidiendo una explicación y, para no perder tiempo, me abrí otra cuenta, @thisasshere.

Al cabo de un día, ya tenía respuesta de Instagram. En un breve correo, me pedían disculpas por haber cerrado mi perfil; al parecer había sido un error, aunque no llegué a saber más, pese a que seguí preguntando. Pero sus disculpas llegaban demasiado tarde y yo tenía mucho trabajo que hacer.

No te repitas

Generalmente, mi método consistía en colgar fotos de culo hechas frente al espejo y buscar tantas cuentas relacionadas con culos como podía. Reparé en que en muchas de ellas se especificaba si la persona responsable era hombre o mujer, y en que muchas otras contenían publicidad de Kik o Snapchat. Algunas eran cuentas de sitios de citas o relacionadas con el fitness, mientras que otras se limitaban simplemente a enseñar culos, sin más.

Empecé a comentar y a indicar que me gustaban todas las fotos que podía. Para ahorrar tiempo, dejaba siempre el mismo comentario en todas ellas el emoji de una mano saludando, hasta que recibí una notificación titulada "Comentario duplicado".

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"Al parecer, ya has dejado este comentario. Prueba a publicar uno distinto. Restringimos determinados contenidos y acciones para proteger la comunidad de Instagram. No dudes en ponerte en contacto con nosotros si consideras que hemos cometido un error".

Las normas comunitarias de Instagram señalan que su objetivo es "fomentar interacciones relevantes y genuinas". Con el fin de ayudarnos a erradicar el spam, no hagas que tus Me gusta, tus seguidores o las veces que se comparte tu contenido aumenten de manera artificial, ni tampoco publiques comentarios o contenido repetitivos ni contactes de forma reiterada con personas con fines comerciales sin su consentimiento.

Buf… Agotador. Me di cuenta de que debía intentar ganarme a los seguidores de forma orgánica. Contacté con Matt Werner, responsable del Butt Blog, para que me diera algunos consejos.

Un espacio en el que el spam es bienvenido

Werner creó el Butt Blog hace un año como un proyecto secundario, pero actualmente tiene 807.000 seguidores y está creando un sitio web y formas de rentabilizarlo.

Durante todo el tiempo que ha estado activa su cuenta, Werner ha establecido relaciones con modelos y fotógrafos con gran número de seguidores. Se etiquetan unos a otros y comparten sus publicaciones mutuamente, una maniobra clave para lograr dar visibilidad a tu culo en Instagram. Otra práctica popular es el SFS (spam for spam), que consiste en hacer clic en "Me gusta" en varias fotos de una cuenta y, a cambio, su dueño hace lo mismo con la tuya. Por lo visto, esta es la forma en que se fomentan las interacciones relevantes y genuinas.

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La competencia es muy agresiva, y hay cientos de miles de culos mucho más ávidos de atención que el mío

Cuando pregunté a Werner si sería tan majo como para dar visibilidad a mi foto en su blog, me dijo que por supuesto, con una condición: que le pagara. Tenía que entender que mi miserable cuenta con 20 seguidores podría poner en peligro su marca.

"Si publico la foto de alguien que tiene 100.000 seguidores, la gente lo ve genial", explica.

Su consejo fue que me buscara a alguien que me hiciera las fotos, a poder ser un profesional, y que averiguara cuál era el lado más fotogénico de mi trasero. Ah, y que cuanta más carne enseñara, mejor.

Ha pasado más de un mes desde que abrí @thisasshere y mis aspiraciones a convertirme en una estrella de asstagram empiezan a desvanecerse. Me preocupaba repetirme demasiado poniendo fotos siempre con la misma ropa interior y empecé a quedarme sin ideas para hacer las capturas desde ángulos innovadores. La competencia es muy agresiva, y hay cientos de miles de culos mucho más ávidos de atención que el mío. Quizá algún día logre tener mi público, pero de momento, voy a retirar a mi numen de la circulación y lo voy a dejar tapado y alejado de tanta cámara, al menos hasta que llegue la hora de ponerse el bikini.

Sigue a Elianna Lev en Twitter.

Traducción por Mario Abad.