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Hemos descubierto una mazmorra de meados en un bar

Una historia de depravación sexual en Londres.

¿Has oído esa historia de la chica que se acostó con un fulano y acabó pillando una afección rara que le come la piel que luego el médico le suelta que solo se puede contraer teniendo sexo con un cadáver?

Cada cierto tiempo uno oye una historia de desviaciones sexuales tan lejos de lo cabal que literalmente te deja alucinado. Todavía es peor si te encuentra ahí, en la misma fuente, y puedes comprobar las evidencias por ti mismo.

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Uno de mis mejores colegas de Southend es el encargado de una cadena de bares en el Central London.Hace unas semanas estaba él en la parte de atrás del bar cuando un tipo se le acerca mirando más bien preocupado.

– “Escucha tío, esto te va a parecer algo muy loco, pero acabo de ir a mear a un retrete y te juro que he visto un ojo mirando por el agujero”.

– “¿Cómo dices?” Le dijo mi colega.

– “No solo el ojo, también una ceja. Y el ojo miraba alrededor”. Así que el tipo le convenció de echar un vistazo para tranquilizarlo.

Los dos fueron a los servicios para comprobar los dos cuartos contiguos. Al pasar la primera puerta, descubrieron que el lugar estaba bastante inundado de orines. Mi colega comentó al tipo que obviamente eso no era normal.

Las cosas se volvieron aún más raras cuando llegaron a la puerta de la segunda habitación, que es una salida de incendios y debería estar desbloqueada. No lo estaba.Mi amigo sacó sus llaves para abrir la puerta y, tan pronto como lo estaba haciendo, empezó a armarse un jaleo al otro lado. Cuando intentaba abrir, le arrancaron el pomo de la mano y un individuo salió corriendo del cuarto completamente empapado de pis de los pies a la cabeza.

Cargó contra mi amigo y el cliente (demasiado estupefactos para reaccionar) apartándolos de su camino al grito de “¡yo no he hecho nada!” mientras se iba por los pasillos

Para cuando volvieron a tomar contacto con la realidad, el hombre ya no estaba. Eso les permitió valorar la estampa de pura depravación que había dejado tras de sí.

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El desagüe del retrete había sido extraído con mucho cuidado y puesto a un lado, dejando un boquete en la pared del tamaño suficiente para colar la cabeza y los hombros de una persona. En los ladrillos visibles de la pared habían puestos un montón de pañuelos de papel para acomodar la cabeza en lo que parecía una larga de sesión de ducha de meados. Hecho por un tipo. En secreto. En un bar de una de las cadenas más grandes del Reino Unido. Oh, ¿he comentado lo del tubo de buceo? Llamaron a la policía. Los forenses reastrearon el escenario pero no encontraron huellas digitales debido a la gran cantidad de pis que había por todas partes.

Mientras me contaban la historia me quedé de piedra. No me podía creer ni una sola palabra. Menos aún cuando me enseñó fotos de la improvisada mazmorra de meados, tomadas con el móvil poco después del incidente.

Me contó que estaba bastante flipado por el hecho de haber visto a ese hombre de mediana edad absolutamente normal en su momento más bajo. Obviamente había estudiado el lugar e invertido mucho tiempo en planear cómo entrar y encerrarse en ese cuarto. Todo sin levantar las sospechas del personal o la gente antes de que fuera demasiado tarde.

Ahí lo tienes, pues. La próxima vez que vayas a mear al servicio, o donde te pille, recuerda que alguien podría estar a pocos metros de distancia pegándose un baño con tus fluidos urinarios.

¿Tienes más ganas de pis? Echa un vistazo a nuestra guía de etiqueta en el retrete) para no acabar hostiado con los pantalones bajados.