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Cultură

Dejé de fumar gracias al LSD

Fui fumador empedernido durante 18 años. Decidí dejarlo por completo el día que me comí un tripi con un amigo.

He sido un fumador empedernido durante 18 años. Quizá mi adicción era el resultado de crecer con una madre holandesa que me decía cosas como esta: "Thijs, ya tienes 11 años. Ya es hora de que aprendas a liar cigarrillos para tu madre". Había periodos en los que solo me fumaba un pitillo al día y otros en los que una cajetilla no era suficiente. Dejar de fumar —dejar de fumar en serio— era algo que solo podía aguantar máximo una semana.

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Además era en un fumador muy molesto. Esa clase de fumador que trata de dejar el vicio y no compra una cajetilla durante años, y por lo tanto se convierte en el amigo que todos evitan en las fiestas (lo siento, tíos). Fumaba en el colegio, pero no en el trabajo. O sea, que era un fumador ocasional, con una adicción ridícula.

Hace unos meses, llegué a unas conclusiones que parecían muy obvias pero que son la clase de verdades que a los adictos les encanta ignorar:

– Fumar es una adicción aburrida e inútil. El único placer que produce fumar es dejarse llevar por la adicción.
– Solo estoy vivo durante un breve momento de los miles de millones de años de historia. Qué desperdicio perder el tiempo con algo tan aburrido.
– Salir a fumar con tus amigos puede ser divertido, aunque si solo saliéramos a beber zumo de manzana me sentiría igual de feliz. Fumar es más bien como un trastorno compulsivo cualquiera y no una verdadera experiencia.

Estos pensamientos comenzaron a pasarme por la cabeza a principios de año y estuvieron rondándome durante todo un mes. Al final, fue casi como si algo se hubiera roto en mi interior. Me di cuenta de que fumar solo me provocaba odio hacia mí mismo. Tuve esta revelación un fin de semana en el que me metí LSD.

El LSD siempre es divertido, aunque dejó de estar de moda cuando terminó la década de los 60. Siempre me pareció que era como comer setas alucinógenas pero un poco más suave, aunque que dura unas horas más. Siempre consideré que era exagerado el pánico que causaba, pero claro, cada persona tiene una experiencia diferente.

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Aquella noche, completamente colocado, estaba mirando las estrellas mientras hablaba con un amigo acerca de la vida y las tres verdades sobre los fumadores que os he contado antes. Entonces me di cuenta de que hacía tiempo que ya lo tenía todo muy claro respecto al tema, pero que no me había atrevido a tomar una decisión.

No puedo describirlo de otra manera: sentí como si algo hubiera hecho clic dentro de mí. De pronto, me di cuenta de lo ridículo que era fumar. ¿Por qué hacía algo que me hacía sentir tan miserable? Claro, estaba colocado con ácido y eso me ayudó a ver las cosas con más claridad y a deshacerme de la terca idea de que no podía dejar de fumar. No pensé: "Sí, sí. Tengo que dejar de fumar pronto". Lo único que pensé fue: "Ya no quiero fumar".

"Me suena esa historia", dijo el psicólogo clínico Pål-Ørjan Johansen. Junto a su esposa, Teri S Krebs, Johansen lleva a cabo una investigación acerca de las drogas psicodélicas y la adicción al alcohol como proyecto para una beca de investigación de la Facultad de medicina de Harvard. "Hay muchos testimonios de que las drogas psicodélicas ayudan a acabar con las adicciones al alcohol, a la heroína y al tabaco. Parece ser que se debe a que el LSD proporciona un momento de lucidez que te ayuda a ver tu propia existencia como un todo y a tener una perspectiva a largo plazo de ciertos problemas personales".

La investigación y el uso médico de sustancias como el LSD y la psilocibina (el ingrediente activo de las setas alucinógenas) aún están en fases muy tempranas. Recordamos las décadas de los 50 y los 60 como la época dorada de la investigación científica con drogas psicodélicas, pero eso no significa que no hubiera problemas en aquél momento. Además, en algunas pruebas no se consiguieron pruebas sólidas, lo que produjo dudas con respecto a la eficacia de estas sustancias. También expiró la patente del LSD, por lo que fue casi imposible continuar con la investigación clínica. Aparte de todo eso, la droga se volvió ilegal a mediados de la década de los 60 y nunca logró recuperarse por completo de la reacción cultural negativa que siguió a esta prohibición.

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En los últimos años se han incrementado los esfuerzos por continuar con las investigaciones, pero sigue siendo a pequeña escala. "Por el momento hay tres proyectos de investigación clínica en EE.UU. y hay otros en preparación", nos comentó Johansen.

Para mi sorpresa, justo después de publicar este artículo en VICE Holanda, se publicaron los resultados de la primera investigación mundial sobre las drogas psicodélicas y la adicción al tabaco. De 15 fumadores compulsivos que participaron en el estudio, 12 dejaron de fumar por completo después de seis meses de terapia psicológica y psilocibina.

Krebs y Johansen descubrieron lo mismo en sus análisis de pruebas controladas de LSD para combatir el alcoholismo. "Los que tomaron una dosis completa de LSD", dice Kreb, "tenían el doble de probabilidad de reducir su consumo de alcohol o de abstenerse, en comparación con los que solo tomaron una dosis baja de LSD o un placebo".

También yo soy un caso se éxito. En los días después de mi viaje con LSD, sentía cómo mi cuerpo me pedía nicotina pero no había nada en mi mente que insistiera en que fumara. Lo tomé como si fuera la picadura de un mosquito: solo hay que esperar a que se vaya el picor, con el tiempo dejará de molestar.

Más o menos dos meses después, Argentina venció a Holanda en el Mundial de fútbol. Si había un momento ideal para volver a fumar, era justo ése. Quería hacer la prueba para ver cómo me iba. Fue horrible (aunque suene muy cliché). Le pedí tabaco a un amigo, le di una calada y no podía creer que en serio alguna vez hubiera disfrutado del tabaco. Sabía como una mala noche en un bar que se prolongara durante demasiado tiempo.

Según Johansen —y yo mismo—, la gente no debe hacerse a la idea de que pueden meterse un ácido y que con eso se olvidarán de sus adicciones o de sus enfermedades. En mi caso, simplemente tuve una experiencia con sustancias psicodélicas en la que traté de descubrir por qué había fumado durante tanto tiempo. Además, yo soy la clase de persona que disfruta psicoanalizándose a sí mismo.

"Cuesta mucho trabajo dejar una adicción al alcohol o al tabaco que ha durado años", dice Johansen. "Nuestra opinión es que los pacientes tendrían que tomar varias dosis de sustancias psicoactivas y combinarlos con tratamiento. No es una herramienta mágica pero puede funcionar como catalizador de momentos de claridad y hacer que te preguntes cosas como: '¿Si no lo hago ahora, entonces cuándo?'".

En mi caso, no creo que hubiera sido capaz de frenar mi adicción al tabaco de no ser por el LSD. Lo había intentado muchas veces en el pasado, pero mi falta de autodisciplina siempre se interponía en el camino. Hay quienes dicen que no debería promoverse el consumo de drogas, pero aún no ha habido nadie que pueda explicarme por qué debería sentirme avergonzado por la experiencia que tuve. Estoy muy contento de haber dejado de fumar. ¿Y además quién sabe? Quizá mi próxima dosis de ácido por fin consigue que vaya al gimnasio.