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Cultură

Dos tontos muy listos

Matthew McConaughey y Woody Harrelson en la serie True Detective.

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Si hace años nos hubiéramos imaginado a Woody Harrelson y Matthew McConaughey trabajando juntos de viejos habría sido en una comedieta tipo Vaya par de idiotas o un roadtrip (en castellano: un viaje de pirados), y en su tiempo libre haciendo fotocopias de sus culos o protagonizando juergas baratas. En el caso de Matthew, probablemente algún escándalo sexual con una guapa de Hollywood y Woody más en su línea de activista fumeta y antifacha.

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Pero hace dos años salió la verdad a la luz. Vimos al verdadero McConaughey de psicópata en Killing Joe (cinta enferma a reivindicar), a las órdenes de William Friedkin; como macizo stripper en Magic Mike de Soderbergh y -sobre todo- brillando en esa película que ya es como Los Goonies para los miembros de cierta generación y que se titula Mud. Incluso volvió a hacer buenas migas con Linklater en Bernie, palabras mayores en el reino indie.

Y ahora el círculo se cierra porque, en el mismo año en que se va a llevar el Oscar por Dallas Buyers Club, se ha juntado con Woody Harrelson en True Detective, una serie que de HBO sobre la investigación de unos asesinatos rituales en el sur de EEUU. Los dos son, además de protagonistas, productores ejecutivos. No eran tan tontos como algunos pensaban. Woody lleva un precioso bisoñé.

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La cosa se sostiene sobre el testimonio de los dos policías y largos flashback que reconstruyen la investigación. Esto rompe con la tradicional narrativa del género policíaco en tele, y añade una atmósfera turbia, extraña y decadente. Los escenarios son white trash acogedores: parkings-de-caravanas-burdeles, desguaces abandonados… América profunda. El director Cary Fukunaga se ha olvidado del empacho de época de su versión de Jane Eyre, y ha vuelto a la crudeza de Sin nombre, su película de debut.

Hay morbo y hay sexo y hay un hombre en la sombra al que hay que seguir los pasos. Nick Pizzolatto, el creador de la serie, y que hasta ahora sólo figuraba como escritor de dos capítulos de The Killing, es quien le ha encargado la banda sonora al señor que parece que se ha comido a Tom Wolfe (T Bone Burnett). La persona con mejor gusto para coleccionar canciones para películas. Igual produce un disco de Elton John, que escribe los maravillosos temas de la última de los Coen.

Un argumento para haters en potencia: las charlas de Woody y Matthew en el coche, según van encontrando pistas sobre el caso de la chica muerta en algo parecido a un ritual satánico, son un tanto delirantes. A veces imposibles de seguir y otras vacías como la letra del ruso cque canta Trololó. Pero se les perdona todo. Y lo próximo, tíos, que sea una comedieta. Tipo Vaya par de idiotas o un roadtrip (en castellano: Un viaje de pirados). Bueno, ya hicieron Surfer Dude.

Esto no es un fotograma de la película Superfumados.

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