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Los Pantalones De Pitillo Acabaron Con El Glamour

Lawrence Hayward ha escrito infinidad de canciones pop absolutamente perfectas, pero ninguna de sus bandas--Felt, Denim y los recientes Go Kart Mozart--ha

ENTREVISTA DE DOUGLAS HART

RETRATO DE BEN RAYNER

Lawrence Hayward ha escrito infinidad de canciones pop absolutamente perfectas, pero ninguna de sus bandas—Felt, Denim y los recientes Go Kart Mozart—ha conseguido lanzar un hit masivo. Según Lawrence, esto se debe a dos cosas: su infalible habilidad para no perder ni una oportunidad de perder una oportunidad y la pura mala suerte. Por lo que yo he podido ver en primera persona, ambas son verdad.

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Tras una ristra de increíbles álbumes y críticas apabullantes, se preparó un show especial para Felt. Todas las multinacionales, los editores y los críticos más influyentes estaban allí—era el concierto más importante que habían hecho hasta la fecha. Esa mañana Lawrence me llamó para preguntarme si me apetecía quedar para tomar ácido. Lo hice. El resto del día fue un glorioso caos, pero Lawrence confiaba en que podría tocar. “Sí, estaré bien” me dijo, hasta el momento en que se fue hacia el escenario. Las luces de la sala se apagaron, las del escenario se encendieron, y sonó el primer acorde. Estaba absolutamente ciego, pensando: “¡No puedo creerlo! ¡Lo va a hacer!”. Entonces Lawrence empezó a gritar “¡Stop! Apagad las luces. ¡Todo el mundo me mira!”. Bajaron las luces y la banda comenzó a tocar de nuevo, en la oscuridad. Treinta segundos después, Lawrence comenzó a chillar de nuevo: “¡Stop!”. Y en la oscura y silenciosa sala dijo con calma: “No puedo hacerlo. Si queréis que os devuelvan el dinero hablad con el hombre de la taquilla”. Se bajó del escenario dejando detrás a una banda en estado de shock y a un público que ya pensaba en qué sería lo primero que destruirían en la más que segura tangana.

Más tarde, con Denim, Lawrence escribió “Summer Smash”, un tema pop terroríficamente adictivo que se coló en un abrir de ojos en las radios mainstream, para ser inmediatamente rechazado cuando la muerte de la princesa Diana en París por un accidente de coche hizo que una canción llamada “Summer Smash” (“Colisión de verano”) se convirtiese en algo de mal gusto. Unos meses más tarde el sello destruyó todas las copias de ese hit certero que nunca lo fue.

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No creáis a ningún compositor que os diga que es feliz siendo una figura de culto o manteniéndose en el underground. Es un mecanismo de defensa para desviar la atención y no asumir la derrota. Los hits le importan a Lawrence. Como yo, Lawrence es adicto a los misterios y los mitos de la música popular. Ésa es la razón por la que, a pesar de que ningún periodista musical ha conseguido sacarle una declaración en los últimos diez años, aceptó a sentarse conmigo para hablar sobre por qué la moda en la música siempre será importante para él.

Vice: ¿Qué llevas ahí?

Lawrence:

Te he traído este libro para que le eches un vistazo, se titula

Knuckle Sandwich

.

Excelente, ¡gracias!

El título completo es

Knuckle Sandwich: Growing Up in the Working-class City

y va sobre unos chicos que suelen ir a un club disco que de repente cierra debido a las peleas. Me enamoré de los títulos de los capítulos. Cosas como, “Odiamos a los humanos”, “¿Qué pasó con el sueño adolescente?” y “La caída del caballo negro disco, primera parte”. Es algo así como la versión original creada en 1974 del libro

Generation X

. Me hizo pensar en T. Rex, Gary Glitter y toda esa escena pre-punk en la que las estrellas del pop eran verdaderas estrellas.

Antes del “año cero”.

Creo que era divertido que tras el “año cero”, la mayor parte de la música fuese extraña y se moviese fuera de los círculos habituales, pero estaba permitido que te gustase T. Rex. Siouxsie hizo aquella versión de “20th Century Boy” y Captain Sensible llevaba aquella genial camiseta de Bolan. The Damned hasta giraron con ellos.

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Él fue el único que se “alió” con los punks.

Recuerdo salir pitando para casa después del colegio para ver “The Marc Bolan Show”, y tuvo a Generation X de invitados.

Llevó a todo el mundo, Public Image…

El otro día vi un artículo sobre la gesta del primer disco de Public Image y lo acompañaban con una gran foto de ellos. Johnny Rotten llevaba una camiseta con su propia cara serigrafiada, se la había enviado un fan. Era todo loco y púrpura. En el artículo decían: “Nos molan Atomic Rooster, ellos son la inspiración tras el tema “Public Image”. Así que compré su grandes éxitos para escuchar de dónde provenía el riff de Public Image, pero todo lo que se escuchaba era ese rollo blues progresivo horripilante.

Izquierda: la banda mejor vestida de Inglaterra, en 1986. A la derecha, Lawrence. Foto de Alistair Indge

Escuché a Keith Levene y Mick Jones hablar del sótano en el que quedaban con Bernie Rhodes en los días de los Clash pre-Simonon. Veían pelis y escuchaban discos que adoraban, pero Rhodes les decía que no podrían admitir que esos discos les gustaban.

Es verdad, la banda favorita de (el guitarra de Felt) Maurice Deebank era Yes, y gasté años de mi vida diciéndole que no podía mencionarlo en las entrevistas. Le dije: “Si cuentas esto hemos acabado”. Pero Rhodes era de una generación anterior, y podía ver perfectamente qué estaba sucediendo. Les daba pequeños consejos y pistas. Pasaba lo mismo con McLaren y Westwood y la ropa. Lo más importante para mí en aquella época pre-punk era que no tenía ni idea de cómo conseguían su ropa esas estrellas del pop. Cuando ibas por la calle no veías a gente vistiendo lo que los tíos de los grupos llevaban. Entonces llegó el punk y de repente todo el mundo vestía igual. Intentabas con ahínco tener una pinta cool pero no podías ponerte cosas coloristas. Tenías que mirar cada una de tus prendas con lupa.

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Lynval Golding de Specials me contó una historia sobre cómo Bernie Rhodes le había cogido un día y explicado que si en cualquier momento veía a alguien con un estilo alucinante al que todo el mundo miraba debía robarle las ideas. Ésta es la manera en que las cosas evolucionan. Esto nos lleva a la idea de Larry Parnes de que todos necesitábamos tener un gancho, un look y un nombre de guerra.

Todos sabemos que todo era un truco, pero me encantaban sus nombres: Sid Vicious, Billy Idol, Billy Fury, Johnny Rotten. Pero por encima de todo ellos tenían su ropa. McLaren lo sabía todo acerca de la moda, cómo cortar las prendas, cómo combinarlas, qué molaba, qué no…

Para nosotros parecía algo así como el “año cero”, pero todo el look se había sacado de retazos del pasado dándole un pequeño giro. Malcolm y Bernie son los responsables de casi todo eso.

Conozco a un grupo de chicos jóvenes y siempre les quiero dar consejos, pero no me atrevo a abrir la boca. Se descojonarían de mí. Malcolm y Bernie se sentaban con ellos en el Roebuck y les decía que hiciesen esto, eso y aquello. Ponte esto y escribe una canción sobre sumisión.

¡Exactamente!

Si intentase darles consejos a esos chicos del palo “No deberías ponerte esos zapatos, parece que acabes de salir de Topshop” ni me escucharían. Esos chicos tenían 15 años cuando los conocí y sus pintas eran muy dejadas. Todos tenían un pelo guay pero no hacían nada para que tuviese buen aspecto. Ahora, si eres un adolescente tus padres oyen la misma música que tú y todos los grupos tienen la misma pinta.

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¡Y hasta tienen estilistas!

Su estilista los lleva a Topshop y ya está el trabajo hecho. Todos llevan esos horribles pantalones pitillo que han comprado en la misma enorme tienda de Oxford Circus. Van allí y consiguen su uniforme en un día. Nosotros nos tirábamos semanas pateándonos mercadillos sólo para conseguir la chaqueta perfecta.

Si me hubiese ido al parque cuando era adolescente con unos pantalones pitillo, seguramente me hubiesen dado un par de hostias. O me hubiesen escupido.

Había un chico en mi colegio en Birmingham al que su padre le hizo ponerse unos pantalones de pitillo y le dieron una paliza. Casi se cargan a su hijo. Ahora vas por ahí con lo que quieras y no te van a tocar. El peligro ya no esta ahí, ya no existe. En Birmingham tenías a gente que te señalaba, que te perseguía, todos los paletos y los hooligans. Recuerdo que me daba miedo ir al Barbarella, el único club punk que existía. Pero no se lo decía nadie, me lo quedaba para mí.

Esos son mis recuerdos de los primeros shows punk: excitación mezclada con miedo. Todo era el doble de intenso.

Ya no existe nada de eso. ¿Te imaginas ir a un bolo y tener miedo? Es imposible que pase ahora. ¿O ir a un concierto y cuando el grupo sale pensar que el cantante tiene una pinta alucinante? La primera vez que fui a ver a Siouxsie and the Banshees, no sabía cómo vestían. Fui muy pronto al club (no había casi nadie aparte de un tipo que parecía que iba vestido de payaso). Llevaba un enorme flequillo y el par de pantalones más grandes que he visto en mi vida. Recuerdo que pensé “¿Qué coño lleva puesto ese tipo?” porque en esa época todo dios llevaba pitillos. Más tarde el tipo se subió al escenario, era John McKay, el guitarra de los Banshees. La sola idea de vestir algo como eso era tan nueva que no podía creerlo. Ese sentimiento de mirar a alguien y pensar “¿Qué coño es eso?” ya no existe en la actualidad.

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Go Kart Mozart publican en breve un disco titulado

On the Hot Dog Streets,

así como un mini-lp,

Mozart Mini Mart,

a finales de año en West Midlands Records. Una película sobre Lawrence dirigida por Paul Kelly y titulada Lawrence of Belgravia está prevista para su estreno en octubre (aunque ya ha habido previsiones de estrenarla en los dos últimos octubres). Y pd: Douglas Hart es el tipo más cool de Londres, usa el Google

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