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Cultură

Lo que un drogadicto se gasta en drogas

El coste real de una adicción puede ser catastrófico.

Foto por Valerie Everett vía

Durante su adolescencia y ya entrada en los veinte años, Jennifer podía llegar a ganar hasta 3.700 dólares (3.400 euros) a la semana como stripper en Ottawa, Canadá. Casi todo ese dinero se lo gastaba en cocaína.

"No quiero ni pensar en los esfuerzos que he hecho por gastar dinero en droga", nos cuenta Jennifer, a sus 47 años. "Me he gastado una cantidad desorbitada de dinero. Podría haber sido millonaria".

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Hoy Jennifer vive de ayudas sociales.

"No tengo ni un céntimo".

Según un estudio llevado a cabo en el Centro para el Consumo Abusivo de Sustancias, el "coste social" de las drogodependencias en términos de asistencia sanitaria y para el sistema judicial es de cerca de 30.000 millones de dólares (27.000 millones de euros).

Para una persona, el precio de mantener su adicción puede ser devastador, por lo que son muchos los que recurren a la delincuencia o la prostitución para poder financiarse el consumo, y durante el proceso pierden la salud, el hogar, la libertad y a la familia.

Nos pusimos en contacto con varios adictos y exadictos a distintas sustancias para preguntarles cuánto les ha costado su dependencia. /(Todas las cantidades se han convertido a euros).

Cocaína

Coste: 50 euros por gramo

420-1.100 euros al día

Jennifer empezó a trabajar como stripper de forma ilegal en Calgary cuando tenía 14 años. Más tarde regresó a Ottawa, donde continuó con el mismo trabajo. A los 16 años ya era adicta a la cocaína.

"Todas las chicas lo hacían. Te ayudaba a afrontar la noche y cuando te habías metido la primera raya, ya no podías parar".

A los veinte se agudizó su adicción, y nos confiesa que se gastaba todo el dinero que ganaba—entre 1.300 y 3.400 euros a la semana— en comprar más coca. Podía llegar a dejarse entre 400 y 1.000 euros, en función de lo que ganara esa noche.

"Solía dormir de tres o cuatro de la madrugada hasta la una de la tarde, y el tiempo que estaba despierta lo pasaba esnifando cocaína".

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Siguió con esa dinámica hasta los 29 años, aproximadamente.

"Supongo que entonces ya era demasiado mayor para seguir siendo stripper y mi adicción dominaba mi vida por completo", nos contó. "Empecé a prostituirme".

Jennifer explicó que se sacaba unos mil dólares cada noche acostándose con hombres. Luego empezó a inyectarse cocaína porque el subidón era "más intenso". También la esnifaba y fumaba crack.

Para costearse las drogas, empezó a traficar con cocaína en crack, lo que, junto a otros cargos por prostitución y fraude, le costó siete años de prisión. Hace unos cuatro años empezó a robar en supermercados.

"Principalmente me llevaba carne y queso", señalaba, ya que según ella se puede ganar "mucho" dinero con la carne en el mercado negro. "Pongamos que un pollo asado vale 10 euros y robas unos 16 al día… Ahí te llevas un buen pellizco".

Durante los dos últimos años, Jennifer ha intentado dejar la cocaína, aunque admite seguir sufriendo recaídas. También colabora en un programa de servicios para la reducción del daño y trabaja con mujeres víctimas de la violencia machista; recientemente ha testificado ante un tribunal contra un hombre de quien asegura que la violó.

Actualmente, Jennifer vive de las ayudas sociales y procura no cometer ningún delito, pese a que la tentación sigue presente.

"Esta mañana, sin ir más lejos, estaba pensando en eso", explicó. "Me encontré con una amiga que me contó todo lo que tenía y lo mucho que había mejorado en eso de robar… Pero yo me he dado la vuelta y me he marchado".

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Hidromorfona. Foto vía usuario de Flickr The.Comedian

Opiáceos de uso médico (hidromorfona)

Coste: 2,50 euros por dosis de 4 mg

65 euros al día

Sean LeBlanc, de 43 años, vive en un pequeño apartamento en Ottawa con su novia. Aunque tiene un buen trabajo y una relación estable, "sigue siendo doloroso pensar" que ahora podría estar viviendo en una casa, si no fuera por la adicción que lo atormenta.

LeBlanc nos explica que empezó a consumir hidromorfona —un potente analgésico cuyo efecto es muy prolongado— cuando, estando embarazada, su novia se ahogó en la bañera tras tener una sobredosis, nueve años atrás. Por aquel entonces, él estaba en la universidad de St. Thomas y trabajaba como DJ en Fredericton.

Una semana después de perder a su novia, "un tipo me dio a probar la hidromorfona, y era exactamente lo que quería", explicó. "Me ayudaba a no sentir nada".

Pero los efectos de este fármaco desaparecen después de cinco o seis horas. Transcurridas un par de semanas, LeBlanc se sentía físicamente dependiente de la hidromorfona. Cada vez necesitaba una dosis mayor para sentir sus efectos, hasta el punto de que, en lugar de una, machacaba cinco pastillas en una cuchara. Admitió que en el punto más álgido de su adicción llegó a consumir 160 mg al día, lo que implicaba tener que inyectarse hasta 40 veces al día.

"Si no me gastaba 100 euros al día, para mí era un buen día", explicó.

LeBlanc dejó de ir a clase, lo echaron de la facultad y perdió sus trabajos, así que empezó a robar en grandes cadenas de establecimientos para poder seguir pagando la droga.

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LeBlanc asegura que ,aparte de la marihuana y de alguna que otra dosis ocasional de metadona, ha dejado de consumir drogas duras. También colabora como voluntario en un programa para ayudar a otros adictos.

Según sus cálculos, LeBlanc cree que se habrá gastado unos 180.000 euros en opiáceos, cifra que no incluye la cocaína, el alcohol y la LSD que también consumía.

"Solo pensar en ello me parte el corazón".

Foto vía usuario de Flickr Scott

Alcohol

Coste: 45 euros al día.

Heroína

Precio: 200 euros / gramo

Rick Sproule, de 58 años, empezó a beber a los 12. A los 16 ya era completamente alcohólico.

Durante la etapa más dura de su adicción, Rick afirma que se bebía una botella de ron al día y unas 20 cervezas.

"También fabricaba mi propia cerveza, así que la fiesta nunca se terminaba", nos contó. "Por eso mi caída en picado fue todavía más rápida".

Eran los años 80. Rick ganaba unos 4,50 euros la hora como cocinero y la mitad se la gastaba en bebida. Opina que el mundo de la restauración "se presta al alcoholismo y la drogadicción".

Mientras vivía en Vancouver, Rick también desarrolló adicción a la heroína, cada gramo de la cual le costaba 200 euros. Él empezó a gastar unos 340 euros al día para comprar sus dosis.

"Es muy cara", nos confesó. "Llega un punto en que te ves obligado a cometer atracos a mano armada y cosas así para poder chutarte" (aunque nos asegura que él no ha llegado a ese extremo).

"Soy un tipo de clase media. Tenía una familia, trabajo e incluso un plan de pensiones". Pero lo perdió todo.

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"Me llegué a gastar 9.000 euros en cuatro meses".

Foto vía usuario de Flickr TedsBlog

Crack

Precio: 50 euros / gramo

200 euros al día

Steven se colocó por primera vez con crack a los 16 años, y lo recuerda como algo "increíble".

"Empecé muy fuerte desde el principio", nos explicó.

De adolescente, asegura que solía comprar un gramo de cocaína en polvo por 50 euros y la cocinaba con sus amigos. Robaban aparatos electrónicos y joyas y mendigaban para poder pagar su adicción.

Años más tarde, se buscaba trabajos esporádicos para ganar dinero para el consumo. Solía gastar 200 euros al día por tres gramos de crack precocinado.

Luego empezó a consumir hidromorfona para recuperarse de los subidones del crack y evitar la "psicosis de la cocaína".

Cuando fumas mucha piedra, tienes que buscar una manera de relajarte y poder dormir, y suele ser metiéndote opiáceos", explicó. Hace unos siete años, le informaron de que era portador del VIH, que había contraído al utilizar agujas sucias. Nos explicó que su hermano está en la misma situación que él. Steven pasó un tiempo durmiendo en la calle, aunque afirma que ahora recibe una ayuda de 740 euros mensuales por discapacidad, de los cuales se gasta unos 200 en crack. No obstante, nos asegura que ha reducido el consumo porque se siente "muy cansado".

"Mucha gente se pule toda la pensión en drogas".

Steven asegura que solo en crack se habrá gastado al menos 125.000 euros.

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Traducción por Mario Abad.