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El Atleti se pone encima y el Madrid paga la cama

En Madrid mandan los rojiblancos.

Son los rojiblancos un equipo que rezuma testosterona, con una idea de juego clara, hambre suficiente como para morir con ella y un entrenador capaz de poner sus cojones encima de la mesa y recordarles que, cuando él jugaba allí, se ganaban dobletes y Jesús Gil hacía televisión desde su jacuzzi. Nada que ver con el Real Madrid: un equipo amorfo y amariconado, hecho a golpe de talonario y cuyas ventas y fichajes parecen decididos por el presidente con ayuda de un mono de feria y unos dados de rol.

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Que Leticia Sabater se sepa de carrerilla la vida sexual de tu delantero titular, es señal de que algo en el equipo empieza a estar podrido. La confirmación llega cuando los Manolos -no hablamos de los rumberos catalanes- se hacen pajas con los músculos de Cristiano y en las tertulias del corazón futbolero nocturno se defiende que el soplón de Casillas tiene que jugar por decreto, que los injertos de pelo no le lucen en el banquillo.

La guinda de este pastel es el entrenador con la cara más asimétrica del mundo: Carlo Ancelotti. El día que llegó al Madrid, la prensa del régimen -de Florentino- lo tildó de pacificador. Y el bueno de Carletto no ha querido salirse de ese papel. Su equipo no juega una mierda, cambia de idea de fútbol como de compresa; pero eso sí, con buen rollo. Perfil bajo, palmaditas en la espalda para todos y las alineaciones que le gustan al presi, que para eso paga la fiesta.

Aquí se ve claro que el gepetto de Ancelotti es muy asimétrico.

"Será una liga de dos", decían. Y tras los primeros compases, es lo que parece. Barcelona y Atlético no han cedido ni un punto en ocho jornadas mientras que el Real Madrid mira de reojo al recién ascendido Villarreal desde la tercera plaza que le han regalado los árbitros. En Madrid manda el Atleti y no parece que estemos ante una moda pasajera.

Tras una dura travesía por el desierto de casi quince años, los colchoneros se gustan en primera página y ponen a punto cada fin de semana su gen ganador. No les pesa la responsabilidad de ser el primer equipo de la capital. Acostumbrados a menos Lamborghinis, menos pajas de los Manolos y, claro, menos copas al lado de Belén Esteban y compañía, el Atleti se dedica a jugar. Su único vicio reprochable es que parece estar acostumbrándose a follarse a su vecino rico.

Y mientras Florentino ejerce de perfecto sugardaddy con sus nenitas, Cerezo es ese padre yonqui que cambia tu plasma por un par de dosis cada vez que se acaba la temporada. Así, acostumbrado a vender a sus estrellas cada fin de curso, el Atleti ha ido haciendo suyo el viejo adagio futbolístico de hombres antes que nombres. Y para hombre, el Cholo Simeone. Campeón de todo como jugador, de su carácter aguerrido dan fe muchas de las cicatrices del fútbol de los noventa en nuestro país. En Madrid, ha sabido cambiar la mentalidad de un equipo acomplejado por un descenso y entrenadores de tercera fila, introduciendo un juego agresivo, basado en la solidaridad y con ese 'gusto por el contacto' que tanto apreciaba el bonaerense en el campo.

El comepipas madridista siempre ha mirado con cierta complacencia al Atleti, creyendo que jugaba otra liga, que sus rivales de verdad eran más elevados y mejores. Hasta que le ha empezado a escocer el culo con derrotas que no se enjugan con un baño en Cibeles tras cualquier título menor. Pero, tranquilo. Si eres del Madrid, te damos una lista de excusas que podrás ir soltando mientras tu equipo se arrastra por los campos de España: 1. "El fútbol va por rachas". 2. "Mira nuestra vitrina -e intenta olvidar cuántos de esos trofeos se ganaron en tiempos del Generalísimo-". Y 3. "Cuando acabe la Liga, hablamos".

Sí, claro, si quieres hablamos. Pero, a día de hoy, lo más probable es que, cuando acabe la Liga, dos equipos se vayan de vacaciones mientras el Madrid se tiene que jugar su plaza de Champions en una trepidante previa de agosto con algún equipo armenio. Como un Betis cualquiera, vamos.