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El número de periodistas secuestrados en Siria va en aumento

Buscar periodistas secuestrados en Siria es como buscar la aguja indicada en el pajar indicado.

Conduciendo por las calles de Aleppo.

Tengo el corazón en un puño. Llevo 24 horas sin tomarme un respiro. En el horizonte está la imagen que esperaba evitar: banderas negras y hombres en bata con AK-47, lo que significa que llegamos a un puesto de control dirigido por yihadistas del Estado Islámico de Irak y al-Sham, también conocido como ISIS, alias la encarnación más reciente y temida de al-Qaeda en Siria.

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Desde que llegué al fuerte rebelde de Alepo, ISIS ha tomado el control de cada camino que lleva a Turquía. Muchas personas han desaparecido en esta ruta últimamente, pero no me queda otra opción que arriesgarme.

Los hombres nos piden que paremos.

Un nicab cubre mi rostro. Hace unas noches perdí mi velo, y ahora me arrepiento. Espero que mis ojos azules no me delaten mientras miro hacia abajo en un intento de evitar convertirme en la última persona secuestrada y desaparecida en Siria.

Un hombre se inclina hacia el coche. El tiempo se detiene. Nos saluda con la mano.

Respiro con intensidad, para diversión de mis amigos armados. El comandante se gira riendo. "No te preocupes", dice, "los islamistas no te van a rajar la garganta –tengo una granada", mientras imita lanzar una granada dentro del coche.

La anarquía ha tomado el control del fracturado país, y secuestrar a gente se ha vuelto cada vez más común, especialmente en el norte. El mayor riesgo para los periodistas ya no son los bombardeos o los francotiradores (además del constante sonido de artillería y las columnas de humo que algunas veces son visibles en la frontera de Turquía), lo que más tememos es que podemos desaparecer. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) reporta que actualmente hay 15 desaparecidos en el país, y si ese número incluyera trabajadores de asistencia internacional, activistas sirios, y quienes intentan dar solución el conflicto, sería mucho más elevado.

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Según Peter Bouckaert, director de emergencias de la Human Rights Watch, "[El secuestro] comenzó mayormente cuando iniciaron las batallas en Alepo y se ha desarrollado y aumentado desde entonces en muchas partes de Siria".

Aquellos que siguen cubriendo la guerra civil están unidos por el deber de informar sobre lo que está pasando en el país. Pero dado el riego de secuestro y la posibilidad de que las operaciones de rescate agoten los recursos de nuestros colegas y pongan en riesgo a nuestros ayudantes y amigos, nos vemos forzados a reevaluar la manera en la que cubrimos el conflicto.

Guerrilleros de Jabhat al-Nustra, un grupo yihadista al que se le atribuye un gran número de secuestros. Foto por Benjamín Hiller.

Los primeros casos de secuestro fueron llevados a cabo por el régimen o motivados por un posible rescate. Por ejemplo, el fotógrafo francés Jonathan Alpeyrie fue liberado el mes pasado tras un gran pago de un hombre de negocios sirio. Los secuestros recientes no parecen ser tan transaccionales.

Charles Lister, un analista del IHS Jane’s Terrorism and Insurgency Centre, sigue de cerca los eventos en Siria y ha notado un cambio significativo en el ambiente. "En las últimas semanas hemos visto un aumento en los de secuestros en Siria, particularmente activistas locales y periodistas de la oposición", dijo.

La tendencia coincide con el gran crecimiento e influencia del ISIS a lo largo del país desde mayo. Por lo general, los miembros del ISIS son culpados de los secuestros, a menudo sin pruebas reales. Lister se negó a sacar conclusiones de las razones del alza, pero dijo, "Si ISIS es culpable, esto sugeriría una estrategia sistemática para neutralizar figuras moderadas en el norte de Siria que están públicamente dispuestas a expresar la oposición a las reglas localizadas de ISIS".

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En otras palabras, la amenaza de secuestro evoca un tipo de terror que los francotiradores y los morteros no pueden.

Cada día, en Alepo, recibía noticias sobre algún colega, amigo, o activista que había sido raptado, y seguidamente el pánico se apoderaba de mí. La idea de que podía ser secuestrada en cualquier momento se volvió en una prisión mental horrible. Durante mi última noche en la ciudad, fumaba cigarro tras cigarro, callada y asustada.

Andy Cottom, un terapista centrado en los efectos del conflicto, me dijo que el propósito de los secuestros en la guerra es "infundir terror", añadiendo que el terror en su forma más pura (contraria a la versión de la guerra contra el terror) "realmente es el arma más efectiva que el enemigo puede usar en nuestra contra".

Austin Tice, un periodista estadounidense del que no se sabe nada desde hace más de un año.

Para aquellos que informan desde Siria, el terror aumenta al mismo tiempo que aumenta el tiempo de los secuestros. Hace un mes se cumplió un año del secuestro de Austin Tice, un periodista estadounidense de 32 años que desapareció en Daraya, cerca de Damasco, y quien se cree que está en custodia del gobierno sirio. Su colega y amiga Christy Wilcox, quien ha cubierto el conflicto en Siria, dice que localizarlo ha sido difícil. "La falta de información es un tema recurrente en Siria", me dijo, "Y ha llegado al punto en el que es difícil poder negociar o ayudar a una persona a regresar a casa a salvo".

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Un especialista en secuestro y rescate que ha trabajado en varios casos en Siria y desea mantener el anonimato, apoya esta teoría. "No diría que es como encontrar una aguja en un pajar", me dijo. "Es más como encontrar la aguja indicada en el pajar indicado. No sabemos ni siquiera en qué pajar buscar".

La única manera de tener una percepción de las maneras en que la gente está siendo secuestrada es examinar los pocos casos que han sido resueltos. En enero de este año, el periodista Balint Szlanko fue secuestrado en Alepo junto con dos compañeros. Explicó su experiencia en el Daily Beast, escribiendo, "El secuestro fue rápido y profesional. En pocos segundos nos sacaron del coche, nos esposaron las manos a la espalda, nos cubrieron los ojos y nos metieron en coches… Fue surrealista y espantoso".

Después de 12 horas, los tres fueron liberados tan rápido como fueron secuestrados. Meses más tarde seguimos sin saber quién los secuestró o por qué los dejaron en libertad. "Tal vez se dieron cuenta de que capturaron a los tipos equivocados. O tal vez nos dejaron ir porque cambiaron de opinión, porque alguien nos estaba buscando", escribió Szlanko.

En muchos casos, la desaparición de periodistas se mantiene en secreto por seguridad. Aunque se informa a los miembros de la prensa sobre los secuestros para ayudarles a evitar un destino similar, es difícil pedirles que no pasen esa información ya que va contra del instinto periodístico. El secuestro de Richard Engel, un corresponsal de NBC que fue raptado en Siria el diciembre pasado, se mantuvo bastante en secreto hasta que John Cook de Gawker escribió un post anunciando la desaparición de Engel. Fue criticado por muchos periodistas y después justificó sus acciones en una actualización de su post.

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¿Así que qué significa todo esto para los periodistas que cubren la guerra? Para Szlanko, "todo esto ayuda a que me aleje de Siria." Wilcox, sin embargo, cree que "informar sobre el conflicto en Siria sigue siendo importante. Sin embargo, cuando desaparecen compañeros u otras personas, aumentan los problemas infranqueables".

Mientras los periodistas asumen el riesgo de quedarse en un país que se ha vuelto más y más peligroso para ellos, todos están de acuerdo en que las historias de guerra son importantes, especialmente en vista de los supuestos ataques químicos perpetrados por el régimen sirio que tienen a EU listo para intervenir.

Es imposible ver las bocas espumosas de niños muriendo y sentirse cómodo con que este tipo de sufrimiento no salga a la luz. Pero el tiempo en el que creíamos que nuestra cobertura podía cambiar el curso de la guerra ha pasado. En su lugar, muchos de nosotros nos hemos inmerso en esta compleja y frustrante historia con la esperanza de que, de alguna manera, el ritual de documentar honrará a las víctimas inocentes de este desastre en curso.

Sigue a Emma en Twitter: @ejbeals