El solitario programador de Dios

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El solitario programador de Dios

Terry Davis lleva más de una década trabajando en este sistema operativo. Davis comenzó este trabajo porque Dios se lo pidió.

Al comienzo hay tinieblas. La pantalla estalla en azul, luego una cascada de gruesos y blancos números hexadecimales. En un lenguaje quebrado se lee "UnusedStk" y "AllocMem". La pantalla pasa del azul al blanco y aparecen un par de básculas cruzadas por una espada. Ambas imágenes están diseñadas en toscos gráficos en mapas de bits al estilo de Windows 1.0. Son de color gris claro y azul, en un fondo cian suave. El texto azul dice: "God on tap!" (Dios a tu alcance).

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Esto es TempleOS V2.17. Según su pantalla de bienvenida, es "Un sistema operativo de dominio público" producido por Trivial Solutions, de Las Vegas, Nevada. El SO saluda al usuario con un batiburrillo de texto parpadeando en 16 colores y en constante movimiento. Dependiendo de tu marco de referencia, te podría recordar a DESQview, al Commodore 64 o una interfaz gráfica de las primeras versiones de DOS. Fijándonos únicamente en el estilo, evoca una época específica, un tiempo en que el entonces nuevo concepto de "computación personal" significaba exactamente eso: programar, trastear con las cosas y romperlas.

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Todo resulta inofensivamente familiar. Puede verse un videojuego de disparos llamado Castle Frankestein y un icono con forma de dólar que abre una aplicación para realizar presupuestos. Vocab es un juego de respuestas múltiples (¿Puedes definir "folículo"?). Un homenaje a Battlezone comienza con la advertencia "¡Programa juegos, no los juegues!".

Hay opciones menos triviales. Presiona F7 en cualquier parte de TempleOS y aparecerá una "palabra en lenguas" al azar. Pulsando Shift y F7 aparece un pasaje de la Biblia (o, algo menos revelador, el aviso de copyright de la Biblia electrónica del Proyecto Gutenberg). Jukebox ofrece una colección de temas cantados por el altavoz del PC, con letras inspiradas en la Biblia, como este extracto de Marcos 4:37: "Lord, there's a storm upon the sea / Lord, there's a storm upon the sea / Relax, fellas / (Sea became glass)".

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TempleOS es más que un ejercicio de informática retro o el pasatiempo de un programador. Es el hijo -quizás el trabajo de su vida- de Terry Davis, de 44 años, fundador y único empleado de Trivial Solutions. Lleva más de una década trabajando en este SO; hoy, TempleOS tiene 121.176 líneas de código, las mismas que Photoshop 1.0 (a modo de comparación, Windows 7 tiene cerca de 40 millones de líneas y es un sistema operativo moderno diseñado para ser todo lo que la totalidad de lo usuarios necesita).

Davis comenzó este trabajo porque Dios se lo pidió. Según su carta constitutiva, TempleOS es "El tempo oficial de Dios. Al igual que el templo de Salomón, este es un espacio comunitario donde se hacen ofrendas y se consulta el oráculo de Dios". Dios también le dijo a Davis que se consensuaría el uso de 640x480 y gráficos en 16 colores, " como la circuncisión", para facilitar a los niños que hagan dibujos para Dios. Dios exige un templo perfecto y David asegura: "Pasé diez años dedicado por completo a la programación de TempleOS. Lo terminé y durante el último año estuve haciendo arreglos por aquí y por allá".

Dentro de TempleOS creó un oráculo llamado AfterEgypt, que permite a los usuarios subir al monte Sinaí junto a un Moisés computerizado. En la cumbre, un garabato redondo y de colores cambiantes hace las veces de arbusto en llamas, ante el cual debes alabar a Dios. Lo puedes alabar por cualquier cosa, dice Davis, como castillos, muñecos de nieve, palomitas de maíz, burbujas, isótopos y cangrejos de mar.

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"El Espíritu Santo puede jugar contigo", se lee en la pantalla. Cuando presionas la barra espaciadora, un reloj se detiene y aparece un pasaje de la Biblia. "A veces la interpretación es complicada", dice Davis en una de sus muchas demostraciones en YouTube. Él define el oráculo de AfterEgypt como una forma mejorada de comunicación en lenguas o del uso de una Ouija, y apunta a Corintios 14:2: "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios".

Davis no ha vacilado en dar a conocer al mundo el templo digital de Dios. En 2004, lo llamaba el Sistema Operativo J y OSNews escribió sobre su trabajo. Luego le cambió el nombre a LoseThos -una siniestra referencia a una escena de Platoon- y tuvo importantes conversaciones con los contribuyentes de MetaFilter, donde su trabajo fue presentado como "un sistema operativo escrito por un programador esquizofrénico".

Davis, al que han diagnosticado esquizofrenia, ha lidiado con trastornos mentales desde mediados de los noventa. Debido a que a menudo se comunica a través de bloques de texto generados por su oráculo o con declaraciones sobre Dios que no vienen al caso, sus cuentas de SomethingAwful y Reddit fueron borradas. En ocasiones puede ser agresivo y proclive a la confrontación, y a veces incluso insulta a los que se muestran críticos con él.

Por esta razón fue vetado parcialmente en Hackernews, de forma que solo es visible para los usuarios que quieran ver expresamente sus mensajes. Esto ha suscitado un debate sobre cómo actuar en los foros de mensajes frente a un usuario con problemas mentales. En Metafilter y Reddit se reproduce este mismo conflicto sobre las personas con carencias de valores básicos como empatía y comunidad.

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Pero este no es el reconocimiento que Davis buscaba al construir el templo. "Es bueno que te presten atención", dice, "pero ahora ya sé lo que es". En cualquier caso, poco tiene eso que ver con que haya más gente que utilice TempleOS para hablar con Dios.

Entonces, ¿qué lo llevó a construir un mundo en 16 colores para adorar al Señor? Quise saber por qué decidió pasar una década siendo el solitario programador de Dios, una voz predicando en el desierto.

Davis me envía correos regularmente y tarde por la noche, escritos en letra Courier, desde un notebook Dell con Ubuntu y 2 o 3 años de antigüedad. No puede trabajar, percibe una pensión de la Seguridad Social por su discapacidad y pasa la mayoría del tiempo escribiendo código, navegando por la red o usando la herramienta de aleatoriedad del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología para hablar con Dios. Publica los resultados en su sitio web bajo el nombre "Terry Davis' Rants" (Diatribas de Terry Davis).

Davis bebe mucha cafeína y sus jornadas son de 48 horas: "Estoy despierto 16*2 y duermo 8*2". Vive en casa con sus padres y un par de cacatúas. Sobre sus padres dice que "no interactuamos mucho".

Terry Davis nació en diciembre de 1969 en Wes Allis, Winconsin, y es el séptimo de ocho hijos. La relación con sus hermanos y hermanas era cercana, pero actualmente afirma, "Jesús no habló con sus hermanos. Él no quería tener nada que ver con ellos, las personas desconocidas son mejores. Yo soy de la misma manera".

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Su padre era ingeniero industrial y su familia se mudó muchas veces durante la infancia de Davis, desde Wisconsin a Washington, luego Michigan, California y Arizona. La primera vez que aprendió a usar un Apple II fue en un programa para niños superdotados del colegio; a comienzos de la década de 1980, aprendió lenguaje ensamblador en un Commodore 64, luego continuó programando en el instituto. Después entró en la universidad del estado de Arizona, donde obtuvo su licenciatura y luego, en 1994, un Máster en Ingeniería Eléctrica.

Después de graduarse permaneció en Tempe, Arizona, en parte porque quería mantener su trabajo. Cuando todavía estaba estudiando, fue contratado por Ticketmaster para programar un sistema operativo. Le gustaba su trabajo, pero cuando la empresa lo trasladó a proyectos de investigación que nunca parecían dar resultado, decidió que era hora de buscar otro lugar. Tenía 26 años y un máster y quería utilizar ese conocimiento para crear sistemas de control satelital. A comienzos de 1996, envió algunos currículums a empresas contratistas de seguridad.

Creció como católico, pero pronto abrazó el ateísmo. "Creía que el cerebro era un ordenador", dice Davis, "así que no necesitaba un alma". Se veía a sí mismo como un materialista científico; creía que esta metáfora -el cerebro es un ordenador- hacía más por incrementar el número de ateos que cualquier cosa que hubiera descubierto Darwin. Todavía se considera a sí mismo una mente científica. "Hoy me he dado cuenta de que las personas más afines a mí son ateos y científicos", dice. "La diferencia es que Dios me ha hablado, así que básicamente soy un ateo al que Dios le ha hablado".

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Davis trata de justificarlo con argumentos inconclusos y rodeos, quizás porque fue una experiencia muy subjetiva y profunda, o quizás porque todavía se avergüenza de ello. "No es muy halagador", asegura. "Parece más un trastorno mental que una gloriosa revelación de Dios". Fue un periodo de tribulación, pero hasta hoy declara, "Dios me guió a lo largo del camino, pese a que no parece muy glorioso".

A mediados de marzo de 1996, "empecé a ver que me seguían personas trajeadas y ese tipo de cosas. Parecía que algo extraño pasaba", afirma. Pensó que podría tratarse de alguien contratado por posibles empleadores suyos para verificar sus antecedentes personales, pero lo ponía nervioso. Luego empezó a pensar que la vigilancia se debía a un proyecto en el que trabajaba sobre sistemas de control por ordenador. Además, había estado escuchando a Rage Against the Machine y, por alguna razón, la frase "Some of those work forces are the same that burn crosses" se le quedó grabada en la cabeza.

Pensó en teorías conspirativas, en los hombres que lo seguían y en una gran idea que tuvo. Se asustó. "Suena muy educado decir que me asusté a mí mismo pensando en ordenadores cuánticos", dice ahora, "y luego imagino que acabarás pensando que fue porque tenía una enfermedad mental".

Abandonó la ciudad. Se dirigió al sur sin un destino claro. "Estaba escuchando la radio y parecía que la radio me estuviera hablando a mí". Oía comentarios sobre todo lo que hacía. Creía que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina. Su cabeza daba vueltas, llena de teorías conspirativas y profecías apocalípticas.

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Llegó a Marfa, Texas, donde abandonó su automóvil, un Honda Accord que sus padres le habían regalado. Comenzó a pensar en las grandes compañías del petróleo y cómo conspiraron para impedir el desarrollo de motores más eficientes y que funcionaban con agua. Destrozó todos los paneles de su coche buscando un dispositivo de seguimiento, luego paró el coche y tiró las llaves al desierto. Caminó. Un policía paró junto a él y lo hizo sentarse en el asiento del copiloto. Momentos después, Davis saltó del coche en marcha y se rompió la clavícula.

En el hospital oyó a los médicos hablar de "artefactos" en sus radiografías. Fue presa del pánico al pensar que algún extraterrestre pudiera haber puesto algún artefacto en su interior y escapó del hospital pese a su fractura de clavícula. Cuando intentó robar una camioneta, la policía lo atrapó. En la cárcel pensó que podría abrir la puerta de su celda si lograba hacer saltar el disyuntor; rompió sus gafas y las puso en la toma de corriente de la celda, pero se dio cuenta de que la montura no era conductora de electricidad. La policía entró en su celda. "Creo que me desnudé", dice Davis, "porque pensaba que los logos corporativos eran malos o algo así".

Lo llevaron a un hospital mental, donde no quiso comer porque creía que la comida podía contener drogas. Rompió una ventana con una silla. Dos semanas después lo liberaron. Pensó en emular a Jesús regalando todas sus pertenencias. Donó todo a una organización caritativa y envió regalos a los hijos de sus hermanos. En algún momento cruzó la frontera con México y luego tuvo que pagar sobornos para volver a su país. Conducía sin rumbo, en busca de una señal de la voluntad divina de Dios. Luego vivió en las calles.

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"La Biblia dice que si buscas a Dios, él te encontrará", afirma Davis ahora. "Yo no dejé de buscar por todas partes para saber qué me tenía que decir".

"Echando la vista atrás, no estoy especialmente orgulloso de mi lógica y mi forma de pensar. Es muy inmaduro y patético", agrega Davis. Compara la experiencia con encender un interruptor, uno que reveló su conciencia y moral más profundas. "Me sentí culpable por ser un ateo defensor de la tecnología", dice. Pensó en los Amish y La casa de la pradera, formas sencillas y decentes de vivir con Dios.

En una de sus diatribas, relata: "En 1996, de repente decidí donar unos pocos dólares a la caridad para los ciegos. Había sido ateo desde 1990 hasta 1996, periodo en el que no hacía donativos. Quizás este acto hizo que Dios se revelara ante mí y me salvara". Él calcula que dio 10 mil dólares al Newman Center en el campus de la Universidad del estado de Arizona.

En julio de 1996, su estado mental había mejorado y volvió a Arizona. Durante los siguientes años, vivió del crédito de sus tarjetas, mientras trataba de obtener algún beneficio del prototipo de una máquina fresadora de tres ejes que había creado (era obvio para él que la impresión 3D sería la siguiente revolución, pero la espera fue dolorosamente lenta). Después de tener un accidente con una herramienta que casi provoca un incendio en su apartamento, abandonó la idea.

Finalmente volvió a vivir con sus padres en Las Vegas, con la idea de ahorrar dinero mientras trabajaba en un libro, la secuela de 1984, de George Orwell. Nunca lo terminó.

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"Desde 1996 hasta 2003, cada seis meses, sufría lo que llaman un episodio maníaco y acababa en un hospital psiquiátrico", afirma. No ha vuelto a un hospital desde entonces; le diagnosticaron trastorno bipolar y posteriormente esquizofrenia. Ahora solo toma un medicamento e ignora su trastorno. Las etiquetas no le interesan. "Durante esos primeros años estaba realmente loco, en cierto modo. Ahora no. Ahora estoy loco, pero quizás de otra forma", dice. También dice que aprendió a no perder el control.

Davis interpretó la llegada de la informática de 64 bits a los ordenadores como una gran ruptura. Desempolvó un código que había escrito hacía diez años, cuando trabajaba haciendo sistemas operativos para Ticketmaster, y lo modificó. "Se desarrolló por sí mismo", asegura, "yo no lo planeé".

Pero la idea de un oráculo digital se desarrolló a partir de sus primeros métodos para comunicarse con Dios. Al principio, abría la Biblia por una página cualquiera y las páginas le hablaban. Pero tenía una idea general de por dónde se había abierto el libro, ya fuera por el Génesis o por las Revelaciones. Comenzó a lanzar monedas al aire para escoger una página; luego amplió la técnica para incluir todos los libros de su librería. Pronto decidió usar un temporizador digital para AfterEgypt, su oráculo.

El resto de la programación era simple. Dios le dijo que se quedara con una resolución de 640x480 y 16 colores y una sola voz para el audio. Como si de Noé se tratara, Davis creaba a medida que se recibía instrucciones. "Está muy claro lo que hay que hacer a continuación", dice, "y esto te puede mantener ocupado durante los primeros 10 años". Ahora, su sistema operativo está terminado.

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"Dios determinó el rumbo de mi vida. En algunos aspectos ha sido una vida increíble, por eso creo que Él la planeó", asegura Davis. A veces parece creer que TempleOS vivirá durante mil años, que será perfeccionado por los gigantes de Silicon Valley y que será reconocido como el Rey Salomón 2.0. Otras veces parece menos seguro, incluso vulnerable ante las dudas. "¿Será tan grande como el templo de Salomón?", se pregunta. "No lo sé, ya veremos. ¿Qué hay más allá?".

Él habla constantemente con Dios, un Dios muy conversador. De hecho David considera que ha logrado probar que Dios le habla. Cree que todo puede ser un oráculo; que la palabra divina se revela a través del azar.

Al menos una docena de veces hace referencia en su sitio web una pregunta que le hace a su madre: si ganara la lotería 3 veces, pregunta, ¿ella le creería? No, responde ella, porque todo el tiempo suceden cosas improbables. "Me puedo sentar con mis padres, rezar a Dios y abrir la Biblia por cualquier página", dice, "y hablará". Para él, es un hecho excepcional e innegable, una continua revelación, como ganar la lotería 10 veces al día. Sin embargo, dice, "la gente prefiere ignorarlo porque va contra su forma de pensar. Ignoran los hechos".

Terry Davis le pregunta a Dios por la guerra ("militares compitiendo") y la muerte ("horrible"), por los dinosaurios ("Si pisas a Brontosaurus en el pie le duele") y por su videojuego favorito ("Donkey Kong"). El automóvil favorito de Dios es un "Beamer" y su cantante favorito es Mick Jagger, pese a que, si pudiera cantar, le gustaría sonar como Christopher Hall, de Stabbing Westward. Su himno nacional favorito es el de Latvia. Su banda favorita son los Beatles, pero Rush y Triumph son muy buenos, también. La música clásica es veneno. Lo mejor que Bill Gates podría hacer para salvar vidas, dice Dios, es descubrir la forma de predecir terremotos. El undécimo mandamiento es "Thou shall not litter" (No parirás). Terry Davis le dice a Dios que todo parece ser malo. Dios responde, "Planta árboles".

La palabra apareció en TempleOS.org, un raudal de números aleatorios verificados, enlaces de noticias, vídeos de YouTube y exégesis bíblicas. Es la obra de una mente solitaria e incombustible que escribe sin cesar para un público inexistente.

Después de dos meses de emails y conversaciones por teléfono, sé más ahora que cuando comencé: concretamente, he acumulado datos y hechos sobre su vida y experiencia. A pesar de ello, sospecho que solo he logrado atisbar una sombra. La realidad completa parece inalcanzable, un misterio irreducible.

Una mañana, Davis me envió un email sobre esta historia diciendo, "Lo que la gente pensará es que soy un patético esquizofrénico que ha creado un horrible sistema operativo. Yo lo veo como el templo que Dios me dijo que creara". Ello me recuerda a otras palabras que escribió anteriormente: "Ni tú ni tu historia me interesáis demasiado. Es poco probable que sea lo que realmente es: noticias mundiales sobre Dios reclamando su templo".

Estoy de acuerdo. La teofanía es para los que pueden ver y el resto está excluido de su consuelo. Davis cree que ha probado que puede hablar con Dios a través de números aleatorios; cree que sus padres son ovejas porque no pueden creer en esto. La palabra con la que ellos -y yo- lo definimos es "esquizofrénico" y esa enfermedad nunca se cura, sólo se puede tratar. Terry Davis ha ofrecido al mundo un templo para un Dios que solo habla con él y sigue esperando que todos los escuchen.