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El transporte público debería ser gratuito

El sociólogo Jorge Moruno nos explica que otro modelo es posible.

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En los últimos días se han producido en Barcelona varias manifestaciones en contra de la subida del precio del transporte público que se realizó a principios de este año. Un tarifazo que parece que desde hace muchos años se ha convertido en una tradición más de las navidades. Los manifestantes, reunidos bajo la Plataforma Stop Pujades (Stop Subidas) han bloqueado varias estaciones de metro, bus y trenes de cercanías. Cuentan con el apoyo de un montón de organizaciones ciudadanas y de los propios trabajadores de Transportes Metropolitanos de Barcelona, que de hecho se están planteando realizar una huelga con motivo del Mobile World Congress que se realizará del 24 al 27 de este mes.

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¿Cuesta el transporte público lo que pagamos por él? ¿Podría ser gratuito? ¿Existe otro modelo para que pudiera ser más beneficioso para la sociedad? ¿Deberíamos colarnos? Para intentar aclarar un poco estas preguntas, decidimos quedar con el escritor y sociólogo Jorge Moruno, que recientemente ha escrito sobre estos temas. Las respuestas de Jorge a las preguntas que acabo de plantear en versión superresumida fueron no, sí, sí y quizás. A continuación están las respuestas en toda su extensión.

Vice: ¡Hola Jorge! ¿Crees que todos nos deberíamos colar en el metro?

Jorge Moruno: Colarse en el metro conlleva unos riesgos que todo el que lo hace tiene que asumir. Se puede hacer de forma individual o de manera colectiva y organizada políticamente. Si Rosa Parks no se hubiera sentado donde no debía, el movimiento por los derechos civiles no se habría desatado de la manera en que lo hizo. No estoy comparando las dos situaciones, solo intento aplicar la lógica política de la desobediencia civil. Lo legal no siempre se corresponde con lo que es legítimo. La democracia no es un animal petrificado, siempre está en movimiento, en conflicto, ya sea para democratizar la democracia o para reducirla. La disparidad entre salarios, ingresos y precios del billete es alarmante. La cantidad de gente sin empleo o con trabajos precarios que necesitan moverse para trabajar, encontrarse con más gente o buscar trabajo, es un claro síntoma de esa reducción democrática. El acceso a la movilidad es, sobre todo hoy, un requisito básico para poder acceder a la ciudadanía. En caso contrario estamos sumando un factor importante al riesgo de exclusión social. No poder moverse en una ciudad, o gastar mucho dinero del poco que se tiene para poder hacerlo, es ilegítimo. Desobedecer colectivamente para denunciar esta situación ayuda a sentar las bases de un futuro derecho, porque la ley no es la base de la democracia, sino que es al revés, la democracia es la base de la ley y la democracia se defiende ejerciéndola.

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¿No crees que entonces dejaría de haber transporte público?

Practicar la desobediencia civil en aras de garantizar el acceso colectivo a la movilidad precisamente actúa para que el transporte siga siendo público y no restringido, como si fuera un producto que solo se consigue si puedes pagarlo. Lo público se caracteriza porque no priva a nadie de su uso. Se da una paradoja, se suele pensar y nos tratan de hacer pensar, que una actitud cívica se basa en pagar el billete independientemente de la situación social que vive la población. Quienes no tienen que ir en un vagón abarrotado de gente, quienes recortan los servicios públicos y lapidan los derechos sociales son los que nos dicen que nos tenemos que joder y pagar las subidas tarifarias que hagan falta. No hace falta ser ningún revolucionario para considerar que el derecho a la rebelión es un derecho popular. Lo contemplaba incluso John Locke, uno de los padres del liberalismo político, lo incluye también la Declaración de los Derechos del Hombre. Es de sentido común.

¿Y cómo podría financiarse este transporte gratuito?

Como decía  Lester Freamon en The Wire, “hay que seguir el rastro del dinero”. El empleo escasea y el que hay es cada vez más precario, pero el dinero no desaparece, se traspasa de unas manos a otras. El número de millonarios ha aumentado un 5,4% en 2012 y entre mediados de 2012 y la primera mitad de 2013 crecieron un 13% más. Cuando los salarios y las cotizaciones que financian los impuestos bajan, cuando la deuda absorbe toda la riqueza y exige privatizar, el dinero de todos acaba en manos de unos pocos. Es necesaria una reforma fiscal para que los que más tienen paguen impuestos, hay que acabar con el fraude fiscal, es urgente invertir el proceso que nos conduce al subdesarrollo.

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Los precios del transporte son cada vez más elevados. En Barcelona el billete sencillo cuesta 2,15€. Mi abuelo fliparía si viera estos precios y era tranviario. ¿Tiene relación el precio del billete con el coste de los servicios?

Nos dirán que las sucesivas subidas en los precios del billete no alcanzan para costear el transporte y que necesita recibir subvenciones públicas. Quizás es más racional argumentar que no hace falta ser el segundo país del mundo después de China en kilómetros de línea de alta velocidad con la deuda que esto conlleva, cuando los trenes de la red de cercanías que usan millones de personas al año ven reducido su presupuesto y la calidad de su servicio empeora. El transporte, como el agua, la sanidad, la energía o la educación, no puede ser un negocio, su objetivo no debe ser maximizar beneficios sino maximizar el bienestar de la sociedad. Es un derecho común que también pagamos con nuestros impuestos.

¿Crees que un transporte gratuito sería beneficioso para la economía?

Habría que preguntarse primero para la economía de quién sería beneficioso. La economía también es política, sus reglas no son naturales, no es “lo que hay”. Depende de si creemos que la personas son las que tienen que servirle a la economía o si pensamos que la economía es la que debería estar al servicio de la sociedad y las personas. Lo importante no es tanto el debate sobre la gratuidad (de pago directo) o no, sino la convicción ética y política de anteponer las necesidades y el bienestar de la gente asegurando su acceso al transporte. Una sociedad que vive mejor y sin miedo al mañana es una sociedad más sana, más innovadora, más inteligente y por lo tanto con más proyección de futuro.

¿Sabes si hay algún ejemplo en el mundo?

Tengo entendido que en la ciudad de Tallin, en Estonia, se ha implantado la gratuidad del transporte anulando el pago directo, financiándose únicamente con los impuestos y la subvención pública. También se suele poner como ejemplo paradigmático el caso de Friburgo, Alemania, como modelo productivo y urbanístico que facilita y se adapta a la movilidad accesible y ecológica. Potencia su uso frente al coche y los abonos mensuales de los trabajadores y las trabajadoras situados en el área industrial están subvencionados total o parcialmente por las empresas allí ubicadas. Pero asumir la cuestión de la movilidad no se reduce únicamente al transporte, precisa de un cambio integral en las políticas públicas urbanísticas, en el modelo productivo, en la cultura democrática, el modelo fiscal y separar el derecho al ingreso del empleo. Porque hablar de transporte público es también hablar de todo un modelo de convivencia.

¿Cómo interpretas las protestas que se están dando estos días en Barcelona en contra de las subidas de precios del transporte?

Las protestas que ahora se están dando en Barcelona contra la subida de los precios del billete en el transporte público son un síntoma más que responde a toda una dinámica de empobrecimiento general que sufre la población impidiéndole ejercer sus derechos de ciudadanía. Estamos ante toda una contrarrevolución de los que no se presentan a las elecciones pero que utilizan las administraciones públicas para el beneficio de una minoría de privilegiados a costa del bienestar y el bolsillo de la mayoría. Conseguir parar la subida en el precio del transporte, como lo fue parar la especulación urbanística en Gamonal, parar un desahucio o la privatización de la sanidad pública, son todas expresiones de una misma aspiración democrática. La defensa de la vida contra la dictadura de la servidumbre financiera. Son todas luchas que construyen la unidad popular democrática contra el proyecto político de los ricos, los golfos y los poderosos que nos imponen el régimen de la deuda y elaustericidio a la gente.