En ningún sitio como en Nome

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The Photo Issue 2015

En ningún sitio como en Nome

En 2003, apareció el cuerpo sin vida de una joven nativa americana en una mina de oro abandonada en Nome, Alaska. Poco después fui hasta allí a hacer fotos por encargo de una revista.

Este artículo pertenece al Photo Issue 2015

Rumbo al sur a mediodía en la carretera comarcal de Nome, en los límites de la ciudad

En 2003, apareció el cuerpo sin vida de una joven nativa americana de 19 años en una mina de oro abandonada en Nome, Alaska. Dos años después, el agente de policía Matthew Clay Owens fue declarado culpable de su asesinato. Poco después de que lo detuvieran, fui hasta allí a hacer fotos por encargo de una revista que acabaría desapareciendo antes de que se publicara el trabajo. Desde entonces, me he sentido fascinado por este lugar. Para mí, Nome evoca más que ningún otro lugar de Estados Unidos en el que haya estado la sensación de frontera en toda su crudeza. Cuando VICE me preguntó qué lugar me gustaría fotografiar, mi primera opción fue volver a Nome.

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En parte, lo que me atrae de esta ciudad es que es el hogar de los marginados. Nome surgió hace más de cien años cuando tres escandinavos encontraron oro en un arroyo cercano. Rápidamente, llegaron al lugar buscadores de oro, trabajadoras sexuales y demás oportunistas. Un buen número de vecinos de poblaciones cercanas se trasladaron hasta la "Ciudad del Pecado del Norte". También es un lugar donde al parecer los visitantes desaparecen. Algunos creen que es obra de un asesino en serie, tal vez el agente Owens. Otros opinan que se trata de abducciones de extraterrestres. Últimamente, algunos estudios han concluido que estas desapariciones se deben a lo hostil de las condiciones climáticas y a los efectos del alcoholismo rampante.

Para mí, lo primero que desaparece en Nome son las leyes naturales. Bien entrada la madrugada, mientras esta ciudad sin árboles se cierne en una puesta de sol ártica interminable, los niños corretean por las calles y las parejas fabrican balsas con trozos de icebergs. Casi cada mañana uno se encuentra a un pobre desgraciado tirado entre las rocas del paseo marítimo, medio muerto de una de las muchas botellas de whisky Monarch Canadian que esparcidas por la playa. ("¿Cuál es la bebida favorita de Nome? Monarch on the rocks", dice el chiste).

Como fotógrafo, nunca me he sentido cómodo haciendo fotos lejos de mi entorno cultural. Cuando he trabajado en ciudades como Pequín o Bogotá me he sentido como un invasor o un farsante. Pero a pesar de que Nome me resulta tan exótica como cualquier ciudad del extranjero, también soy consciente de que es un lugar profundamente americano creado por forasteros para forasteros. No quiero decir con esto que me sintiera cómodo allí. Pero sí que es un lugar en el que podría desaparecer.

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Una casa flotante, también en la carretera comarcal de Nome. Fotografié esta misma casa en mi primer viaje a Nome. Entonces flotaba sobre el agua. Se conserva inalterable gracias al frío polar del invierno

James Omiak es un tallador de marfil de 82 años

Un buscador de oro que se hace llamar Slope en el patio trasero de su casa

El oro de Brad

Niños correteando por la ciudad

Aiden y Lonnie en el Centro Recreativo de Nome

Tate y Dave del grupo de música The Coler Family Experience en la iglesia del Nazareno

Emily Riedel, estrella del programa de reality El oro del mar de Bering

Joleen Oleson en el baile de graduación de adultos de la Hermandad de Nativos del Ártico

El cementerio de Nome

Una pareja de jóvenes se abraza sobre una balsa de hielo que han hecho en la playa de la ciudad