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Encontrando a Snowden

Esquivando el estado de vigilancia para dar con el hombre más buscado del planeta

“Hubo ocasiones en las que pensé que jamás sucedería”, dijo Coleen Rowley, ex agente del FBI, sobre su reciente viaje a Moscú. “Aún me dura el asombro”.

También yo me quedé asombrada cuando a las 2 de la mañana de un día del pasado octubre recibí un email encriptado que contenía una foto de ella con otros tres reveladores de secretos, codo con codo con uno de los hombres más buscados del planeta.

Cuando Edward Snowden renunció a su domicilio en Hawai, a una relación que duraba años y a un sueldo de seis cifras como empleado del gobierno para levantar el velo del sistema de vigilancia transnacional de Estados Unidos, también dejó atrás cualquier sentido personal de salvaguarda o seguridad. El Departamento de Justicia estadounidense ha acusado al ex “analista de infraestructuras” de 30 años de robo de propiedad gubernamental y otros dos delitos graves contra la Ley de Espionaje. El ex director de la NSA, Michael Hayden, llegó recientemente a “bromear” durante una reunión sobre ciberseguridad acerca de que debería ponerse a Snowden en la lista norteamericana de objetivos a asesinar. (Mike Rogers, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, le contestó, "Yo puedo ayudarte con eso").

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Para cuatro reveladores de información confidencial, todos ellos de alto nivel y con sus propias historias de denuncia y persecución del gobierno, organizar una reunión secreta con el revelador más perseguido del mundo no era una tarea sencilla. A comienzos de octubre se embarcaron en una misión para que Snowden ingresara en la Sam Adams Associates for Integrity in Intelligence, un grupo de ex miembros de servicios de Inteligencia que hubieran demostrado “valor, persistencia y devoción a la verdad sin importar las consecuencias”. Habían escogido a Snowden como merecedor en 2013 del Premio Sam Adams a la Integridad, y tuvieron la sensación de que lo correcto sería entregar el galardón –un candelero fabricado con una impresora 3D– en persona. Serían, que se supiera, los primeros americanos en encontrarse con Snowden desde su llegada a Moscú el 23 de junio.

Con el candelero-premio impreso en 3D. Desde la izquierda, Coleen Rowley (agente del FBI retirada), Thomas Drake (ex director ejecutivo de la NSA), Jesselyn Radack (ex consejera del Departamento de Justicia), Snowden, Sarah Harrison (periodista de WikiLeaks) y Ray McGovern (analista de la CIA retirado).

“Se hicieron gestiones”, dijo Thomas Drake, un ex director ejecutivo de la NSA que estuvo en el viaje y que mide con cuidado sus palabras al hablar de sus detalles. Drake, que avisó de abusos en la agencia después del 11-S y fue procesado bajo la Ley de Espionaje antes de que se desestimaran todos los cargos, ha sido citado por Snowden como una gran influencia. Después de que Snowden hiciera públicas sus revelaciones, Drake le aconsejó que siempre “vigilara a sus seis”, es decir, que controlara siempre quién estaba detrás de él. “Obviamente, con Snowden ninguna comunicación puede ser electrónica”.

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Viene a la cabeza el término “pesadilla logística”, pero eso sería quedarse corto. Los retos de lo que ellos llamaron “misión en Moscú”, comunicarse y reunirse con Snowden sin revelar su paradero a gente armada con el arsenal tecnológico que Snowden había sacado a la luz, parecían imposibles de superar cuando el grupo empezó a planear seriamente su viaje a comienzos de agosto, en una conferencia hacker a las afueras de Ámsterdam.

No podemos estar completamente seguros, pero podría ser que hubiéramos tenido éxito localizando a Snowden sin dejar pistas ni revelar su paradero”, dijo Drake, el hombre que condujo la planificación del viaje. “Llegamos a Rusia sin saber dónde nos encontraríamos. Y, por supuesto, no lo hicimos en su lugar de residencia. Este nivel de seguridad fue petición suya, y nosotros accedimos para proteger su seguridad". Se encontraron en un lugar que no ha sido revelado y que Rowley dijo que era “probablemente una tercera localización” en una serie de posibles puntos de encuentro, con la intención de despistar a cualquiera que pudiera estar siguiéndolos y, quizá, también para mantenerlos a ellos mismos en la oscuridad.

Moscú, vía Flickr/apurturismo

Dados los riesgos y dificultades del transporte, el alojamiento y la comunicación entre Snowden y sus visitantes, no es improbable, como han especulado algunos observadores, que los servicios de seguridad estatales de Rusia sean responsables del eminente asilado. Algunos informes que han ido apareciendo desde la visita del grupo hacen referencia a detectores de metales y agentes rusos en el lugar del encuentro. Los visitantes dijeron que también estaban presentes el abogado de Snowden, Anatoly Kucherena, y un intérprete, además de la periodista inglesa Sarah Harrison, de WikiLeaks: “su guía, amiga, protectora y compañera desde Hong Kong”, según Radack. El padre de Ed, Lon, llegaría al día siguiente. Sin embargo, el grupo no desea hablar de otras personas que pudieran haber asistido a la ceremonia. “Rusia tiene el deber de proteger a Ed en su calidad de asilado”, explicó Drake. “Eso te dirá todo lo que necesitas saber”.

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Por complicados que fuesen, los desafíos de llegar hasta Snowden pueden hasta cierto punto minimizarse si ya estás familiarizado con los entresijos del poder gubernamental, y el grupo de Sam Adams Associates ciertamente lo está. El galardón que iban a entregar debe su nombre a un analista de la CIA que, en 1967, descubrió que había más de medio millón de comunistas vietnamitas armados, aproximadamente el doble de lo que la comandancia en Saigón estaba dispuesta a admitir; esto probaba que los informes acerca de "los avances" de la guerra eran falsos. Adams protestó desde dentro del sistema y, tras retirarse de la agencia en 1973, escribió un artículo para Harper’s sobre lo que él calificó de conspiración de la CIA, testificó ante el Congreso y ayudó a CBS News a realizar un documental. Sin embargo, hasta su fallecimiento en 1988 a causa de un ataque cardíaco, Adams vivió carcomido por la sensación de que podía haber dicho y hecho más. Los nuevos reveladores de secretos están determinados a evitar esa sensación de culpabilidad.

“Estados Unidos ha cortado amarras con su Constitución”, dijo Drake, que se ha pasado los últimos años manifestándose en contra de la recolección masiva de datos de ciudadanos por parte del gobierno, una práctica que vulnera el principio de la Cuarta Enmienda que estipula que las “búsquedas y registros” requieren una orden judicial. También Snowden es un constitucionalista, y cuando euna tanda de preguntas en internet se le preguntó qué le diría a otros potenciales reveladores de información gubernamentales, expresó su nacionalismo de la forma más llama: “Merece la pena morir por este país”.

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La decisión de Snowden de poner al descubierto a la NSA, tomada en servicio, según ha dicho, del pueblo americano y su constitución, conlleva un serio coste personal. Su refugio de un año le protege en Rusia, pero más allá de esas fronteras se arriesga a ser procesado, o peor. Es fácil imaginar la vida que ha perdido, exiliado en un gélido territorio extranjero por su crisis de conciencia; su existencia diaria aquejada por la ansiedad constante una inevitable persecución.

Por el contrario, Snowden lo está llevando "remarcablemente bien", dijo Drake, quien no pudo dejar de apreciar su “retorcido sentido del humor”. Rowley me dijo de forma casual que Snowden “tenía buen aspecto”. Me describieron a un hombre viviendo exiliado, no como un fugitivo y no, como el mismo Snowden ha querido dejar claro, como un peón del gobierno de Rusia. (Su pasaporte fue revocado por Estados Unidos en tránsito por Ecuador, señala, y que en todos sus movimientos vela por él la periodista de WikiLeaks, Harrison). Sus mayores preocupaciones, dijeron sus visitantes, tendían a ir mucho más allá de su propia seguridad.

“Tiene cara de poker”, dijo Rowley. “Habló mucho de la necesidad de una reforma en Estados Unidos, pero apenas dijo nada de sus problemas personales”. ¿Y qué hay de los nada velados comentarios del ex director Hayden acerca de un asesinato? “Le preguntamosal respecto. No le preocupóen absoluto. Se encogió de hombros”.

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Rowley, ella misma una mujer de carácter resolutivo que en 2002 fue nombrada Persona del Año por la revista Time, describe a Snowden como “una de las personalidades más fuertes y estables que me he encontrado jamás”. Es práctico y centrado, añadió ella, un estoico de la escuela de Epícteto que sigue con su vida lo mejor que puede, a veces saliendo y desplazándose por Moscú (según su abogado) y, por lo que parece, también trabajando. Rowley dijo que el nuevo empleo de Snowden consiste en “trabajar en servicios de internet de alguna clase”. No es una sorpresa, pero el empleo de Snowden, así como el lugar donde lo desempeña, es probable que sea un secreto celosamente guardado, al menos por ahora.

Los comentarios de Snowden en la cena con los Sam Adams Associates, vía cortesía de WikiLeaks / The Daily Conversation

Ser un Sam Adams Associate no te proporciona ninguna sensación de seguridad añadida, pero contribuye a tener una confortadora sensación de solidaridad. Tras la ceremonia de entrega, dos horas en las que hubo discursos individuales, un intercambio de textos sobre derechos humanos y literatura rusa, y relatos de momentos radicales en la historia norteamericana, el abogado y el intérprete se marcharon y los reveladores de secretos charlaron hasta bien avanzada la noche. Otra de los visitantes, Jesselyn Radack, ex abogada de ética del Departamento de Justicia y ella misma una reveladora que ha defendido a Thomas Drake y a otros, decidió leer a Albert Camus.

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“No tenemos nada que perder excepto todo”, recitó. “Así que adelante. Esta es la apuesta de nuestra generación". Trazó paralelismos entre la apuesta de Camus y lo que Snowden llamó “la labor de una generación” en un comunicado que envió recientemente al Comité por las Libertades Civiles del Parlamento Europeo. Radack también le recordó a Snowden que Camus rechazaba lo que él llamaba “los mezquinos privilegios que se garantizan a aquellos que se adaptan a este mundo”, añadiendo, “aquellas personas que rechazan ceder serán apartadas, y esto es algo que deben aceptar”. El estoicismo, y no la rabia, es al parecer un motivo recurrente entre los ex empleados de las agencias de inteligencia norteamericanas que eligen tirar de la manta.

Ray McGovern, el fundador de los Sam Adams Associates, no se encuentra a su 73 años de edad entre la generación de Snowden, pero apoya su “apuesta”. McGovern, ex analista de alto nivel de la CIA que trabajó durante los mandatos de varios presidentes, sostiene que la gente joven de hoy que ha crecido con internet posee las habilidades técnicas y una conciencia que les motiva a mantener libre la red.

“Una de las cosas que más me han impresionado”, escribió McGovern, “ha sido el énfasis de Ed en la 'joven generación’ que él representa –aquellos que han crecido con internet–, que poseen una pericia técnica (apenas alcanzable para los de mi generación), una igualmente destacable dedicación a mantenerlo libre. Y tienen además conciencia”.

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Drake, que últimamente ha estado pensando mucho en las libertades civiles en la era digital, cree que una generación conectada a internet que recuerda el mundo anterior al 11-S podrá "hacer suyos unos principios relacionados con la democratización de la información y la protección de las libertades civiles que nos ayuden a resistir esta pesadilla distópica”. Si sirve a modo de medida, el número de gente que usa el programa de navegación anónima Tor se ha disparado desde que Snowden hizo públicas sus revelaciones.

“Es la clase de idealismo”, dijo Jesselyn Radack, “que permite a alguien llevar a cabo un acto de desobediencia civil tan magnífico como el suyo. Es un idealismo que cree que la democracia que una vez conoció puede recuperarse del estado de vigilancia en que se ha convertido si el público sabe lo que está pasando”.

¿Logrará esta generación atajar la clase de red de vigilancia que Snowden ayudó a destapar, ya mediante un cambio político o la evasión tecnológica? ¿Desean los norteamericanos resistirse al mundo espiado en el que Snowden afirmó no querer vivir? En el Nation, Radack describió a Snowden como “idealista, en el mejor sentido de la palabra. Es la clase de idealismo que permite a alguien llevar a cabo un acto de desobediencia civil tan magnífico como el suyo. Es un idealismo que cree que la democracia que una vez conoció puede recuperarse del estado de vigilancia en que se ha convertido si el público sabe lo que está pasando”.

También hubo en el encuentro una dosis de realismo. “Habló todo el rato de lo que deberíamos hacer a continuación, cómo lograr reformas”, dijo Rowley, recordando los tres primeros objetivos políticos del revelador. “En primer lugar le gustaría ver derogadas la sección 215 de la controvertida Ley Patriótica posterior al 11-S, y en particular la sección 702 del Acta de Enmiendas FISA, terminando así con dos elementos legislativos que permiten la recolección de metadatos y la vigilancia sin permiso judicial, de constitucionalidad dudosa”.

Snowden dijo que también le gustaría ver derogada el Acta de privacidad de las comunicaciones electrónicas (Electronic Communications Privacy Act, ECPA), ya que se trata de la legislación que permite la intercepción y almacenamiento de comunicaciones electrónicas privadas. En tercer lugar, apremió a que un cuerpo independiente llevara a cabo una investigación exhaustiva de las prácticas de vigilancia de las agencias de inteligencia estadounidenses a una escala mayor y más amplia. Rowley me recordó que la NSA es sólo una de las dieciséis agencias de inteligencia en los EE.UU, y que existen alrededor de 2.000 empresas de seguridad privadas."Lo que está sucediendo va más allá de lo que conoce Snowden", me dijo ella.

O nosotros, el público. Glenn Greenwald, que se hizo cargo de los documentos de Snowden (Snowden ha dicho que ya no los tiene), calcula que él y otros periodistas han hecho públicos únicamente la mitad de los documentos exportados por Snowden. Y algunas de las revelaciones más chocantes, según me dijo, están aún por llegar.

Es probable que los secretos por destapar no terminen ahí. Los ex fantasmas me dijeron, sin dar apenas detalles, que más reveladores de secretos están empezando a salir a la luz. Flota la sensación de que está empezando a amanecer en la Era de la Información, descubriendo un sorprendente nuevo horizonte. Si la información es poder, Snowden ha ayudado a predecir una década de un poder sin precedentes en las manos del pueblo, dicen aquellos que le apoyan. Puede que se le califique de idealista por querer cambiar el mundo, pero a los ojos de quienes se han atrevido a seguir un camino similar, ya lo ha hecho.

“Nunca han sido las mayorías”, dijo Drake de la gente que resulta determinante en proteger las libertades del público, "no lo han sido en toda nuestra historia”.

@silkiecarlo