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Cultură

Entrevistamos a uno de los últimos afiladores de Barcelona

Los afiladores escasean bastante en una ciudad como Barcelona, así que nos pareció que debíamos aprovechar la oportunidad de hablar con uno de ellos.

José Antonio afilando unos cuchillos

Esta mañana estábamos en la oficina cuando escuchamos en la calle el sonido de la flauta de un afilador. Los afiladores escasean bastante en una ciudad como Barcelona en pleno siglo XXI, así que nos pareció que debíamos aprovechar la oportunidad de hablar con él. Quizá ya nunca volveremos a tener otra.

Nuestro hombre se movía increíblemente rápido y casi lo perdimos en las cuadriculadas calles del Poble Nou. Pero cuando casi habíamos perdido toda esperanza de encontrarlo, volvimos a escuchar el silbato. La verdad es que nos echamos a correr.

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Nuestro hombre se llamaba José Antonio y solo lleva tres años con esto, desde que lo despidieron de su anterior trabajo. Era conductor de autobús y la empresa quebró. El dueño desapareció y los trabajadores nunca cobraron ningún tipo de indemnización. Mientras hablamos él sigue trabajando, una chica de un bar le acaba de traer 40 cuchillos y tiene prisa.

Tradicionalmente los afiladores siempre han ido en bici o en moto, pero José Antonio lleva una furgoneta y la flauta en este caso es una grabación que se escucha por unos altavoces colocados en el techo. En la parte de atrás va la máquina de afilar y dentro tiene una cama.

Vice: José Antonio, ¿vives en la furgoneta?

J. A. : No, yo tengo mi casa. Soy de Albacete y allí tengo hasta un chalet y un coche. Lo tengo todo pagado ya. Menos mal porque con lo que gano con esto no sé cómo viviría. Lo que pasa es que mientras estoy de viaje duermo en la furgoneta, así ahorro. Llevo mi cama, mi aire acondicionado, mi televisión, emisora para hablar con mi casa… Lo tengo muy bien preparado. Cuando se me hace de noche paro, ceno y me acuesto.

Pero entonces, ¿vas recorriendo España?

Sí, voy por Valencia, Cataluña, Baleares. Menos mal que tengo clientes buenos, hoteles, carnicerías y cosas así. Te tienes que mover mucho, si no no sacas suficiente. Los pobrecitos que van con la moto solo sacan 3 o 4 euros al día, no tienen ni para la gasolina de la moto.

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El interior de la furgoneta de José Antonio

¿Y cómo va el negocio?

Bueno, antes se ganaba más. Además ahora nos meten muchos impuestos. Yo pago un montón. Me cobran incluso por la megafonía de la furgoneta.

¿Cuánto te cobran?

Depende de cada ayuntamiento. Aquí en Barcelona me cobran 50 euros al día. Y además solo lo puedo tener de nueve a dos de la tarde y de cuatro a seis y en muchos casos la Guardia Urbana nos hace apagar los altavoces a cualquier hora. También nos ponen problemas por aparcar en un sitio y siempre tengo que estar enseñándoles la documentación, los papeles del seguro, etc. A veces me echan de malas maneras y no lo entiendo, porque yo pago mis impuestos, soy autónomo.

¿Cuánto ganas al mes con esto?

Pues suelo cobrar 5 euros por cuchillo, aunque si me traen muchos hago descuento, 3, 3,50… Al mes es muy variable. Hay días que no arrancas ni la máquina. Pero vienes a salir como a unos 1.000 euros, 800… Cuando voy a Palma de Mallorca gano más, como 5.000.

Debe quedar muy poca gente como tú, recorriendo España de pueblo en pueblo.

Pero si es que no merece la pena. Nos agobian mucho, como si fuéramos gente tirada. Nos tendrían que dejar trabajar, que no hacemos mal a nadie.

¿Qué edad tienes José Antonio?

Tengo 73 años y conservo todos los carnets de conducir. Los tengo todos.

¿Y dónde aprendiste el oficio?

Bueno, al ser de Albacete,  como hay tanta tradición cuchillera, desde pequeño aprendí a hacerlo. Casi en cada casa hay una fábrica.

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Una cosa que siempre me he preguntado es por qué los afiladores se anuncian con este silbato desde siempre y en muchos países. ¿Tú sabes de dónde viene?

La verdad es que no. Pero este sonido que llevo en los altavoces lo grabé yo, porque también soy organista. A veces también toco en hoteles.

¡Eres una auténtica caja de sorpresas!

También hablo dieciséis idiomas, catalán, valenciano, alemán… Pero alemán de la parte de Múnich.

¿Y piensas dejar pronto el oficio?

Mira, yo tengo 25 nietos y siempre hace falta dinero. Cuando tengo algo, pues se lo doy. Así que ni siquiera pienso en jubilarme. Qué iba a hacer. No me queda más remedio que seguir.

¿Cómo ves el futuro?

Lo veo muy mal. La juventud está muy mal. Yo los veo muchas noches desde la furgoneta, mucha gente joven se está matando. Es una pena. Y eso que dicen que estamos saliendo de la crisis es mentira. Yo voy a los hoteles y no hay nadie, los camareros están con los brazos cruzados. Les pido un cortado y me dicen que es el primero que han puesto en toda la semana. No creo que yo vea el final de esta crisis.