FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Entrevista con Alberto González

Sus piezas manipuladas para el programa de televisión El Intermedio son sólo la punta del iceberg. Porque cuando Alberto González se anuda la corbata de Querido Antonio, todo es mucho más incómodo. En el corto Una Noche con Amenábar, el director de...

Sus piezas manipuladas para el programa de televisión El Intermedio son sólo la punta del iceberg. Porque cuando Alberto González se anuda la corbata de Querido Antonio, todo es mucho más incómodo. En el corto Una Noche con Amenábar, el director de Tesis lleva tatuada una esvástica y aplica la eutanasia a mujeres sanas. Y en El fin del mundo, premio Notodofilm al mejor guión, Ronald Reagan ejecuta a su propia madre por tejer bufandas del Sporting de Gijón. Alberto no sabe dibujar pero calca como los ángeles. La mitad de esta entrevista la respondió borracho. La otra mitad con resaca.

Publicidad

Vice: ¿Cómo empezó todo? Y no me refiero a esa batallita que siempre cuentas de la cámara comprada en Canarias sino a cómo empezó todo de verdad.

Alberto González: Si te refieres a mi trabajo no sabría qué decirte. A los once años mecanografiaba un periódico cuyos únicos lectores eran mis primos. Se llamaba El informativo. En una de las secciones –creo recordar que se titulaba, atención, Noticias locas– practicaba la escritura automática. Quizá ahí empezó todo. Es increíble que aún tenga la capacidad de avergonzarme de aquello. A veces pienso que todo sigue siendo tan pueril como entonces.

Normal que hayas acabado como guionista. ¿Es la tele como la imaginamos? ¿Una fiesta VIP infinita?

Estudié informática y después llegué a la tele. Borja Cobeaga buscaba guionistas para un programa de sketches y fui una de las personas en las que confió esa tarea. Pasé una buena temporada escribiendo sketches en distintos programas y acabé aborreciendo el género. En parte porque la mayoría de esos programas vivían en la cuerda floja de la audiencia y cuando esto sucede los criterios se vuelven caprichosos y las consignas oscilan de una manera totalmente arbitraria. Así es difícil disfrutar de tu trabajo. En la fiesta de la tele la gente acaba agarrada al suelo con la esperanza de que todo deje de girar a su alrededor. Como en todas partes.

Además de Cobeaga, eres amigo de Daniel Sánchez-Arévalo, Borja Crespo, Nacho Vigalondo… Alejandro Tejería también forma parte de esa secta ¿Es vuestro amuleto mágico? ¿Te sientes cómodo dirigiendo actores?

Publicidad

Arsénico Producciones produjo uno de mis cortos, Cirugía, y a sus miembros me une una relación de amistad, aunque tengo más contacto con unos que con otros. Tejería es un actor magnífico. Y que haya participado en los cortos de Cobeaga y Vigalondo, que estuvieron ambos nominados al Oscar, no es ninguna casualidad. En cualquier caso, si tenía atributos mágicos los ha perdido. El año pasado protagonizó mi corto, lo envié a un festival y no se llevó ningún premio. En cuanto a lo de dirigir actores no sé qué decirte. Es algo que sólo he hecho una vez. Mira si soy inexperto en ese terreno que me sorprendía que los actores se supieran los diálogos.

Claro, acostumbrado a que en El Intermedio no separen la vista del teleprompter… ¿Te gusta el programa? ¿Hay alguna presentadora que creas que lo hace bien?

Soy fan de Thais Villas. No suelo ver el programa. No lo necesito y no me ayuda particularmente. En un programa diario es complicado mantener la frescura y evitar las fórmulas. Y más si está vinculado a la actualidad. Porque la actualidad es muy tozuda. Si tenemos en cuenta estos obstáculos, creo que el resultado es bastante digno.

Nunca he entendido por qué eligen a Beatriz Montañez en los ranking de mujeres más atractivas. Su cara es muy extraña.

Podría decir que la belleza es subjetiva, pero no es así. Miss Universo es atractiva y Florentino Pérez no. Es una cuestión de consenso.

¿Cuáles son los mayores defectos de la televisión actual?

Publicidad

Fundamentalmente la prisa, el artificio y el miedo. A veces da la sensación de que detrás de la cámara hay alguien apuntando al presentador con una recortada pidiéndole que actúe con naturalidad. De hecho el hombre de la recortada está ahí. Con una recortada metafórica, por supuesto. El miedo es tan real que los perros deberían ladrar delante de los televisores.

¿Cómo es un día cualquiera en La Sexta ?

Llego a la oficina, enciendo el ordenador, repaso las imágenes de agencias y de una manera bastante intuitiva imagino qué elementos se pueden añadir o sustraer para construir escenas divertidas. Un detalle insignificante lo puede cambiar todo. Trabajo solo. No es un lamento, me encanta trabajar solo. Prácticamente no pronuncio una sola palabra hasta la hora de comer. Voy siempre al mismo restaurante, me siento en la misma mesa, a la misma hora y con la misma gente. Regreso a la oficina, termino mi trabajo y se lo muestro al director del programa, que selecciona las piezas que se emitirán una hora después. Después vuelvo a casa y lloro hasta que me quedo dormido.

¿Y un día cualquiera en tu casa?

Trabajo por la mañana. Enciendo un rato la consola. A veces juego a cosas tan insustanciales como el dado mentiroso. Hace poco he descubierto que tengo un talento sobrenatural para ese juego. He ganado treinta partidas online seguidas. No es normal. Después preparo la comida, probablemente un plato de pasta. Por la tarde veo series americanas. Salgo a cenar a un restaurante con mantel y sin música. Me tomo un par de copas, vuelvo a casa y lloro hasta que me quedo dormido.

Publicidad

¿Dónde estabas cuando España ganó el Mundial?

Tuve que salir a la calle un par de horas antes del partido. La gente parecía drogada de éxtasis. Me sentía como el protagonista de La invasión de los ultracuerpos. Pasé junto a un hombre hecho y derecho con una bufanda atada a la cabeza que dio un trompetazo que casi me deja sordo. Le miré mal y en sus ojos vi lo inexplicable. Él no entendía por qué me había enfadado en lugar de celebrar aquel gesto absurdo. De la alegría a la masacre hay un paso. Los sentimientos colectivos son una tara genética que nos conducirá al desastre. Después vi el partido en casa, con tres amigos a los que rogué que no celebraran los goles de Holanda para evitar que las masas incendiaran mi piso. Cuando marcó Iniesta se quedaron en silencio pero pude oír el latido de sus corazones cuando Iker Casillas besó a Sara Carbonero.

Dicen que son la pareja ideal. La gente insultantemente perfecta parece ocultar siempre algo muy turbio, como apostar a la ruleta rusa con sus hijos.

Carlos Vermut me contó una teoría según la cual los pitufos, una gran familia ejemplar, son una representación del Ku Klux Klan , y me adherí a ella de inmediato. Todos llevan capuchas blancas excepto el líder, que la lleva roja. Su mayor enemigo tiene la apariencia de la clásica caricatura antisemita y el nombre de su gato, Azrael, coincide con el del Arcángel de la Muerte en la tradición hebrea. Ese tipo de especulaciones me divierten mucho, no lo puedo negar.

Publicidad

Esta semana me enviaron un vídeo corporativo supuestamente serio que podría competir con cualquiera de tus obras. Desprende genialidad sin buscarlo.

El mérito no está en encontrar nuevos caminos sino en reconocerlos. En esa capacidad es donde probablemente se encuentra lo que llamas genialidad. Los hallazgos fortuitos están por todas partes, es una cuestión de azar. Estos logros llaman mucho la atención cuando el autor no es consciente de ellos y los muestra sin filtros. Y esto nos hace preguntarnos si son genios cuando sólo es una cuestión de azar. Hay algunos ejemplos que lo demuestran, como el gato pintor o el fotógrafo ciego.

Frivolizas a menudo con temas como la violación, el terrorismo, la pedofilia, el racismo o la violencia de género. ¿Eres un desalmado? Dime, ¿eres malo?

Supongo que me atrae el sensacionalismo con el que se tratan esos temas. Se suele aplicar una ecuación muy perversa que automáticamente convierte a las víctimas en héroes, cuando lo único que diferencia a las víctimas de los demás es su mala suerte.

Teniendo en cuenta que gente como Juanjo Millás, Juan Carlos Ortega o Miguel Bosé ya te han encargado animaciones, ¿te has planteado pulir de una vez por todas esa técnica tosca que manejas?

Es algo que me sorprende porque la estética que empleo es bastante rudimentaria y tiene fines meramente funcionales. Para el vídeo de Miguel Bosé sólo hice las animaciones, por encargo del realizador. Nunca le he prestado demasiada atención. Supongo que lo que me sorprende es que alguien me llame para utilizar el envoltorio cuando lo que realmente me interesa es el contenido. Pero no deja de ser halagador. Tanto Ortega como Millás, a los que admiraba hacía tiempo, tienen suficiente confianza en sí mismos como para no hacerte perder perder el tiempo. Me dieron total libertad y confianza para convertir sus textos en animaciones.

Publicidad

¿Cuándo y dónde veremos la esperada serie Cien enfermedades incurables ? ¿Cómo surgió el proyecto?

Con un poco de suerte se verá dentro de unos meses en Canal Plus Lab, un proyecto experimental de Canal Plus. Su coordinador conocía algunos de mis trabajos y se puso en contacto conmigo. La propuesta consistía en realizar una animación semanal sin ningún tipo de límites, lo cual resultaba bastante atractivo. Pensé que cierta cohesión conceptual me ayudaría a avanzar con mayor facilidad y por eso decidí que fuera una serie, aunque no lo es en el sentido clásico. Cada episodio dura dos o tres minutos y su título coincide con el de la enfermedad incurable que se trata. Los cuatro primeros son Sinceridad , Entusiasmo , Conocimiento y Voluntad .

¿De dónde sacas esa teoría sobre el apetito sexual a los 30, los 40 y los 50 que planteas en Sinceridad ?

Es sólo un chiste. No tiene un origen concreto, al menos ninguno del que sea consciente. Me hace mucha gracia la gente que se arriesga a hacer generalizaciones a partir de traumas particulares.

Tú ya tienes una edad… ¿Hasta cuándo te ves haciendo lo que haces?

Me gusta lo que hago y los términos en los que lo hago. No entiendo por qué una película debe durar una hora y media por imperativo ni por qué debería adaptarme a ese patrón cuando el instinto me dicta lo contrario. Aunque a lo mejor es sólo pereza.

Miremos al futuro. Háblame del que será tu primer largo, Primero Manhattan , y del cómic que tramas desde hace un tiempo.

La película trata de un hombre que mide catorce centímetros al que se le encomienda la misión de salvar al mundo. Hablo mucho del largo. Demasiado. Supongo que para recordarme que debería ponerme manos a la obra. Pero todavía se encuentra en una fase muy preliminar. Para dedicarme a él con cierta convicción necesito liberarme de la ansiedad que produce esperar resultados inmediatos. Por regla general, desde que empiezo una animación hasta que la acabo no pasan más de quince días. Y en El intermedio a veces no más de diez minutos. En el caso de la película este plazo puede durar unos dos años y eso me aterra. El cómic es algo que me gustaría hacer en un futuro pero nada más. Es un terreno que me atrae mucho pero que de momento sólo he tanteado.