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Cultură

Guerra, publicidad y otras cosas absurdas

Una charla con el autor de la mejor novela que hemos leído sobre las Malvinas/Falklands.

Descubrí al escritor argentino Patricio Pron hace un par de años, cuando alguien a quien quiero mucho me compró su libro de relatos El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan. Más tarde leí Una puta mierda, una novela supuestamente sobre el conflicto de las Malvinas,  que me dejó loco. Para asegurarme de que no me equivocaba sobre él, me puse a buscar fotos suyas, y vi que vestía como un miembro de The Velvet Underground en el 1966. Me enamoré.

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Desde entonces he estado buscando la manera en que podría colaborar en VICE, pero no ha salido nada hasta la fecha. La semana pasada, con la excusa de las nuevas hostilidades entre el Reino Unido y Argentina sobre unas islas de mierda a tomar por culo que no le importan a nadie, le escribí, y la conversación que tuvimos viene a continuación.

Patricio, la presidenta de Argentina ha enviado una carta abierta a David Cameron en forma de publicidad en dos periódicos ingleses reclamando la devolución de las Islas Malvinas. ¿Qué es lo que te parece la parte más absurda de esta historia sumamente absurda?

Patricio: Naturalmente, la parte más absurda siempre es que haya muerto gente, mucha gente, y que otra mucha sufra aún hoy las consecuencias de haber participado a una edad temprana en una guerra innecesaria. En contrapartida, la carta abierta tiene, al menos, la ventaja de que recuerda el reclamo argentino sobre las islas pero no le cuesta la vida a nadie e, incluso, contribuye a los balances mensuales de un par de periódicos ingleses.

Hablando de eso, ¿has visto la respuesta por parte de The Sun? ¿Qué te ha parecido?

No esperaba menos de The Sun, el periódico más explícitamente ansioso de sangre de todos los que cubrieron la guerra de Malvinas (cosa que, por supuesto, también admiten los británicos) y el más adecuado para leer mientras te comes un grasoso fish and chips. Me pregunto cuánto durarían sus chicas de portada en el paisaje malvinense.

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¿Qué mensaje lanzarías a través de los medios?

Ninguno en particular. No creo que nadie esté esperando mensajes estos días.

Creo que somos de la misma generación más o menos. Nací en el 81, y apenas he dado importancia a esa guerra. No sé. Tengo la sensación de que, para mi generación, Live Aid tuvo más importancia que las Malvinas. ¿Fue lo mismo para la tuyo en Argentina?

No, para nosotros (aunque supongo que no tengo derecho a hablar en nombre de toda mi generación) sí fue una guerra importante, en buena medida a consecuencia de la propaganda del gobierno, pero también por el hecho de que la posibilidad de que la guerra se trasladase al continente nos obligó a adoptar medidas de seguridad como oscurecer las casas para evitar bombardeos. Aunque esa posibilidad nunca se materializó, aquellas medidas nos hicieron vivir en un clima de amenaza que supongo que no se vivió en Gran Bretaña. Por lo demás, muchos de nosotros tenemos amigos y familiares que tuvieron que luchar en Malvinas y eso también hizo que la guerra nos resultase más cercana.  Existe una diferencia más, pienso ahora: a diferencia de Gran Bretaña, que peleó numerosas guerras coloniales a lo largo de su historia moderna, Argentina participó en un número bastante reducido de conflictos bélicos, de allí que Malvinas fuera (y siga siendo) mucho más que una “simple” guerra para nosotros.

¿Cuál ha sido en Argentina la reacción sobre la carta entre tu generación?

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No lo sé. Ni siquiera sé cuál es la mía ante la carta.

¿Por qué es tan interesante de repente? ¿Es porque está transcurriendo en el espacio público? ¿Es por la participación directa de la prensa? ¿Es porque somos todos tontos del culo?

Muy posiblemente por una suma de todos esos factores. Pero también porque habitualmente no hay muchas noticias en este período del año y la prensa necesita convertir una pequeña gota de combustible en un gigantesco lago a punto de arder.

Vayamos al terreno literario. Malvinas siempre me ha parecido una no-guerra sobre una premisa ridícula. ¿Por eso la escogiste como modelo para Una puta mierda?

Sí, pero también porque la manipulación de los medios en torno al conflicto y la gigantesca mentira estatal urdida en torno a él en aquellos días en Argentina llevó a muchos de mi generación a preguntarnos qué era verdad y qué no lo era, un tipo de pregunta que me parece muy literaria y que cada uno de nosotros respondió a su manera. En mi caso, por supuesto, escribiendo libros.

Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es que muestra la falta de lógica que hay en la guerra a través del surrealismo. Creo que estás haciendo preguntas sobre la irrealidad de muchas de las cosas que damos por ser la más reales que hay. ¿Estoy en lo cierto?

Sí. Al escribir Una puta mierda tenía una intención adicional y era la de demostrar que la “verdad” de los hechos depende estrechamente de quién los narre y del poder y la autoridad que posea. En estos días, por cierto, esto queda una vez más de evidencia con las diferentes versiones de la crisis económica y las mentiras del Estado español (convenientemente amplificadas por la prensa) acerca de la situación, que convierte a cada desempleado en una estadística y a cada empleo perdido en una consecuencia de “la crisis”, una especie de ogro inmaterial, como si la crisis no fuéramos todos, sus consecuencias no nos afectasen a todos y las medidas tomadas para solucionarla (y que en realidad la empeoran) fuesen una cuestión técnica y no un problema de todos.

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No sé mucho sobre CFK. En los medios ingleses la tachan de populista. También sé que tenía algo de morbo de joven.  ¿Cuál es tu opinión sobre ella?

No es fácil hablar sobre su gobierno: una buena cantidad de cosas que han hecho Cristina Fernández de Kirchner y su marido son simplemente extraordinarias, en particular si se considera que asumieron el poder en medio de una de las crisis más terribles de la historia del país; otras cosas parecen más discutibles, incluso admitiendo que muchas de ellas son el resultado de un país como Argentina, con una clase alta frívola y racista, una clase baja a la que treinta años de destrucción sistemática y muy eficiente de los puestos de trabajo como consecuencia de la aplicación de las mismas políticas neoliberales que vemos estos días en España ha convertido en parasitaria y una clase media estúpida y egoísta. Argentina siente un placer muy particular en suicidarse periódicamente y es posible que lo haga de nuevo en los próximos meses. Ante esta tendencia irrefrenable de la sociedad de mi país, y sus características, la labor de los Kirchner es notable a pesar de sus modales populistas, su retórica y su vocación por el enfrentamiento, que me gustan menos. Al margen, me has hecho reír con lo de que la presidenta “tenía algo de morbo de joven”: yo la sigo encontrando muy atractiva.

¿Sabías que en el Reino Unido la primera guerra de las Malvinas es conocida como “Maggies’ War” ya que, en cierta manera, fue creada para distraer de los problemas domésticos (los mineros, la erosión de los servicios públicos…)?

Sí, pero no olvido que fue el gobierno dictatorial argentino el que la inició, con la finalidad (también) de distraer de los problemas domésticos y del recuerdo de las treinta mil personas que había asesinado en los seis años anteriores.

Si todo escala, por lo menos tendrás para escribir una secuela.

No preveo una escalada (aunque imagino que el próximo partido Argentina-Inglaterra estará movido), pero sí me imagino escribiendo una versión corregida y aumentada de la novela en los próximos años. Malvinas fue para muchos de nosotros una experiencia fundamental, y a ese tipo de experiencias uno vuelve una y otra vez.

El último libro de Patricio es La vida interior de las plantas de interior (Literatura Mondadori, 2013). Compradla.