De todas las subculturas de moda que han evolucionado en Londres a partir de la escena de clubs, tal vez el cybergoth sea la que menos se ha entendido. En su estrato más simple, el cyber fue lo que sucedió cuando aquellos adolescentes con camiseta de Cradle of Filth de manga larga que solían sentarse en el parque a beber vodka descubrieron el hard trance y el éxtasis. Como ocurre con todas las combinaciones improbables, el mejunje resultante de mezclar el lado más duro del gótico (fetish, EBM industrial) con las mejores partes del hard dance (tomar muchas drogas y hablar con desconocidos) fue la mar de divertido. Aunque en su momento no pasó de ser una escena reducida, el cybergoth ejerció influencia en la mayor parte de la cultura dance surgida en los siguientes quince años, del Candyrave al EDM y a (siento decirlo) el steampunk. Puede que nunca hayas oído hablar del cybergoth, pero es la razón de que te pusieras un piercing en la lengua cuando tenías 15 años.
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