Paul Laverty escribió en 1996 La canción de Carla, basada, en parte, en sus experiencias sobre el terreno en America Latina. Ken Loach la llevó al cine y, desde entonces, justo 20 años después, el guionista y el director forman una pareja creativa perfecta que les ha permitido ganar dos veces la Palma de Oro de Cannes. La primera fue por la magistral El viento que agita la cebada.

La última por Yo, Daniel Blake, que se estrena en España el próximo 28 de octubre, y que levantó un cierto revuelo al entrar en lo más alto del palmarés. Lo cierto es que la pareja de cineastas se volvieron a llevar el premio más esperado del cine mundial -si nos referimos a cine, no a industria- a su casa.

Laverty vivió durante años en Madrid —es pareja de la directora Icíar Bollaín, con la que también colabora escribiendo guiones— y, ahora, de vuelta en Edimburgo donde tiene sus raíces, ha retratado una realidad que amenaza desde hace tiempo a Gran Bretaña: el problema de la escasas ayudas sociales a personas con problemas físicos y psíquicos.

Daniel Blake es un héroe anónimo, de esos que pueblan sus historias siempre, un carpintero que tras caer enfermo decide enfrentarse al sistema. En su lucha encontrará el apoyo de una madre soltera, que se embarca en la cruzada. Como el propio Laverty: compromiso y lucha.

Aprovechando que estos días está de vuelta por España, para presentar en Donosti la película, hemos charlado con este escritor que oculta bajo su aspecto dulce y su educación a un tipo que se enoja ante las injusticias y que cree que el cine debe (no puede) seguir siendo un arma cargada de futuro.

"Gente como Daniel Blake tiene el derecho a una ayuda porque no pueden trabajar. Tienen que pasar por un examen médico previo. Ahora están cambiando las circunstancias, los exámenes para recibir la pensión son más duros e injustos. Y cuando la gente apela, en el 50 por ciento de los casos vuelve a ganar sus derechos otra vez. Esto te demuestra que hay una política errónea. La gente vulnerable, con problemas de salud mental o físicos, han sufrido mucho estos últimos años en Gran Bretaña. Y sospecho que el presupuesto en Europa para el bienestar amenaza aun más estas ayudas. Tenemos que hacer conexiones con el otro lado, con la de la gente que más tiene. Mira lo que ha pasado con Apple en Irlanda, que se ha descubierto que está pagando menos del uno por ciento de lo que gana. Las grandes empresas hacen tratos con gobiernos que son serviles, es una vergüenza total. Estos cabrones no están pagando sus impuestos, nosotros estamos participando en la sociedad civil, mientras estos cabrones saltan de un país a otro, pagando muy poco, y se quejan cuando nosotros decimos que esto no puede continuar. El caso de Irlanda es un ejemplo de vergüenza, lo único que le preocupa es no perder puestos de trabajo".

"Creo que esta película es el reflejo de un grupo de personas, en un contexto muy real. Las circunstancias de su vida las puede entender cualquiera, en cualquier lugar del mundo. Obviamente, en Gran Bretaña ahora todo lo que se refiere a servicios sociales tiene unos detalles muy particulares. Hay un abuso sistemático por parte del Gobierno, siguiendo la política de austeridad, contra los más débiles. Los más vulnerables pagan esta austeridad, que los ricos no sufren porque tienen dinero. En realidad es una película pequeña que retrata una situación bastante grande".

"Investigué mucho, porque en realidad nadie sabía lo que estaba pasando con este asunto de las ayudas. La primera parte de mi trabajo es casi como si fuera un periodista, porque los casos son distintos dependiendo si eres joven, un abuelo, estás enfermo o tienes otros problemas. Fui mucho a los food banks, que es donde esta gente que no tiene ayudas recibe comida, y también calor. Es muy trágico. Esto es por lo que nuestros abuelos lucharon hace solo un siglo, por comer y calentarse o tener casa, y nosotros lo hemos perdido".

"Llevo ya años fuera de allí, hacer cualquier tipo de comentario me parecería algo arrogante, pero me interesa mucho lo que está pasando en España y en Grecia, porque me parece que son dos países que han sufrido mucho. En Edimburgo, en el consulado, nos han dicho que hay casi 2.000 jóvenes españoles en la ciudad, se escucha hablar español por muchos sitios. Lo que me da pena es que esta gente con talento, joven y con energía está trabajando en lugares precarios y no puede seguir su propia carrera. Esto es un crimen contra la juventud española".

"España también ha sufrido mucho a nivel de derechos sociales, acabo de ver este documental maravilloso sobre desahucios en España que ha hecho Silvia Munt. Ahí se ve el trabajo de la PAH y también la cantidad de gente que ha perdido sus casas de una manera feroz. Pero lo más interesante es la respuesta solidaria y desinteresada de la gente.

En Gran Bretaña también es muy importante que la política de austeridad fue seis veces más fuerte para los descapacitados que para el resto de la población. Este tipo de política de los tories, que es feroz, planta veneno contra la gente, les cargan con la culpa, niegan que la culpa sea del sistema. Una campaña horrible que venía a decir que en ayudas sociales se estaba invirtiendo el 25 por ciento, cuando, en realidad, era menos del uno. Había desinformación para camuflar estas políticas. Vivimos en tiempos realmente peligrosos".

"Sospecho que la salida de la UE no va a ayudar a mejorar las cosas en Gran Bretaña. Se han descubierto muchos abusos dentro de la propia Unión, cuando estuve en Bruselas había casi 2.000 personas cuyo trabajo era hacer lobby de parte de las grandes corporaciones. El miedo que tengo es que si Gran Bretaña sale de Europa, qué va a pasar con la derecha en Francia, Italia y Alemania. Existe la posibilidad de que se derrumbe todo. Es una cuestión de populismo nacional dentro de cada país, que podría traer muchos problemas de racismo y xenofobia. Mira, después del Brexit han aumentado en Gran Bretaña los ataques contra la población de Europa del Este, es como dar voz a las voces que están en contra de la inmigración. Y la inmigración y la cuestión de los refugiados es una cosa que debemos enfrentar todos juntos".

"Con Ken Loach es siempre más o menos igual, porque por encima de todo somos amigos, hablamos mucho. Supongo que hacemos cine: él dirige y yo escribo y nos encontramos en un punto medio. Nuestra forma de trabajar es muy orgánica, aunque cada guion es un gran desafío. Es como subir una montaña, porque Ken exige mucho y también es un gran compañero. Creo que llevamos una docena de trabajos juntos y me sigue pareciendo tan divertido como un gran desafío estar con un director así. También tengo la mismo suerte con Icíar, con ella también todo es muy orgánico. Entiendo que dirigir una película es un gran desafío, tienes que intentar que funcione para todo el mundo y eso exige el talento de mucha gente. Lo que me encanta con los dos es el espíritu de colaboración que tienen, tengo mucha suerte".

"Tenemos que seguir el ejemplo del FC Barcelona e ir a por otra Champions (risas). La verdad es que es algo arbitrario, hay que apreciar el cariño de otras personas que hacen cine, pero, la verdad, es que es un accidente. No hacemos películas para ganar premios, pero estos dan aliento al equipo y a nuestros distribuidores. Cannes, además, es un festival precioso, porque tiene cine de todo el mundo, de diferentes culturas que se encuentran. Recibir este cariño es algo muy bonito. Ahora estamos aquí, en San Sebastián, que es un festival con un ambiente menos loco que Cannes, es más humano, te encuentras con gente. Es un placer encontrarte con compañeros de otras partes del mundo. Ayer, por ejemplo, estuve con las personas que distribuyen nuestras películas en México desde hace tiempo. Es muy humano en este sentido".