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Cultură

¿Es que las chicas ya no nos hacen gracia?

Analizamos la falta de voces femeninas en la comedia mainstream y nos encontramos con un mundo donde hay (mucho) machismo.

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"Ya estamos otra vez con el temita", dijo el afamado humorista mientras ponía los ojos en blanco. No era el primero y no iba a ser el último. En los últimos dos años, cada vez que explicaba a alguien que estaba organizando un festival centrado en el humor con mayor participación de mujeres, era una reacción común entre los cómicos. No entre todos, claro está, pero sí lo suficiente como para notar que la falta de presencia femenina entre la comedia mainstream -no así, en el underground, dónde son legión- levanta ampollas. El debate no es nuevo, ni mucho menos. Cada tanto, al revisar el estado de la cuestión, surge la pregunta: ¿por qué no hay mujeres en el humor? Y si las hay, ¿por qué no tienen presencia?

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Darío Adanti, miembro de la revista satírica 'Mongolia' y analista del humor y sus límites, busca las raíces de la invisibilidad: "En las culturas judeocristianas el papel de la mujer se da de patadas con el papel del humorista. Por un lado el humorista tiene que transgredir, si se espera de él una cosa, debe hacer otra, debe pasar esos límites que su audiencia no pasa. Es el encargado de darse las hostias, de pisar la piel de plátano y caerse de culo, de decir la barbaridad que no se dice en público, de contar la intimidad más vergonzante. Todo es parte fundamental del humor y el lugar al que se somete a la mujer en nuestra sociedad es el contrario. Tiene que ser pudorosa, moderada, seducir por lo físico, cuidar su lenguaje, vestir bien, ir arreglada, depilarse, pintarse labios y ojos… Ni siquiera se le permite tropezar en la vía pública sin avergonzarse".

Precisamente, ya en 2007, el afamado escritor Christopher Hitchens tituló un artículo de opinión en 'Vanity Fair': Por qué las mujeres no son graciosas. Si el titular era polémico, la premisa no lo era menos: las mujeres no son divertidas y no hacen humor porque históricamente no lo han necesitado, les ha bastado con su físico.

La humorista Barbijaputa, achaca la invisibilidad al mismo problema sistémico: "El humor, como muchos otros campos, ha sido monopolizado por el hombre y las mujeres, como siempre, han ocupado un segundo lugar, en el que se adaptaban a un humor intrínsecamente machista, o no eran graciosas. Además está el hecho de la inseguridad femenina a hablar en ámbitos públicos, cuestión que a día de hoy sigue sin solucionarse por la lupa a la que son sometidas todos sus declaraciones, reclamaciones u opiniones cuando van más allá de su círculo de confianza. Si para ellas es una tarea el doble de dura que para ellos el hacerse escuchar y respetar en un mundo de hombres, hacer humor, que no sólo tienes que encontrar la empatía en el público sino también arrancarle una carcajada, se complica tanto que el resultado es casi siempre el mismo: pocas llegan".

Ante la falta de nombres propios en el humor español, Barbijaputa sostiene que el discurso de que no hay mujeres evidentemente ha calado entre el gran público. "Si preguntas, muchos dirán: qué va, en la tele puede que no haya, pero yo a diario trato con muchas: en mi familia, compañeras de trabajo, amigas… Y claro, volvemos a lo mismo, las mujeres sólo se sienten autorizadas, aun sin darse cuenta, a hacer humor en privado, en círculos controlados".

¿Es machista la industria del humor en España? Alicia Murillo, activista feminista y autora de los vídeos en Pikara es taxativa: "Es escandaloso. Lo más usual en un cartel de monologuistas es que el 100% sean hombres y hablan de cosas de hombres. Cuando llegamos las mujeres con temáticas distintas -todo lo que se refiera a cuerpos con útero, orgasmos fingidos, etc.- es muy raro que un hombre se ría, se ponen muy tensos". Adanti, por otro lado, puntualiza: "si bien el machismo está en todas las actividades humanas, el humor, por su carácter sacrílego, no es especialmente machista. El humor está lleno de freaks que nada tienen que ver con los machos alfa, de drogadictos, de perdedores, de feos, de antisociales, de raros… no es una industria especialmente machista, creo que el problema es más general, de conciencia y de educación, no tiene tanto que ver con la industria como con lo que representa el humor en la sociedad y lo que se le impone a la mujer como 'su lugar' en esa sociedad".

Son pocos los nombres que se bajaran una y otra vez en la historia del humor español. Mary Santpere, Gracita Morales, Lina Morgan… Las humoristas famosas se cuentan con los dedos de una mano. Murillo, además, hace una lectura sobre las mujeres humoristas en lengua española del mundo contemporáneo: "Si te fijas las más conocidas están prácticamente masculinizadas. Malena Pichot, Eva Hache, incluso yo misma llevamos el pelo corto, usamos pantalones, en mi caso yo además me declaro lesbiana. Se premia el hecho de que una mujer es graciosa en tanto se parezca a un hombre", concluye.

Isabel Calderón, que hace humor en su canal en YouTube, dónde perpetra sus 'Reviews fuertecitas', describe el mundo del humor contemporáneo como "endogámico y machista". Desde su experiencia, contrasta que se da poca visibilidad porque "muy pocas mujeres les hacen gracia. Al ser un mundo dominado por hombres que sólo se relacionan entre ellos adoptan las dinámicas de su propio humor. Cuando hablas de cosas de mujeres, eso sí, las mujeres se sienten increíblemente identificadas aunque no se consideren feministas a priori, se dan cuenta de cómo es este asqueroso mundo patriarcal". Calderón, además, aporta los datos de su canal: "Muchos tíos cuelgan mis vídeos para que me machaquen. No es sólo que no les hagan gracia, es que se ensañan, lo cual me provoca mucho estupor. Se pueden pasar la tarde entera poniéndome a parir. Después ves que muchos son gente culta que se relacionan con mujeres, y es todavía más desconcertante: parece ser que el humor es un ámbito intocable y sólo reservado para los hombres", concluye.