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Cultură

En defensa de los dibujos de la nueva temporada de Bola de Dragón

Las ilustraciones de la nueva serie 'Dragon Ball Super' están indignando a sus fans pero realmente la serie siempre ha tenido unos dibujos nefastos.

Indignarse, al fin y al cabo internet trata de esto. Cualquier minucia hace que la gente se ofenda de forma absolutamente desproporcionada. Recordemos los casos recientes de las fotos retocadas de Justin Bieber para la campaña de Calvin Klein o los chistes complicados que espetó Guillermo Zapata hace años en su cuenta de Twitter. Internet está repleto de dedos dispuestos a se) hace años en su cuenta de Twitter. Internet está repleto de dedos dispuestos a señalar y aporrear a su siguiente víctima.

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Esta semana se ha estrenado en Japón la nueva temporada de Bola de Dragón, la cuarta temporada de la serie y con Akira Toriyama encargándose de nuevo del equipo de dibujantes y creativos. Las expectativas eran altas. No sé a quién le puede seguir interesando esta serie pero el caso es que los fans se han sentido totalmente traicionados al ver las animaciones del quinto episodio, supuestamente pésimas. La percepción y la semiología son campos complicados y extraños por lo que cada uno percibe e interpreta cosas absolutamente distintas. Aquí tenéis unas instantáneas del capítulo para que juzguéis vosotros mismos:

¿Qué tal? Lo cierto es que generan una pena devastadora. Fijémonos en esas caras deformadas, en esas líneas rectas pretendiendo simular músculos en pleno rendimiento, en esas desproporciones corporales y en esa perspectiva deformada; joder, es absolutamente sobrecogedor. De todos modos, si nos paramos a pensarlo bien, realmente nada ha cambiado tanto. ¿Es que a caso Bola de Dragón no ha sido siempre una serie de mierda? Quiero decir, exceptuando quizá la primera temporada, el nivel narrativo y estético de la serie ha ido empeorando a pasos agigantados. De la inocencia naïf (lo siento, este adjetivo es como de 1998) de sus inicios hasta el epítome desfasado que se alcanzó con Dragon Ball GT; ilustraciones simplificadas que atentan contra la proporción y la harmonía Da Vinciana del cuerpo humano, dignas de la maestría de Rob Liefeld.

La verdad es que la evolución de la serie ha sido un ejercicio de simplificación magistral, a nivel formal y narrativo. A cada episodio que pasaba las tramas se condensaban hasta llegar a la representación mínima del conflicto —llega un ser malvado que hay que derrotar, no hay dilemas morales— y los dibujos pasaban de ser agradables formas orgánicas más cercanas al cartelismo de Mucha a jugar con el hermetismo pseudocubista de esta última temporada, algo que supone una ruptura definitiva con las representaciones figurativas. Pasamos de las formas redondeadas de las primeras temporadas al juego de vectores de Dragon Ball Super, la desintegración del detalle. De hecho, si tuviera que escoger, creo que me quedaría con las nuevas ilustraciones: menos barrocas, menos detalladas, esas que buscan un acercamiento a la idea pura, a lo divino. Huyen de las decoraciones inútiles y van directas a la representación mínima para poder entender lo referenciado (un árbol, una casa, un rostro…). Si les damos el tiempo suficiente, las siguientes temporadas tendrán una estética cercana al suprematismo de Lissitzky, con varias figuras geométricas peleando entre sí por el equilibrio o desequilibrio del universo. ¿Y no sería esto bonito?