Los eSports tomaron Madrid este fin de semana

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Ediciones VICE

Los eSports tomaron Madrid este fin de semana

"Los deportes electrónicos son el futuro del deporte"

Todas las fotos por la autora.

Este fin de semana se ha celebrado en Madrid la final de la Liga de Videojuegos Profesional. Los eSports mueven sólo en china y EEUU más de 75 millones de euros al año, se ha profesionalizado tanto como deporte electrónico que en España hay un chaval de poco más de 22 años que gana 600.000 euros al año como jugador profesional.

"Los eSports son el futuro del deporte" me dice Iker, Gestor de contenidos del wSystem Club, uno de los 8 equipos más grandes de España y que ha jugado un partido en la final este sábado para clasificarse. Me cuenta también que detrás de los jugadores hay una organigrama infinito de gente que se encarga del marketing, las redes sociales, los canales de streaming dónde retransmiten los partidos en directo, canales de radio y publicaciones online dónde generan el contenido del futuro.

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Cuando Iker me propuso pasar con ellos el fin de semana para mostrarme que los deportes electrónicos eran algo más que encerrarse en casa a jugar, me lancé de cabeza. Quería ver si todos los estereotipos que tenía arraigados eran ciertos.

De camino al evento, me inunda de números y estadísticas que refuerzan el valor de lo que para ellos es una forma de vida. "La mayoría de jugadores y aficionados, son titulados universitarios" me dice "Además que nosotros somos un valor de marca en alza, piensa que el Marca ya tiene una sección de deportes electrónicos, que las bebidas más importantes son patrocinadores directos de algunos equipos y ya hay rumores de que una cadena de televisión está intentando comprar el canal por dónde se retransmite".

Mientras nos acercamos a la entrada, voy pensando en qué es lo que espero encontrarme: Música estridente, tortugas de peluche gigante rodando por ahí, luces de colores… Vamos, una video-realidad en toda regla.

Justo antes de entrar nos encontramos con los jugadores del equipo. Están nerviosos por que van a jugar para clasificarse, me saludan rápido y se van. Nos encontramos también con el dueño y el manager de wSystem Club; "Es catedrático en la universidad de Valencia", me dice Iker orgulloso de su compañero.

Entramos en el pabellón, y es toda una decepción. No hay luces, ni música ni tortugas gigantes. Lo que hay es una chavalada inmensa que no supera los 16 años. Me doy una vuelta esperando ver algo interesante, pero nada. Voy hacia el estadio más grande (hay 4 en total) que es dónde se celebra el partido de League of Legends de mi equipo anfitrión. Me cuelo en el backstage y me encuentro con el psicólogo del equipo, charlamos un rato y me dice que él no sólo está para ayudarles a gestionar las emociones dentro del juego, sino también fuera "Piensa que son chavales que no pasan de los 20 años. Lo mismo se disparan que caen en picado, hay que ayudarles a mantener el equilibrio dentro y fuera. Esto es un deporte de máxima concentración y estrategia. Hay que reforzarles y ayudarles". Cuando se va, Iker me dice que tiene un máster cursado en Alemania sobre Técnicas deportivas en los eSports.

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Si algo me va quedando claro, es que la estadística se cumple: Todos son titulados universitarios. Salgo para ver el partido, y me encuentro con un escenario al más puro estilo de Los Juegos del Hambre: Dos mesas con ordenadores, una pantalla gigante con dos comentaristas uniformados, cámaras, presentadora y, aquí sí, luces de colores, humo y música alta.

Los jugadores salen atravesando el humo, se saludan y empieza el juego. El estadio se ha llenado en cuestión de 5 minutos. La gente aplaude cada jugada que yo no entiendo, los comentaristas hablan tan rápido, que aún lo entiendo menos y lo que veo en la pantalla me deja igual que estaba. En cuestión de 20 minutos, el partido ha acabado, se enciende el strobo que hay encima de una de las mesas para señalar a los ganadores, la gente aplaude, los jugadores se felicitan y todo vuelve a quedarse a oscuras. Ya está. Los chavales del wSystem Club han perdido y la competición continúa. Intento hablar con ellos, pero están frustrados y se van con el psicólogo, así que me doy otra vuelta más por el recinto.

Entonces entiendo lo de que son un valor de marca en alza: Todo lo que hay a la vista, se vende. Está plagado de marcas de grandes almacenes, marcas de ropa y como no, fabricantes de juegos. Hay todo un despliegue de mesas y ordenadores conectados a los que puedes jugar todo lo que quieras.

De repente veo una cola inmensa y me acerco. Los chavales están súper emocionados e impacientes por subir al escenario a hacerse una foto con otro chaval que si no es más pequeño que ellos, lo parece. "Es un youtuber famoso", le dice uno a otro en la cola. Estos chicos han nacido con una play bajo el brazo y en nada lo de ir a jugar una pachanga les sonará a chino.

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Me voy a fumar un cigarro y me encuentro con el resto del staff del equipo, les pregunto qué son exactamente los eSports y uno de ellos me dice "¿Qué crees que verán estos chicos dentro de unos años en la televisión? Esto. Los deportes electrónicos son deportes nacionales en varios países ya. La gente se conecta para ver a sus jugadores en streaming cuando llega a casa cansando de currar". "Yo lo hago", dice una chica que está a mi izquierda, "Trabajo en la banca, y cuando llego a casa lo que me relaja es conectarme a ver cómo juegan". Otra vez la estadística se cumple.

Seguimos debatiendo durante un rato sobre el peligro que tiene el anonimato en internet, sobre que hay pocas chicas profesionales por que se les exige menos que a los chicos para profesionalizarse y sufren un acoso brutal por parte de la comunidad. Ellos me dicen que mientras ellos están en casa jugando en línea, no están solos cómo la gente cree. Están pasando un rato con sus colegas y es una manera diferente de relacionarse. Me despido y quedo con ellos al día siguiente para ver la final.

El domingo, hay mucho más ambiente, nada más entrar, veo muchas más colas en todos los stands, hay más gente con Cosplays que se prestan rápido a dejarse fotografiar posando como lo hubieran hecho sus personajes, y sobre todo, por explicarte quiénes son.

La sensación de aplastante normalidad que tengo, me confunde. Esperaba otra cosa, me han enseñado un estereotipo que aquí no encuentro.

Me doy un par de vueltas para hacer tiempo y disparar unas fotos. Hay una especie de coche tuneado rollo Mad Max o alguna peli futurista del estilo con un DJ poniendo música a todo trapo, azafatas con poca ropa que a cada paso me ofrecen entrar en el sorteo de una consola a cambio de registrarme en sus páginas, y chavales hipnotizados delante del ordenador. Tiro un par de fotos y voy a coger sitio en el estadio. Está a reventar y la gente lleva una especie de globos de plástico con los que aplauden cada jugada interesante que sale en la pantalla gigante. Observo todo a mi alrededor, y la verdad, es que no encuentro ninguna diferencia entre ir a un estadio de fútbol y venir aquí a excepción de los hinchas toca pelotas y la agresividad que les rodea. Aquí no hay rivalidades. Hay disfrute. Disfrutan viendo jugar a los equipos, poniéndose los trajes de sus personajes favoritos cómo si de una camiseta del Real Madrid se tratara o viendo a su ídolos youtubers para una foto.

Cuando el partido termina y el estadio se viene abajo entre gritos y aplausos, me voy despidiendo de todos y al irme, la encargada del Marketing me dice: "Uno elige cuando entrar en esto, pero no cuando salir". Sonrío y me voy pensando que tiene razón, acabo de cruzar esa puerta al futuro y he visto lo que será la cultura deportiva del mañana, de un mañana que cada vez es más 'hoy'.