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Cultură

Este señor montó un Eurovegas con Franco

Y planea volver a ser campeón del mundo de billar.

Al lado de la Gran Vía. En el timbre pone “pool”. Llegas al sótano. Te recibe un señor de 82 años. Lo que tienes aquí no lo tienes en ningún otro sitio. El anciano se llama Juan Ruiz Guarner, tiene la Gran Cruz al Mérito Civil y fue campeón del mundo de billar. Por eso en el local hay tacos y mesas. También de póquer. Si te gusta jugar al bingo, dale las gracias a este hombre. Él lo introdujo en España hace ya 40 años.

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VICE: Cuéntanos cómo y cuándo empezaste a montar bingos.
Juan Ruiz Guarner: Fue a principios de los setenta. Hice un viaje en barco y vi que, en vez del bombo de los abuelos, jugaban con una máquina neumática y cartones. Aquello llamó mi atención. Con la llegada de las discotecas, los casinos culturales empezaban a perder el negocio del baile, que era parte fundamental de sus ingresos. Como yo era delegado de la junta de gobierno del Círculo Mercantil, decidí impulsarlos a través del bingo. En plena dictadura.
Tenía bastantes amistades por el billar y por la empresa constructora de mi familia, Guarner y Trigo. Tenía relación con altos cargos de la Policía y gente como Pepe Muro, el entonces jefe de la brigada de Extranjería. Me entrevisté con el coronel Quintero, que era director general de Seguridad, y le conté lo que había visto. Le propuse autorizarlo en los círculos y casinos. ¿Y le convenciste?
La idea no cayó mal pero la máquina valía un millón de pesetas. Localizamos a un amigo peletero, que fue el sacó el famoso abrigo de mutón, y al que le gustaba invertir. Nos fuimos con él a Leicester y compramos la máquina. Le dábamos 3.000 pesetas diarias a cambio de su préstamo. En noviembre del 73 empezamos con el bingo en el Círculo Mercantil, en el número 24 de la Gran Vía. ¿Qué tal fueron los comienzos?
Éramos todos estudiantes acabando nuestros estudios. Gente joven. Yo dejé Agrónomos en tercero. Estaba por ejemplo Sáenz de Heredia, el primo de Jose Antonio Primo de Rivera. La cosa fue bien. Nos hacían pequeñas trampas como llevarse los cartones a casa para trucarlos metiéndoles un disco con los nueve números. Otros le inyectaban pintura a la bola. Pero de ahí no pasaba. ¿Cuánto tardaron en legalizarlo?
Se tardó un tiempo. Primero vino una etapa de tolerancia que yo aproveché para montar otros bingos. Llegué a tener unos cincuenta en toda España. Fueron años de ingresos importantes y además se podía hacer publicidad. En cada inauguración montábamos un espectáculo con Carmen Maura, José de Aguilar -voz de los himnos del Real Madrid y del Atlético-, José Albert y Eva, la mejor cantante de chotis de Madrid. Me acuerdo que Carmen Maura cobraba entonces 6.000 pesetas y que lo dirigía todo Romano Villalba, el creador de la serie de TVE La Casa de los Martínez. Te forraste, claro.
No se llevaba contabilidad pero sí, gané bastante dinero que lo invertía aquí y allá. Tengo que confesar que perdí gran parte de lo ganado en esos cuatro años, porque cogí el local del famoso Drugstore de la calle Fuencarral y cuando se quemó la Parrilla Alcázar, con 92 muertos, cambiaron la ley de espectáculos y no lo pude abrir. He visto en la pared una foto tuya con Franco.
La historia es que por aquel entonces alternaba con el poeta Luis Rosales, el torero Domingo Ortega y también con Felipe Polo, el secretario personal del Caudillo. Fue él quien me consiguió audiencia en solo 48 horas. La foto es de aquel día. ¿Te relacionabas con las autoridades franquistas?
Tenía una relación profesional. Yo soy apolítico. Fraga, cuando era Ministro del Interior, ya me conocía de cuando yo salía en un programa de televisión que se llamaba Club Mediodía. Me recibía en su despacho con un reloj de arena y me daba tres minutos para que le informara. Un día me dijo que el bingo era cosa de viejas, que en América se jugaba en las iglesias y que no que no iba a durar nada. Me recomendó buscar unos juegos ancestrales para ponerlos en cuanto el bingo fracasara. ¿Unos juegos ancestrales?
Sí. Yo los llamaba juegos menores. El bosque, el multicolor, la mariposa… diez o doce juegos. Pero cada vez que la policía hacia una inspección me costaba un disgusto. Tenía, además, la gran oposición de los casinos de juego que no querían competencia. Pero mi plan es presentarlos a aprobación para que se incluyan en el catálogo de juegos. Ahora con la apertura online de todos estos juegos de apuestas tiene sentido. Ya se juega al póquer en todas partes. Lo que antes se consideraba delito ahora se considera deporte. Hay mucha libertad. Eurovegas es una buena oportunidad. ¿Quieres introducir los juegos menores en Eurovegas?
Esos son juegos tradicionales. Se juega muy barato, como el bingo, pero no responde la casa. Esa es la ventaja. La banca es por sorteo y son los propios jugadores los que hacen de banqueros. Puede ser un aliciente para el turismo, pero lo que yo metería en Eurovegas es el bingo mundial. Lo tiene patentado mi amigo Rafael Rivero. Es un bingo con cartón americano y una serie de 300.000. Un bingo con 3 o 4 millones de eruros hoy en día ya parece que no es una cantidad importante. Veo que estás muy a favor de montar está especie de Las Vegas en Madrid.
Los que están en Rumanía y otros países europeos vendrán a España y será una cosa fantástica. Todos los de Alcorcón estarán estudiando inglés como locos. La alta delincuencia la hay en todos los sitios. ¿Qué van a venir? ¿Mujeres malas? Pues vendrán mujeres muy bellas. ¿Es eso un problema?¿Qué nos importa que se fume que no se fume? Ahora con lo de Eurovegas el Casino de Torrelodones va a montar una delegación al lado del Museo de Cera. Y el de Aranjuez en la Gran Vía. ¿De qué son todos estos trofeos?
De campeonatos de billar. Yo del año 50 al 80 he estado siempre clasificado entre los diez primeros del mundo de billar artístico. Fui campeón del mundo con Domingo y, aunque llevo sin jugar desde el master mundial del 80 que quedé tercero, quiero volver a competir en un mundial. Este salón es la única sala de billar en el centro de Madrid. Aquí no hay empleados, la gente se sirve y es una casa familiar, una entidad sin ánimo de lucro. ¿Hasta cuándo? No lo sé. No creo que duren mucho ni mi salud ni el local. Entrar aquí es un viaje en el tiempo.
Si analizas hoy el público que entra, todo ha cambiado. El concepto de la corbata y los puños ya se acabó. Mis hijos tienen solo un traje por si van a una boda. ¿Y el billar? ¿Sigue habiendo afición?
Una cosa normal. Nunca se ha apoyado mucho en España. Felipe González sí, porque él jugaba. Cuando era presidente, la mesa que tenía no valía una castaña y un jugador argentino muy bueno le regaló una que venía de Medellín. Le hicieron un regalo envenenado. No se puede contar más de esa historia. Hablas con mucha ilusión de una época que no parece para lanzar cohetes.
Cuando veo la película Tiovivo de mi amigo Garci, en la que España era una miseria y la gente no tenía para un café, disiento totalmente. Se pasaba bien. Justamente en su película Historias del más allá hice un cameo con una carambola de once bandas, que es el record mundial en una mesa. Yo mismo hice de gangster. En aquella época lo pasé muy bien. Tuve una vida muy agitada, en el buen sentido.