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Cultură

Eurovisión vs elecciones municipales: tu Ayuntamiento is living a celebration

Probablemente la mayoría de la población acabaremos ambos certámenes con una honda sensación de decepción que nos durará un par de días en el caso de Eurovisión, y cuatro años en lo político.

¿Eres demócrata? ¿Te va la fiesta? Si has respondido afirmativamente a ambas preguntas, estás de enhorabuena. Este fin de semana viviremos una fiesta de la democracia sin precedentes, un acontecimiento planetario de votación desenfrenada: la confluencia de las elecciones municipales y autonómicas con el festival de Eurovisión. Empezaremos la tarde del sábado con el "ie ieeeo" de Edurne, y acabaremos la noche del domingo con el "oe oeee" de miles de concejales del PP encaramados en sus respectivos balcones consistoriales a lo largo y ancho del territorio nacional.

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¿Y qué tendrá que ver lo uno con lo otro? Pues mucho más de lo que pudiera parecer a simple vista. Quizá la similitud más obvia sea que, como en todo sistema democrático, la opción mayoritaria no siempre es la más sensata. Es más, probablemente la mayoría de la población acabaremos ambos certámenes con una honda sensación de decepción que nos durará un par de días en el caso de Eurovisión, y cuatro años en lo político. Incluso habrá quien hable de tongo o pucherazo, no por sospecha fundamentada, sino como mecanismo de consuelo ante la incredulidad de que tantos seres humanos hayan optado por votar una candidatura tan mediocre.

La democracia interna

Esta perversión del sistema, el abismo entre lo que es bueno para la mayoría y lo que la mayoría elige, puede tener una de sus causas en el método interno de elección de candidatos. Lo que se lleva es el dedazo de algún alto cargo en los partidos, y el comité de expertos de TVE para los cantantes. Ni siquiera los procedimientos más democráticos (primarias, votación directa de los espectadores) garantizan la participación de los candidatos elegidos. Lo vimos hace un par de meses cuando Andreas Kümmert, representante electo de Alemania en el festival, se marcó un Tania Sánchez en toda regla, dando la espantá después de haber sido proclamado candidato por mayoría en las votaciones.

Y si creemos que la democracia ha cumplido su deber una vez hemos depositado la papeleta en la urna o enviado un SMS para votar al cantante de Suecia, estamos muy equivocados. En Eurovisión se puntúa a medias entre los espectadores y un consejo de sabios compuesto por cuatro exconcursantes del festival y un productor musical responsable de títulos como Mocedades canta a Walt Disney o el disco de UPA Dance; y en las elecciones siempre cabe la posibilidad de que votes a Esperanza Aguirre, a los dos días decida presentarse como rival de Rajoy para las generales, y te coloque otros cuatro años a la Botella de alcaldesa. O al marido de la Botella, por qué no.

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Las candidaturas

En los últimos años se ha levantado un debate generacional, una carrera en la que unos otros se afanan a presentar la juventud y la lozanía de sus candidatos como garantía de éxito, ya sea en la política o en el festival. Pero la experiencia nos dice que la madurez puede ser igualmente sorprendente e innovadora. Nos lo demostraron las Buránovskye Bábushki, el conjunto de abuelas rusas que se ganaron el corazón de media Europa con su actuación en la edición de Eurovisión de 2012; y nos lo está recordando estas últimas semanas Manuela Carmena, quien ha pasado de resultar ilusionante a convertirse en desesperadamente necesaria para una ciudad que ya muchos dábamos por perdida. No se ha de confundir esto con el reciclaje de viejas glorias: no funcionó con Bonnie Tyler hace un par de años en Eurovisión, menos aún con Rubalcaba como estandarte de la renovación en su partido.

La representante Española para actuar este año en Viena, Edurne, ganó fama gracias a su participación en Operación Triunfo, concurso concebido como incubadora de candidatos para la Eurovisión (con éxito en audiencia pero no tanto en el festival). Pero no solo el festival se alimenta de concursantes de reality. Sin ir más lejos, Gran Hermano podría convertirse en la nueva puerta giratoria de la política municipal, como demuestran Olvido Hormigos (del Ayuntamiento a Telecinco) o Carlos "El Yoyas" (de Telecinco al Ayuntamiento).

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Quizá parte del pinchazo de los triunfitos en la Eurovisión se deba a la seriedad de sus propuestas. Porque está muy bien saber entonar, mover las caderas o levantar mucho las cejas mientras cantas algo profundo, pero esto no basta para ganarse la simpatía del viejo continente. Hace falta una nota de color, algo fuera de la norma. Porque una Eurovisión sin frikis es como un verano sin sol, como una noche sin estrellas… o como unas elecciones municipales sin frikis. En las elecciones catalanas de 2010 vimos cómo el partido CORI superaba en votos a UPyD, no sabemos si por llevar en su lista a Carmen de Mairena o por sus alocadas propuestas electorales, como crear follódromos públicos o acabar con la corrupción.

En las municipales del siguiente año la actriz porno María Lapiedra promovía en su programa la masturbación pública («Igual que enseñamos nuestras lágrimas ¿Por qué no podemos enseñar el semen o hacer directamente el amor en público?»). Años atrás pudimos ver a Manuela Trasobares haciendo una entrada triunfal en el Ayuntamiento de su pueblo, paseando todo su barroquismo envuelta en la tricolor para jurar el cargo de edil. Y este año tenemos al Obama gallego quien, para cerrar el círculo, cuenta con el respaldo de las eurovisivas Azúcar Moreno.

La música

Probablemente a algunos os parecerá que año tras año todas las canciones de Eurovisión suenan igual. Lo que quizá no sepáis es que muchos de esos temas han sido escritos por la misma gente, un puñado de compositores que lo mismo te hacen una balada bielorrusa que un pop con aires flamencos. Sin ir más lejos, la canción que interpretará Edurne, Amanecer, lleva la firma de autores que han compuesto anteriormente para otras candidaturas de España, Suecia, Noruega, Dinamarca y Georgia.

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En el plano político desconozco quién se esconde detrás de los programas, pero no me sorprendería si me dijeran que hay una única persona que se dedica a redactar las propuestas de todos los partidos. Es más, lo sorprendente sería descubrir que lo hace una persona y no una máquina. Regeneración democrática, lucha contra la corrupción, preservación del estado de bienestar, protección de los sectores más desfavorecidos, reactivación de la economía y el empleo… ¿qué formación política no lleva todo esto en su programa?

La diferencia entre unas candidaturas y otras no es la música o el mensaje, sino la puesta en escena. Unos cuentan con más presupuesto para llenar el escenario con bailarines, fuegos artificiales y máquinas de humo. Otros optan por la austeridad en el formato porque confían en saber transmitir credibilidad y llegar al corazón del público. La cuestión es si los espectadores sabremos distinguir una interpretación sincera de una milonga adornada con confeti.

La confluencia

Si después de todo esto a alguien le queda alguna duda de la similitud entre las elecciones y la Eurovisión, aquí hay una lista recopilatorio de algunas joyas musicales que combinan lo mejor del frikismo eurovisivo con el entusiasmo electoral elevado a la vergüenza ajena.

Una mención especial para el hit de estas elecciones: la sintonía del candidato del PP a la alcaldía de Oyón, Lalalala RU-BÉN, lalalala O-YÓN. Como curiosidad cabe mencionar que Tony Christie, el intérprete de la canción original (Is this the way to Amarillo?), se quedó a las puertas de representar al Reino Unido en Eurovisión el año en que su país ganó el certamen.

Viendo el rumbo que están tomando las candidaturas parece inevitable que un día de estos tengamos a un John Cobra presidente o a su hermano. Quisiera aprovechar para lanzar desde aquí una propuesta a Mediaset: un Operación Triunfo/Gran Hermano Político. No me refiero a una casa llena de cuñados, sino a político en el sentido gubernamental de la palabra. Un grupo de candidatos encerrados en una casa rural durante tres meses, y el finalista sale proclamado presidente del Gobierno. Estamos a tiempo para las generales, ahí lo dejo.