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Cultură

Hablamos con una exmodelo que se unió a la lucha kurda contra Estado Islámico

Charlamos con Bohman sobre la lucha junto a la YPJ, la igualdad de género y la armas antiguas.

Hanna Bohman posa en un lugar de Kobane, Siria. Todas las fotos son cortesía de Hanna Bohman

Cuando miles de refugiados sirios abandonan el país, huyendo de las bombas de Bashar al-Asad y la barbarie de Estado Islámico, una mujer entra por segunda vez en la zona de conflicto.

Tras sufrir un accidente de motocicleta que casi le cuesta la vida el año pasado, Hanna Bohman, alias Tiger Sun, decidió unirse al ejército de milicia femenino de las Unidades de Defensa Popular (Yekîneyên Parastina Gel o YPG), conocido como YPJ, en la región kurda de Siria (Rojava).

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El pasado febrero, en cuanto su estado físico se lo permitió, Bohman viajó a Rojava y se unió a las filas kurdas para combatir contra Estado Islámico. Durante los seis meses que estuvo allí, sirvió en dos unidades distintas. En la primera de ellas, compuesta por nuevas reclutas, no vivió demasiada acción y su misión consistía principalmente en vigilar el territorio. La segunda unidad era más experimentada y Bohman se estrenó la misma noche de su llegada con un tiroteo contra miembros del EI. La falta de «comida normal, como la carne y la piza» causaron estragos en Bohman, quien decidió regresar a Vancouver para recuperarse del agotamiento y volver a ganar los 14 kilos que había perdido.

Bohman es una de los pocos canadienses que se conoce que hayan ido a luchar contra el ISIS.

Entre los hombres que han abandonado las tierras de la democracia para engrosar las filas de la YPJ y las Peshmerga de Iraken la lucha contra el EI hay excombatientes, contratistas de seguridad e incluso un actor de Hollywood.

En cuanto a las mujeres, parece ser que el EI tiene más poder de atracción, como indican los numerosos titulares en los medios, que afirman que numerosas adolescentes brillantes renuncian a las comodidades de los derechos humanos para convertirse en novias yihadistas.

Bohman es una de las pocas mujeres occidentales que se ha unido a la contienda contra el EI, o el «Estado Satánico», como ella lo denomina.

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Ahora que ha recobrado las fuerzas, Bohman está dispuesta a retomar la lucha junto a los luchadores kurdos por la libertad, esta vez mejor equipada y preparada para relatar la experiencia en su página de Facebook. Charlamos con Bohman sobre la lucha junto a la YPJ, la igualdad de género y la armas antiguas.

Haval Berxodan, Bohman y varios reclutas occidentales

VICE: ¿Por qué has vuelto a Rojava?

Hanna Bohman: Decidí volver por dos razones. La primera es que echo de menos a los amigos que hice allí. La segunda es más profunda. Después de mi regreso a Canadá, no concebía la idea de volver a un trabajo normal. Nada me llamaba la atención. De hecho, empecé a estresarme. El coste de la vida en Vancouver es absurdo. Me gasté 10.000 dólares en dos meses, y eso que no pagaba alquiler. La idea de volver a esa carrera feroz no me atraía en absoluto. Fue la razón que me llevó a Rojava la primera vez, también. Había perdido tanto tiempo intentando ganarme la vida que ni siquiera había empezado a vivir, realmente. Para mí, tener la oportunidad de luchar contra el Estado Satánico y de formar parte de la revolución de Rojava es un sueño hecho realidad. No es que mi sueño fuera matar personas, pero ahora siento que soy útil de verdad, que estoy contribuyendo a mejorar las vidas de otras personas. Para mí, eso es mucho más importante que vender seguros o servicios de banca.

¿Cómo y por qué te uniste a la YPJ?

Fue principalmente por lo que estaba haciendo el EI y por la pasividad de nuestros gobiernos al respecto. Pensé que si había gente que se alistaba en el ejército de Estado Islámico, también podría haber voluntarios que decidieran unirse a la lucha contra el yihadismo. A través de la página de Facebook de los Leones de Rojava [creada por el combatiente de YPG Jordan Matson], conseguí contactar con la YPJ y me uní a ellas en febrero de 2015. Me desplacé hasta la región kurda de Irak, desde donde me ayudaron a cruzar la frontera en una balsa de goma.

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¿Recibiste algún tipo de formación?

Fui a una academia, en la que me dieron cuatro horas de adiestramiento –cómo montar y desmontar una AK, la Dragonov- que bien podría haber aprendido viendo vídeos de YouTube. No recibí formación médica ni de procedimientos. Los kurdos reciben un adiestramiento ideológico, con el que se inculcan valores como la igualdad de género y la responsabilidad ecológica. Se supone que dura 45 días, pero por lo que he podido ver durante el tiempo que he estado luchando a su lado, se apoyan en los miembros más experimentados y veteranos para aprender el oficio.

La YPG está vinculada al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), una organización terrorista, según los EUA. ¿Qué impresión te causaron?

La YPG y el PKK son independientes, pero promulgan la misma ideología basada en las enseñanzas de Abdullah Öcalan. El PKK defiende a los kurdos de Turquía y posiblemente haya venido a Rojava. Muchos de los comandantes pertenecen al PKK y suelen ser los más educados y amables. Se consideran humanistas: tratan a todo el mundo con humanidad, incluso aunque sea el enemigo.

¿Cómo es un día normal como combatiente de la YPJ?

Aburrido. La mayor parte del día la pasas sin combatir. Te despiertas a eso de las 5 de la mañana y hace mucho frío. Te levantas y desayunas; las raciones son colectivas y consisten básicamente en verdura. Es una milicia campesina y muchos de los alimentos que se comen son donaciones. En tres meses y medio comí carne ocho veces, pero eran solo restos.

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¿Cómo es ser mujer combatiente de la YPJ?

Nos dan mil vueltas en el tema de la igualdad de género. En Occidente, para que nos traten como a iguales hay que protestar para que cambien la ley. Allí hay tanta igualdad que no existe una división consciente: las mujeres se incluyen de forma natural y trabajan codo con codo con los hombres en igualdad de condiciones: están en las trincheras, toman posiciones y a veces son las únicas combatiendo. El grado de igualdad es tal que es difícil de explicar. Es más una sociedad matriarcal. Nunca me he sentido cosificada ni amenazada por los hombres.

¿Mataste a alguien la primera vez que estuviste?

No. Me dieron un AK que es efectivo para disparar a 300 metros y, aun así, si le dabas a algo era por pura suerte.

¿Hay escasez de armas?

Hay pistolas, incluso de fabricación estadounidense, pero cuesta encontrar munición. Pero el problema, más que la escasez, es la calidad de las armas. Los kurdos no tienen armas pesadas y no tienen que luchar tanto con los ataques aéreos.

Hanna Bohman con Jesper Söder, que está en Rojava para realizar labores humanitarias

¿Qué diferencias hay entre esta segunda visita y la primera?

Para mi segundo viaje decidí centrarme más en documentar la vida en Rojava. Quiero mostrar más sobre la vida fuera del ejército. Hace poco estuve en Kobane, posiblemente el icono mundial de la resistencia contra el Estado Satánico. Muchas otras ciudades fueron atacadas, pero ninguna con tanta intensidad como Kobane. Hubo un momento en que el 80 por ciento de la ciudad estaba bajo control de los terroristas, pero la YPG y la YPJ ofrecieron resistencia y lograron salvar el enclave. Muchos jóvenes combatientes murieron y resulta trágico pensar que salieron a luchar contra el Estado Satánico sin ayuda de nadie. Por tanto, quería documentar lo que ha pasado a ser una importante victoria moral para los kurdos.

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Pese a que la ciudad está totalmente destruida, sigue siendo la más activa de Rojava. Los kurdos no se rindieron y defendieron Kobane y ahora tampoco se rinden en el momento de reconstruirla. Las familias están regresando, se están reabriendo las escuelas y los comercios vuelven a la actividad. La ciudad regresa de los muertos. Fue una visita tremendamente emotiva y espero que de alguna forma mis fotos e historias de Kobane sirvan de ayuda.

Desde que abandonaste la zona tras tu primera visita, los ataques aéreos turcos han dañado bastiones en Siria e Irak. ¿Qué consecuencias ha tenido eso?

Los bombardeos turcos no parecen ser u problema tan grave para el PKK como los medios pretenden que creamos. Turquía afirma que durante los ataques murieron unos 300 kurdos, pero, ¿cómo pueden saberlo? No enviaron ningún helicóptero para contar los cadáveres. Emitían vídeos en los que se veían edificios destrozados y afirmaban que se trataba de escondites del PKK. He estado en los campamentos. No se quedan en las casas ni en los edificios porque serían un blanco fácil. Creo que solo murieron siete combatientes del PKK como consecuencia de todos los bombardeos. Lo cierto que es los turcos mataron a civiles inocentes que nada tenían que ver con el PKK.

¿Recibiste algún tipo de atención del Gobierno canadiense a tu regreso?

Varias agencias del Gobierno se pusieron en contacto conmigo, aunque están más preocupados por los canadienses que decidieron unirse al EI. Fui a los EUA y hablé con los servicios de allí. Sabían muy bien lo que tenía que contarles.

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¿Dónde está tu cuenta de Instagram?

No dejan de suspendérmela, como la de Facebook, que ya me han suspendido cuatro veces. Turquía está llevando a cabo una campaña de censura en internet muy activa, con lo que no te permiten ni publicar un mapa de Kurdistán. Estoy en el punto de mira de los simpatizantes del EI y de los nacionalistas turcos que denuncian mi cuenta. Los turcos me atacaban por Instagram. Un tipo incluso dijo que le encantaría violarme el culo después de que los del EI me hubieran cortado la cabeza.

¿Cuánto tiempo crees que estarás por allí esta vez?

Solo hace un mes que volví, pero esta vez mi intención es quedarme al menos seis meses, aunque dependerá de mi salud, nuevamente. La última vez perdí demasiado peso, pero espero poder controlar mejor mi ingesta calórica en esta ocasión.

Traducción por Mario Abad.